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El astronauta Coque Malla, en otro tiempo conocido como 'el cantante de Los Ronaldos', recala este sábado en la Tierra, en el Teatro Carrión de Valladolid (21.30) con un espectáculo insólito que combina lo teatral y lo musical: 'Mi nombre es Coque Malla'. Se ... trata de un montaje escénico en el que repasa de forma poética los principales acontecimientos de su vida y el que las canciones se presentan de forma desnuda, acústica, apenas con el acompañamiento de unos efectos de sonido creados con sintetizadores. Una excelente ocasión de repasar toda su trayectoria que, además, se resume ahora en una caja de cinco discos que no por casualidad se titular 'El astronauta gigante'.
-Macarena, tu actual pareja, escribe de ti que eres un hombre de otro planeta. ¿Te sientes así, como un extranjero en la Tierra?
-De hecho, el espectáculo empieza diciendo eso. Es verdad que hay muchas cosas que me hacen sentir fuera de lugar. Por eso me gusta tanto el escenario, porque es el único sitio donde siento que controlo la situación. Pero tampoco creo ser el único que se siente así. Me parece que muchas personas van por el mundo sin entender muy bien de qué va esto. Pero una parte importante de los motivos que le llevan a uno a dedicarse a esto es justamente sentirse extraño y tener una mirada diferente.
-Todo comenzó en algún teatro de aquellos en los que actuaban tus padres, y ahora regresas allí con tu espectáculo más escénico.
-Ha sido nuestra escuela, tanto de mi hermano Miguel como de la mía, lo hemos respirado desde muy pequeños. Nosotros hemos elegido la música, pero, cuando vives en un caldo de cultivo artístico como el nuestro, hay muchas cosas que se te quedan dentro, que aprendes, interiorizas y conforman tu vida.
-Que falleciera tu padre el director teatral Gerardo Malla hace un año -y tu madre, la actriz Amparo Valle cinco años antes- ¿ha podido influir en que te plantearas este proyecto? Parece un homenaje.
-Es una manera de verlo, y es bonita, además. Y es posible que algo de eso haya. Desde luego, como se trata de un espectáculo autobiográfico, homenajeo a los dos. Pero creo que la muerte de mi padre me ha influido de otra manera: con él vivo no me hubiera atrevido a hacerlo. Lo he hecho porque ya no está. Este es un espectáculo que tiene mucho de montaje teatral y no hubiera podido hacerlo con él en el público.
-Te hubiera intimidado demasiado…
-Demasiado, sí. De hecho, durante toda la preparación he tenido su figura en la cabeza muy presente y con mucho respeto. Era un hombre de teatro muy serio y siempre me daba miedo estar haciendo intrusismo. Y escuchaba su voz. Pero también me ha servido de guía, y de figura disciplinar.
-Podría pensarse que eres demasiado joven todavía para una recapitulación como la que se plantea en este show.
-Es halagador escuchar eso. Con 50 años que empiezan a pesar viene muy bien escuchar que todavía es uno joven. Lo que ha originado esta locura en la que nos hemos metido, tan compleja y excitante, ha sido el recopilatorio que hemos sacado, 'El astronauta gigante'. El trabajo de prepararlo me dio la idea.
Pero también estaba la necesidad de hacer algo que me moviese un poco los cimientos, que ya tengo muy asentados. Son muchos años poniendo en pie giras de una forma que ya domino. Que está lejos de aburrirme, porque me lo paso como un enano y disfruto como nunca, pero que es algo que no supone ya un desafío. Quería hacer algo diferente y éste me parecía un momento perfecto para repasar mis canciones de otra forma.
-Entiendo que habrá espacio para Los Ronaldos. ¿Qué supone alcanzar un éxito tan grande siendo tan joven? ¿Enloqueciste?
-Yo creo que ya estaba loco de antes; nací ya mal. Si 'Los Ronaldos' hicieron algo fue dar sentido a mi vida. Y todo lo que dé sentido a tu vida siempre estará bien. ¿Enloquecí un poco? Bueno, y me lo pasé muy bien.
-¿Qué diferencia hay entre el éxito que tuviste entonces y el que disfrutas ahora?
-Ahora disfruto de un éxito muy tranquilo. No es la locura de llenar estadios y girar por el mundo sin ver a nadie, ni a tu familia. Nadie me reconoce por la calle, pero se llenan los teatros y las salas, y es una gozado. Viví lo otro: ir por la calle y que todo el mundo me conociese pero luego no vender entradas. Y ahora se ha dado la vuelta a eso y es maravilloso.
-Dice Bunbury en un texto escrito para 'El astronauta gigante' que tú, él y Mikel Erentxun sois al eslabón perdido entre la movida y la primera generación del indie. ¿Lo compartes?
-No había reparado en ello, pero en cuanto lo leí pensé que había dado en el clavo. Si yo hubiese aparecido por primera vez con mi disco 'Soy un astronauta más', sin mi trayectoria previa, hubiera sido bendecido, aplaudido y venerado por toda la comunidad indie que se empezaba a gestar en ese momento, y ahora yo sería una especie de pope, como pueda ser Nacho Vegas… Pero como pertenecía a ese eslabón perdido se me denostó porque había que romper con el pasado y ensalzar a las nuevas promesas. Y eso hizo que nos costase muchísimo más sobrevivir a gente como Enrique, Mikel o yo. Pero somos duros de pelar y lo hemos conseguido, y al final tenemos el respeto de todo el mundo. Ahora esa situación juega a nuestro favor.
-Y tras el éxito, los modestos resultados de tu carrera en solitario, al menos en sus inicios. ¿Cómo se sobrelleva pasar de la gloria al anonimato? De ser una estrella a ser un músico más.
-Visto con perspectiva y desde el sitio en el que estoy ahora, que es fantástico, casi que agradezco esos años tan complicados. Ahí aprendí mucho y, sobre todo, desde el punto de vista musical y artístico. Me recorrí el país en un BMW destartalado tocando en garitos para 20 personas que me pedían de forma grosera 'Adiós, papá' mientras yo intentaba tocar mis canciones de 'Sueños' o de 'Soy un astronauta más'. Esos años me enseñaron a controlar mis dos instrumentos, la guitarra y la voz. Lo que aprendí entonces me ha hecho el músico que soy. Años duros también.
-Todos los que te conocen destacan de ti, además del talento, que eres un trabajador infatigable y meticuloso.
-Los años que más relajado estuve fueron los años en los que Ricardo Moreno, por ser el mayor, y el que más experiencia tenía de los cuatro ronaldos, llevaba las riendas del grupo. Pero fue sólo al principio. Enseguida me di cuenta de que era una persona obsesiva y perfeccionista. Y cada vez lo soy más. Estoy empezando a intentar corregir eso, porque te quita la vida.
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