Roberto González-Monjas, director

«Al concierto no solo se va a relajarse, también a enfrentar sentimientos no tan positivos»

«Aunque conozco a la OSCyL desde hace mucho nunca la había dirigido desde el violín. En el concierto de Mozart soy como un primus inter pares, es música de cámara y es fascinante porque me permite conectar de una manera más íntima con los músicos y buscar otros colores. Permite otra manera más suave y refinada de hacer música», explica el director titular de la Orquesta de Galicia, del Musikkollegium Winterthur en Suiza y de la Mozarteum de Salzburgo además de ser profesor del Guildhall School of Music de Londres. Este programa conecta algunas ciudades que han marcado su trayectoria. Valladolid no está de forma explícitamente. «Aunque cualquier obra sinfónica la representaría pues fue aquí donde las escuché por primera vez tocadas por esta orquesta», aclara Roberto González-Monjas.

Hay meses de su agenda que pasan por su atril capítulos enteros de la historia de la música. Solo en enero dirigirá a los citados junto a Mahler, Tarrodi, Honegger, Cherubini, Hollinger y Hefti. «No todos los meses son tan bestiales, pero cuando sé que toca uno así lo preparo con mucha antelación. Me voy acostumbrando a tener piezas latentes que he estudiado, en un mes no las toco pero están ahí y en un par de días las puedo recuperar».

Como director titular, el último premio Ojo Crítico de Música alterna obras clásicas y contemporáneas, reconocidas y desconocidas. «No podemos dirigir solo obras bonitas y placenteras al oído. Por ejemplo el Honegger que haré en Galicia es una obra que me apasiona pero es terrible, un grito de frustración tras la II Guerra Mundial y su manera de procesar los horrores de la contienda. Es importante hacer estas obras, aunque cueste más vender una entrada, para que la gente entienda que al concierto no solo se va a relajarse sino también a tener inspiración como cuando vas al cine, no solo vas a comedias también hay dramas. Hay que enfrentarse a sentimientos que no sean positivos o básicos todo el rato».

Precisamente el cine ha reflejado su entorno recientemente en títulos como 'Tár' y 'Maestro'. «Han sido muy polémicas en el mundo de la música. 'Tár' porque el personaje de Cate Blanchett termina por ser una abusadora y me parece una genialidad bien escrita. No te lo esperas y refleja que todo el mundo es susceptible de ser una mala persona. 'Maestro' solo he visto una parte en el avión, pero ha sido una decepción, casi todos se quejan de que el foco está en las relaciones amorosas y no tanto en papel tan extraordinario que tuvo Bernstein como divulgador de la música en XX».

El director vallisoletano anhela hacer más música contemporánea española. «Me llegan muchas obras a mi escritorio pero no siempre es fácil. Quiero abogar por la calidad, tengo que estudiar bien la obra y no me vale con media hora de ensayo. Intento leer lo que me llega y dar un 'feed-back' al compositor, pero cuando no tengo tiempo o cuando no le va bien a la temporada de la orquesta me da mucha rabia porque hay mucha gente que depende de nosotros para estrenar. El mundo de la música es muy cruel en ese sentido, de la misma manera que para un violinista entrar en una orquesta es una odisea o para un director que le contraten». Ha estrenado a Coll y Jesús Rueda, entre otros, y sigue trabajando con ellos, pero sabe que «hay una generación muy interesante y de gran talento ahora. Ojalá tuviera más horas el día y meses al año para hacer más obras».

Quien considera la música como «un proveedor de calma, amor y consuelo» ya olvidó el rechazo de Ciudadanos a que él fuera titular de la OSCyL. «Para todo el mundo estaba claro que hubiera sido maravilloso, pero al final las cosas pasan porque tienen que pasar. Me importa el cariño y el respeto de OSCyLy el trabajo. Ahora la Orquesta está muy bien con Jesús Herrera como gerente y Thierry Fischer como titular. Desarrollan iniciativas y salen giras y proyectos, eso es lo importante. Que esté yo u otra persona, es secundario».