Parece que fue ayer cuando los Rolling Stones cancelaron su concierto en Valladolid y han pasado 15 años. Lo cierto es que ni llegaron a subirse al avión rumbo a la ciudad. El motivo oficial: Mick Jagger sufría laringitis. El anuncio se hizo a través de un comunicado del mánager de la banda que rezaba así: «Siguiendo los consejos de su médico, al cantante Mick Jagger se le recomienda descansar su voz después de desarrollar una laringitis durante el fin de semana».
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En la memoria colectiva retumbaba, el accidente de Keith Richards mientras se encontraba de vacaciones en Fidji -se cayó el cocotero el 27 de abril del año 2006- que se convirtió en la causa no oficial de que sus satánicas majestades no pisaran la ciudad castellana. Richads y el cocotero sí fue la explicación de que los Rolling no pisaran dos destinos españoles aquel año: el 27 de mayo en el Estadio Olímpico de Barcelona, y el día 29 de mayo en el Vicente Calderón de Madrid lo que convertía a Valladolid y El Ejido (Almería) en los únicos escenarios en nuestro país de la gira de aquel año.
Fuera como fuese, porque a Jagger le faltaba la voz o porque Richards seguía recuperándose se su caída y posterior operación, no llegaron jamás a la cita que tenían con sus fans el 14 de agosto de 2006 en el Estadio José Zorrilla para la apertura de puertas a las 20:30 horas. El anuncio se llevó a cabo pocas horas antes de su celebración cuando ya había miles de personas haciendo cola en los aledaños para acceder al interior del estadio. Cecilio Vadillo, subdelegado del Gobierno en la provincia por aquel entonces, hizo un llamamiento a la calma del público. Se esperaban 38.000 personas y 38.000 personas cargaron con la decepción.
Los Rolling Stones llegaron a las 21:00 horas del día anterior (15 de agosto) al aeropuerto madrileño de Barajas en un avión privado, que no continuó su viaje hasta Valladolid y que despegó de nuevo a las 18:00 horas.
Tanta fue la frustración de los castellanos y leoneses -la mitad del público llegó de fuera- que la Junta rechazó pujar por un nuevo espectáculo de los británicos el año siguiente. «Después del fiasco del año pasado y la mala respuesta que hubo por parte del grupo tras la suspensión, no hemos creído oportuno volver a intentarlo. Además, tampoco había una propuesta seria ni un interlocutor válido», explicaba la consejera de Cultura y Turismo, Silvia Clemente en marzo del 2007. Eso, unido a que la fecha ofrecida era tan solo dos días posterior a la Madrid, hacía difícil llenar el estadio y amortizar los 3,5 millones de euros que costaba el espectáculo.
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Así, los técnicos que desde el día 9 montaban el escenario iniciaron el desmontaje al filo de las 14:00 horas, ante la incredulidad de las personas que esperaban el concierto. Se llegó a desplegar una tarima para no dañar el césped y también estaban instaladas las cinco barras en las que los fans iban a consumir miles de litros de cerveza y pizzas. Para el día del concierto tan solo quedó pendiente la comprobación del sonido y del funcionamiento correcto de luces y mecanismos electrónicos.
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El equipo desplazado hasta Valladolid lo formaban 245 personas. A ellos se sumaron otros más de 200 trabajadores vallisoletanos. Así, cerca de 500 personas ultimaban el montaje del escenario sobre el que Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts y Ron Wood tenían previsto actuar a las 22.00 horas del 14 de agosto de 2006 y que presentaba ya un «espectacular» aspecto.
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A medida que los fans digerían la suspensión la desilusión se tornaba en enfado: «No se puede jugar así con los sentimientos de la gente», comentaba una jerezana que recibía la noticia nada más llegar al estadio, después de más de seiscientos kilómetros de carretera«. La versión oficial de la laringitis de Jagger no convencía a nadie. «Esto es como lo del cocotero de Keith Richards. ¿Quién se ha creído esa historia? Somos sus fans, les conocemos y nos gustan tal y como son, pero que no nos tomen por tontos porque lo de la afonía de Jagger no se lo cree nadie, ¿no había empezado a tomar clases de canto? Pues no ha aprendido nada», voceaba rabiosos un joven sevillano a las puertas del estadio. «Pues que cante en 'play back', que no iba a ser la primera vez, o que den un concierto instrumental», comentaban en pequeños círculos los que se resistían a creer la noticia y abandonar el estadio, que eran todos los allí presentes.
El de los Rolling iba a ser el segundo de los grandes conciertos internacionales que iba a acoger Valladolid en el final de siglo XX y principios de XXI. Tras este 'no concierto', en 2009 Bruce Springsteen con su E Street Band y en 1997 Michael Jackson se convirtió en toda un acontecimiento en la ciudad del Pisuerga.
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