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El cantante Manuel Carrasco, durante un momento del concierto. JOSÉ C. CASTILLO

Manuel Carrasco invita a «disfrutar del ahora» en su concierto de regreso a Valladolid

El cantante onubense llena el polideportivo Pisuerga con su gira 'La cruz del mapa', en una cita pospuesta dos veces por culpa de la pandemia

Víctor Vela

Valladolid

Domingo, 27 de marzo 2022, 00:18

Y la cita puede, por fin, recuperarse casi dos años después. Manuel Carrasco y Valladolid tenían pendiente un concierto que no llegó a sonar el 24 de julio de 2020, que se pospuso un año después y que esta noche de sábado, después de tantos ... meses de espera, confinamientos, fases ya olvidadas y mascarillas aún vigentes, se celebra con un lleno, llenísimo, abarrotado polideportivo Pisuerga. La cuenta atrás se ilumina con varias aspas de neones gigantes sobre el escenario. Junto al título de la gira, 'La cruz del mapa', los proyectores dibujan en blanco el nombre de una ciudad (esta ciudad) y una fecha, 26 de marzo de 2022, como si fuera este un homenaje al ahora, un recuerdo eterno para el aquí, una invitación a tatuarse en la memoria este concierto con el que Valladolid y Manuel Carrasco festejan un reencuentro tanto tiempo esperado y que por fin se llega a consumar.

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«Ahora es el momento y no mañana» es lo primero que canta el artista cuando se asoma al escenario y divisa ahí abajo, a sus pies, una playa de cabezas expectantes, una marejada de brazos en coreografía (sobre todo con los aires latinos y el fondo de saxofón de 'Déjame ser'), un oleaje de voces que le gritan guapo, que le arropan con los coros y le agradecen cada larga estrofa de un repertorio que se despliega durante más de dos horas. «Ahora es el momento y no mañana», dice, poniéndole notas a esta fragilidad esdrújula (pandémica, bélica, energética) que nos recuerda que la vida es al menos bella mientras se vive inmerso en la burbuja de una canción.

O de muchas. Porque el salvavidas musical continúa con el resto de los temas de la noche. Suena 'Tambores de guerra' y la contienda parece quedar en suspenso. Le sigue 'Aprieta' («pero si la vida te aprieta, no olvides decirle a tu alma que puedes con ella») y no hace frío ahí afuera. Llega 'Mujer de las mil batallas' y no hay huracanes que despeinen voluntades.

«Qué ganas de volver, después de este tiempo en el que nos han cortado las alas», cuenta Manuel Carrasco, quien llega a esta cita un par de veces pospuesta con el ánimo del galán –«los bolsillos llenos de nervios»–, dispuesto a darlo todo para perdonarse olvidos y volver a conquistar. A su catálogo de canciones esperanzadas ('No dejes de soñar'), recitativas ('Ya no') empoderadas ('Que nadie'), enamoradizas ('Los primeros días'), se unen una banda poderosa, unas pantallas alimentadas con cámaras atentas a cualquier detalle (de los teclados a los pies que marcan el compás) y un relumbrón de focos que alumbra el pabellón completo cuando termina el encadenado de 'Sabrás', 'Y ahora', 'Bailar el viento' y 'Siendo uno mismo'. Después, Carrasco se recoge en una parte acústica –un único foco, una guitarra sola–, que incluye 'Entiendo' (con el arrebatado rasgueo final), 'Soy afortunado' (con ropaje de pasodoble, que en Valladolid sale «bordao, bordao»), 'El aire de la calle' o 'Dispara lentamente'.

Y justo después, el poderío vuelve con 'Te busco en las estrellas' (ya sin americana) o 'No dejes de soñar', cuando las linternas del móvil dibujan una constelación en gradas y foso. Yla fiesta sigue (al piano en 'Prisión esperanza', con los bises y la traca final) para recordar que la vida es tan bella, tan frágil y a la vez tan corta como el estribillo de una canción. Así que, lo mejor es bailar sin descanso, cantar aun cuando desafines, disfrutar, en fin, mientras todavía suena la música, mientras se tararea esta melodía pegadiza y a veces machacona que llamamos vida.

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