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En su formación se cuentan tres de los nombres señeros de la música del sigloXX: Nadia Boulanger, Krzysztof Penderecki y Herbert vonKarajan. Antonio Wit ( ... Cracovia, 1944) se hace cargo esta semana de un programa que fue empeño de Jesús López Cobos, uno exclusivamente dedicado a Ottorino Respighi. Como solista vuelve Eric Silberger, que sustituye a la violinista prevista Albena Danailova. «Ha sido una suerte que él conociera la obra, no es un concierto de repertorio», se congratula el director titular de la Sinfónica de Navarra hasta la pasada temporada.
Wit debuta con la OSCyL, una de las pocas que le faltaban por dirigir en España. «El programa abarca tres obras muy distintas. Las 'Fiestas romanas' es una obra muy difícil porque tiene muchos solos, muchos detalles y una orquestación ingente, con órgano, piano a cuatro manos, mandolina... Las 'Arias y danzas antiguas' supone una orquestación más sencilla que Respighi hizo de un tema para laúd del siglo XVI, él la moderniza pero mantiene el color antiguo con el clave. En cuanto al concierto, utiliza escalas atípicas, una seña de este compositor».
Con más de 150 grabaciones en su haber, Wit ha estrenado obras de casi todos los compositores polacos contemporáneos –Szymanowski, Penderecki, Lutosławski, Górecki–, así como de Arvo Pärt, Sofia Gubaidúlina o Messiaen. «Boulanger me abrió los ojos a las escuelas de música y luego comencé a trabajar con un compositor ya de prestigio como Penderecki. Estrené mucha música con la Orquesta de la Radio Polaca y grabamos decenas de discos en sellos comerciales. Estoy acostumbrado a trabajar con el compositor en la sala, siempre es para mí una gran experiencia. Pero no todos son iguales, hay compositores que no dicen nada, hasta es difícil adivinar si les gustó la interpretación».
Recuerda que cuando hace «casi 60 años decidí que me dedicaría a dirigir, hubo quien me dijo que no tendría futuro porque las grabaciones eran mucho más perfectas. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que la gente tiene necesidad de música en vivo, en una sala».
Esta convencido de que «la música clásica tiene un gran futuro, en Oriente está creciendo el número de público interesado aunque en algunos países de Europa corre el peligro de envejecer. En España hay una esperanzadora mezcla de edades». En cuanto al repertorio, la reticencia a la contemporánea la considera general: «Si se construyen salas para 2.000 personas, es más fácil llenarlas con obras que la gente conoce que con las nuevas». En cuanto a su preferencia, «mi opción favorita hoy no es estrenar más música. Me gustan mucho obras del XIX y del XX aunque hoy hay también grandes compositores. Pero incluso dentro de los indiscutibles, no me gusta todo Beethoven –tiene un catálogo amplísimo de más de 130 obras– y de Penderecki tengo mis preferencias –la 'Pasión según san Lucas' y el 'Réquiem polaco'–».
Desde hace 30 años dirige orquestas españolas por lo que decidió aprender el idioma –«es mejor leer el menú en castellano que en inglés», sonríe– y lo primero que pidió de la OSCyL fue la plantilla de músicos. «He sido compañero de los padres de algunos de ellos y conozco algunos de sus profesores», aclara quien anima a gozar de «las 'Fiestas romanas' y su alegría».
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