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Hace dos años que Víctor Teresa está al frente de In Crescendo, un proyecto que comenzó en el colegio Allúe Morer, con su directora Henar Rubio como pilar imprescindible, y que hoy se extiende por el Cristóbal Colón, el Arca Real, el Centro nº1 y ASPACE. Tenía que sobreponerse al carisma del fundador, Benjamin Payen, y afrontar el crecimiento exponencial de aquel embrión que hoy implica a unas 500 personas, entre chavales y docentes.
Aunque en su calendario musical figuran los ensayos de los mayores, los jueves, y los pequeños, los viernes, su agenda está transida por labores de mediación con el profesorado ajeno a la música, con la oficina del Miguel Delibes, con el repertorio para el próximo concierto o los talleres. «Los chicos aún no lo saben pero serán ello los que impartan el taller de marzo en ASPACE», dice recordando el concierto de fin de curso del año pasado cuando dirigió a 150 intérpretes sobre el escenario, sillas de ruedas incluidas. «Cuando vi la cara feliz de Mariano, de ASPACE, cantando, todo estaba justificado». Pasados los tragos de leer pentagramas y hacer sonar sus instrumentos, Víctor Teresa tiene claro el fin del proyecto: «Que los chavales se den cuenta que no solo hacemos algo bonito, que tienen una responsabilidad y que pueden mejorar la vida a otros». Estos afortunados músicos viven en una zona deprimida de la ciudad pero reciben visitas de solistas de primer nivel que han logrado extasiarles con Bach casi tanto como Fonsi con su ‘Despacito’.
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