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Junto a Ismael Serrano, Pedro Guerra o Javier Álvarez, formó parte de la generación de cantautores de finales de los 90. Con la llegada de los 2000, Carlos Chaouen abandonó Madrid para asentarse en su costa gaditana natal. Allí, su música se desarrolló primeramente introspectiva ... y oscura para evolucionar, desde hace dos discos, hacia parámetros más eléctricos y luminosos. 'El Refugio' es su último trabajo que defiende este domingo (19:30 horas) en la sala Porta Caeli de Valladolid.
-Cinco años de silencio discográfico. ¿Qué le ha motivado volver a los estudios de grabación?
-Es cierto. Han pasado casi seis años desde el último trabajo. Decidí parar un poco por mi actividad circular, pero la idea no era parar tanto tiempo. Para colmo, este nuevo disco salió en febrero de 2020, justo antes de la pandemia. Juro que lo de llamarle 'Refugio' no tuvo nada que ver con lo del confinamiento y nunca tuve premoniciones de ese tipo.
-Al igual que 'En la frontera', vuelve a rodearse de guitarras eléctricas, 'hammond' e instrumentaciones de rock. ¿Es definitivo su asentamiento en ese formato para abandonar al cantautor acústico?
-Realmente es el disco en el que más he tocado yo. He abusado de mis propias manos y, quizás, eso adolece de otras riquezas. Pero, en cualquier caso, es un trabajo más honestto. En directo lo estoy disfrutando muchísimo.
-En este trabajo canta sobre 'Los que haremos rock and roll'. ¿Qué opina de aquello de que el rock ha muerto de nuevo?
-Llevamos muchos años con eso y, supongo, que es cuestión de ciclos. Pero realmente si nos remitimos a lo que escucha la gente joven, sí podríamos decir que el rock ha muerto. Solamente somos ya solo una última generación la que escucha con devoción rock and roll. En cualquier caso, mientras mi generación no desaparezca …
-Además de cantautor también es psicólogo, aunque no ejerza. ¿Está de acuerdo con algunos de sus colegas que piensan que se 'patologizan' demasiados estados mentales?
-Estoy de acuerdo. La gente tiene miedo a sentir… además es más vulnerable en el sentido de que no tiene recursos para manejar sus propias emociones. Por otra parte, hay una vida virtual que impide poco control de una vida interna y eso afecta a un estado de susceptibilidad muy alto. Estamos creando a gente cada vez menos resiliente.
-Su canción 'El cielo aquí' le muestra como un artista plástico además de musical, gracias a la integración del paisaje y de la naturaleza en su música. ¿Hasta dónde influyen estos ámbitos en sus canciones?
-Yo creo que en todo. De alguna manera, todo sale para bien y para mal en las canciones. Y para mí, los colores, el paisaje y los horizontes son muy importantes. Este disco refleja ese aire fresco que yo necesitaba hace tiempo. Sin ser consciente de ello, me han salido letras más luminosas que en otros trabajos.
-¿La valió la pena dejar Madrid para volver a su Cádiz natal?
-Totalmente. En lo personal y en lo vital he ganado muchísimo y no lo cambio por nada.
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