Desde la izquieda, Jesús Herrera, Andrés Salado, Claudia Pavone, Javier Franco, Airam Hernández y Sergio Domínguez. Carlos Espeso

El Calderón cuelga el cartel de «no hay entradas» para las tres funciones de 'La Traviata' más intimista

Andrés Salado, al frente de la OSCyL, y Leo Castaldi como director de escena junto a un elenco de reconocidas voces y el Coro del teatro darán vida a la ópera más representada

Victoria M. Niño

Valladolid

Lunes, 9 de mayo 2022, 13:42

Una cortesana tísica que vive en una eterna fiesta, un joven enamorado, un padre burgués que quiere salvarle y un amante vencido son los protagonistas de 'La Traviata', la ópera de Verdi con la que el Teatro Calderón retoma este miércoles su programación lírica tras 27 meses de silencio por la pandemia. Ya no hay entradas.

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Andrés Salado dirigirá a la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, Leo Castaldi es el responsable de la dramaturgia y Sergio Domínguez, el director del Coro Calderón Lírico. El libreto descansa en las voces de la soprano Claudia Pavone (Violetta), el tenor Airam Hernández (Alfredo Germont), el barítono Javier Franco (Giorgio Germont) y el tenor Néstor Losán (Gastone). Entre los personajes secundarios, la soprano vallisoletana Paula Mendoza encarna a Aninna, la criada que es además «amiga y confidente» de Violetta.

Andrés Salado vuelve al foso del Calderón tras dirigir 'El martirio de San Sebastián', en una producción de la Fura dels Baus. A pesar de tener ya «cierta experiencia» en el mundo de la ópera, esta es su primera 'traviata'. «Hay un Verdi que todo el mundo conoce, esa foto con sombrero de copa, barba y bufanda blanca. Pero no hay que olvidar que nace poco después de la muerte de Mozart, en 1813, y muere en 1901. El sempiterno Verdi es una bisagra entre dos siglos, entre el bel canto y el verismo. De origen muy humilde llegó a ser el icono de la reunificación italiana, un artista íntegro, profundo, intelectual», explicó el maestro madrileño. «Trabajó duro hasta que compuso su trilogía lírica más popular protagonizada por una gitana, una prostituta y un jorobado. Fue capaz de enarbolar y hacer crecer a estos personajes con amor y dolor».

Esos precisamente son lo ingredientes que considera Salado hacen posible levantar un espectáculo que implica a casi 200 personas, «de razas, culturas, gustos e ideas diferentes que convergen, gracias a su esfuerzo y generosidad, en un bien común que es el espectáculo».

Junto a la música, la interpretación. Leo Castaldi adapta la idea de David McVicar, estrenada en 2007 y que se repone en una iniciativa que suma al Calderón, el Liceo, la Ópera de Escocia y la de Gales. «Si algo caracteriza esta versión es la simplicidad. El director de escena no ha querido rasgar el mundo de Verdi con su personalidad. La labor dramatúrgica tiene la finalidad de meter al espectador en 'La Traviata', crear personajes profundos que escapen al clichés, que es el peligro cuando se hacen títulos tan icónicos. En este caso hemos resaltado la enfermedad de Violeta y toda la historia está transida de melancolía, es un recurso narrativo que deja ver otra parte de ella y de Alfredo», contó el italiano.

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Sergio Domínguez ha destacado el «esfuerzo titánico» del Coro que ha tenido «doble trabajo, recuperar su sonido tras 27 meses. Quizá por la obra, quizá por la postpandemia, se ha generado una energía muy especial». Por su parte, Jesús Herrera, gerente de la OSCyL celebra que el reto del foso «exige ser reactivo con los cantantes y agudizar el oído, seguro que después nuestro repertorio sinfónico suena más dramático».

Claudia Pavone ha encarnado a Violetta muchas veces, «aunque cada vez me emociona, sorprende y duele». La cortesana tuberculosa, de vida dramática envuelta en el empeño lúdico, es incapaz de dejar París, de llevar una vida anónima. Necesita brillar en una sociedad burguesa, aunque sea desde un escalón moralmente reprobable. El tinerfeño Airam Hernández también ha sido Alfredo con Claudia en La Fenice. «En esta producción hay momentos y escenas muy cinematográficas que me recuerdan a Tim Burton. Es una escenografía oscura e intimista que a los intérpretes nos permite trabajar desde el sentimiento y el matiz». Por su parte, Javier Franco es «el barítono con el que Verdi estropea los momentos del tenor y la soprano. Papá Germont quiere salvar a su hijo de esa mujer que le lleva a la perdición. En él se ve la violencia, contenida a veces y en otros momentos, no tanto».

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La ópera ya no era solo el canto épico de leyendas o la búsqueda de la belleza para el Verdi de mediados del XIX. Quiere que su música cante historias de la realidad y el verismo le lleva a fijarse en el drama de 'La Dama de las camelias', de Dumas hijo, en una prostituta tuberculosa que reta la moralidad de la burguesía decimonónica por su hedonismo y la defensa de su libertas. 'La Traviata' fue censurada en su momento y el libretista tuvo que retrotraer la acción a los años cuarenta para alejarla de sus coetáneos.

El clásico que es hoy nos transmite en palabras de Salado «que no hay belleza sin esfuerzo, sin hacer una pausa en el tiempo, sin sufrimiento. Estamos en la sociedad del antiesfuerzo donde todo se consigue fácil, rápido. Lo sublime no se alcanza sin dolor y sin amor». Castaldi considera que «aunque sea una trama del siglo XIX el contenido emocional y vital, el amor de los protagonistas y sus obstáculos, son universales. Con los clásicos, más que decir cosas nuevas, hay que hacer arqueología, descubrir los tesoros de su libreto y su música».

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Sergio Domínguez subrayó «la crítica feroz a la sociedad burguesa, hay mucha fiesta pero es una vida trágica porque Violetta ha recibido una educación que le incapacita para llevar una vida ordenada».

Ana Redondo, concejala de Cultura, y Chema Viteri, director del Calderón, destacaron que esta ópera es un homenaje a los abonados del teatro, 1.262, y a los que ya no están.

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