Beatriz Blanco: «El dolor inspira, de él surgen cosas muy bonitas»

Beatriz Blanco (Valladolid, 1987) vive desde hace tres años en Basilea. Desde allí iba a Austria a dar clase pero acaba de cambiar de universidad y desde agosto tienen plaza en la alemana de Trossingen. Suiza no llegó al confinamiento, pero no podían salir más de cinco días por motivos de trabajo, así que la grabación, en Italia, tuvo que terminarse en tiempo récord, apenas tres días. «Habíamos trabajado mucho el repertorio pero nos faltó la prueba del concierto. Ahora supongo que nos sale con tanta fluidez en el escenario por aquel esfuerzo».

El punto musical de partida fueron Webern y Hindemith. «Son obras de cuando aún eran románticos. No podía dejar de escucharlas y ninguna se toca habitualmente. A partir de ellas empezamos a elegir otras para piano y chelo compuestas en el entorno de la Primer Guerra Mundial. Sin buscarlo, acabamos reflejando dos tradiciones, dos países, dos maneras de hacer música: La francesa –con Fauré, Debussy y Boulanger– y la alemana –con Richard Strauss, Webern y Hindeminth–».

Con mezzosoprano

La guerra era la coyuntura, el amor, el sentimiento que se exacerba en el drama histórico. «Es un periodo muy difícil por la guerra. Nuestra idea era registrar los distintos sentimientos a lo largo de un día. Emocionalmente somos muy frágiles, podemos tener sentimientos encontrados a lo largo de una jornada». Por otra parte, «el disco recoge esa contradicción de la guerra y la intensidad del amor. Creo que el dolor inspira, que de él salen cosas superbonitas». Las canciones 'Morgen!', de R. Strauss, y 'Beau soir', de Debussy, son interpretadas por la mezzosoprano Solenn'Lavanant-Linke.

El dúo ha tocado en octubre y noviembre en España y ha ido presentando algunas de las obras del disco. «En España hubo confinamiento pero se ha retomado la actividad cultural. En Suiza no nos encerraron pero se paró toda actividad artística. Aún así, con todo cerrado se permitían coros de 50 personas en las iglesias. Un día hablé con una señora que me impresionó mucho. Se quejaba del abuso de cerrar todo. Defendía que lo mismo que para los creyentes era importante Dios y podían ir a la iglesia, para ella lo era la música. La cultura es un bien necesario. Me pareció dramático cancelarlo todo, dejar sin teatro, museos, conciertos, al público. Dos años después no lo entiendo».

Apesar de la pandemia, Blanco sacó adelante la tercera edición del Festival Ribeira Sacra que dirige. «Contra todo pronóstico pudimos celebrarla el pasado verano, con un 75%de la foro, y fue un éxito. Como hay más demanda que plazas –admitimos cuatro alumnos por profesor– hicimos audiciones por vídeo para seleccionar a los estudiantes». En cuanto acaba la edición, ya diseñan la del siguiente año. «Se llenaron tanto los cursos como los conciertos».

Vacunación baja

Ahora continúa su labor docente en la Universidad de Trossingen (Baden-Wurtemberg). «Es muy difícil que salga una plaza tan buena y es una suerte haberla conseguido. Me da mucha flexibilidad y libertad, puedo elegir los alumnos y las asignaturas. De los nueve que tengo, cinco son españoles». Además está «a 100 kilómetros de casa», dice quien tiene su vida en Basilea y no contempla mudanza. «Es desagradable empezar de cero». Seguirá enseñando en alemán, «pero el acento es distinto».

En su zona el índice de vacunación es muy bajo. «Apenas el 50% de la población. Creo que pesa la cuestión religiosa. Está muy extendida la antroposofía, una filosofía relacionada con la educación Waldorff, con muchos colegios en Suiza, Alemania y Austria. Escucho a gente muy inteligente que está en contra de la vacunación, no de esta vacuna sino de todas en general. Se ha convertido en un tema delicado del que es mejor no hablar. En cambio yo estoy tan contenta con mi vacuna» . A Eduardo Galeano le siguió Édouard Louis y Leila Slimani en el diván de Blanco. «Las lecturas me las recomienda mi chico, que es muy lector», confiesa la vallisoletana.