Madison Square Garden, Radio City Musci Hall de Nueva York, los Estudios Universal de Los Ángeles, el Viña del Mar de Chile, el Estadio Nacional de Buenos Aires, el Marine Stadium de Miami, el Hilton de Las Vegas… Si usted se cruza por alguna calle ... de Valladolid con Andrés Rico, que sepa que está compartiendo la vía pública con un artista que tocó en todos estos grandes escenarios y que coronó la música internacional de los años 70 y 80, cuando las camisas abiertas, los bigotes curvados, los pantalones acampanados y las estrellas solistas dominaban el mundo.
Publicidad
Hoy, Andrés es un señor de 76 años que se mantiene en buena forma andando, practicando piano y asistiendo a eventos musicales desde el confort de una merecida jubilación. Subcampeón Nacional de Judo de Veteranos, puede decirse que Andrés es también un tío realizado en el ámbito deportivo. En fin, que pocos casos se dan en el mundo como el de Andrés, un músico que nació en 1946 en la calle Padilla de Valladolid y que en 1958, antes de que Paul McCartney le tirara los tejos a John Lennon, él ya rascaba cuerdas a su laúd. Sitúense: Inglaterra aún no tenía a los Beatles, pero Valladolid ya tenía en sus calles a Andrés y a sus dos hermanos Toni y Jose, con los que inició y compartió una vida de película en la música profesional.
Su hermano Toni Rico acompañó a Andrés en sus experiencias musicales y se convirtió en un reputado manager nacional hasta su fallecimiento en 1999. José Rico, ya jubilado, creó la empresa pionera de sonido e iluminación RAS, trabajando internacionalmente, en especial con las giras americanas de Rocío Dúrcal.
Andrés necesita comenzar desde el principio para contar cómo un joven del Valladolid de los primeros años 60 acabó tocando en el Madison Square Garden o en el Estadio Nacional de Chile. «No teníamos dinero para comprar guitarras», confiesa. «Así que mi hermano Jose y yo aplicábamos una pastilla de micrófono a una guitarra normal. Nos lo teníamos que inventar». Andrés recuerda que fue en 1964, en Ortega (calle López Gómez), cuando pudieron comprar «un amplificador que costó 81.000 pesetas y un bajo de 19.000». Al cambio, 487 y 114 euros, aproximadamente. «No entiendo por qué el de la tienda se fio de que pudiéramos pagárselo».
Publicidad
Los Star Boys y los Sonicks fueron las primeras andanzas musicales de Andrés y de sus hermanos, que ya en 1963 compartían bolos en el Teatro Carrión con Helena Bianco en Los Jolly's, poco antes de que estos pasasen a llamarse Los Mismos. «Por aquella época, nuestras referencias eran gente como Enrique Guzmán o Los Rocking Boys… los Beatles aún estaban comenzando a triunfar», cuenta.
El primer salto que Andrés y su hermano Toni tuvieron que dar fue hasta el Mallorca de los primeros 70. Allí conocieron al cantante jamaicano Carl Douglas y su banda The Explosion, que llegaron al número uno en EEUU con 'Kung Fu Fighting'. Andrés recuerda: «Mi hermano y yo nos quedamos en Mallorca y montamos un pedazo de grupo con tres miembros de The Explosion. Nos llamábamos Brown Sugar y sonábamos de puta madre». Por aquellas épocas, la música negra y el soul dominaban las listas. «Eran los tiempos del 'black power'», evoca Andrés. «En Valladolid no me habría atrevido a ir con esa 'facha', pero en Madrid o en Mallorca era otra cosa».
Publicidad
Tras ser estafados por un manager que Andrés insiste en no nombrar, él y su hermano Toni pasaron a actuar en salas de Madrid junto a otros músicos pioneros que en directo resultaban espectaculares. En un concierto en la mítica sala JJ, entre el público estaba Mike Kennedy, de Los Bravos. «Nos fichó de un día para otro y nos pagaba 3.500 pesetas por barba. Ahí sí que ya nos metimos en toda la 'pomada'». De trabajar con un «complicado» Mike Kennedy, Andrés se fue a tocar a Casablanca (Marruecos) hasta regresar con su hermano Toni en la banda de Karina. Podía decirse que en aquellos años, Andrés ya era un músico fiable y respetado en el panorama pop nacional.
En 1974, Manolo Otero estaba triunfando en España y América con 'Todo el tiempo del mundo'. El seductor 'crooner' ficho a Andrés y a toda la banda de Karina a través del manager de Camilo Sesto, Manolo Sánchez. «Quedamos con Karina para decirle que nos íbamos, pero no sabíamos cómo no quedar mal con ella. Por suerte, ya habían decidido antes prescindir amistosamente de nosotros y nos liquidaron con 25.000 pesetas a cada uno… ¡nos partimos de risa!».
Publicidad
De Manolo Otero, Andrés recuerda lo bellísima persona que era… «En cambio, Maria José Cantudo, su esposa, no era tan amigable con nosotros». En aquellos conciertos, Andrés destaca que no había vallas de seguridad y que eran frecuentes las broncas. «A Manolo le querían mucho, pero también tuvo que soportar muchos insultos… hubo un espectador que se tiró todo el concierto llamándole de todo a unos tres metros de distancia» recuerda. «Al final del concierto le tuve que dar una torta», confiesa Andrés entre risas.
Tras su etapa con Manolo Otero, Andrés Rico pasa a formar parte de Alcatraz y de ahí dio el salto a tocar simultáneamente con tres de los grandes: Camilo Sesto, Rocío Dúrcal y Ángela Carrasco. De Camilo destaca «lo buen compañero y el mimo que nos daba a los músicos. Aunque lógicamente no podía llevar el mismo ritmo de vida que nosotros porque no podía ir solo por la calle». Andrés asegura «haber sentido miedo» cuando aterrizaron en México y no podían bajar del avión porque había 5.000 personas esperando. En esta época, Andrés recuerda «tener cerca a Priscilla Presley hablando con Camilo en el Festival Viña del Mar» o entrar en la Studio 54 de Nueva York y coincidir con Robert Redford y Bianca Jagger. «Por cierto, era una mierda de discoteca», confiesa Andrés.
Publicidad
Sobre su etapa con Rocío Dúrcal, Andrés Rico admite que «junto con Manolo Otero han sido los dos artistas que más me han llegado en lo personal. Rocío se convirtió en una verdadera amiga». En 2019, fue galardonado en Madrid en la III Gala de los Premios Pioneros del Pop. En 2020, el músico vallisoletano participó en la que hasta ahora ha sido su última experiencia musical, con Phil Trim y los New Tops.
Desde luego, la vida de Andrés Rico da para libro y para película, pero el músico vallisoletano aún está lo suficientemente en forma como para que se produzca otro capitulo más de su vida. El bajo está esperándole…
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.