«No es la canción del verano», avisa. «Es un intento de provocar una escucha distinta, abierta a que cualquier objeto pueda trasladarte, de dar una oportunidad a nuevos sonidos», dice Mayte Santamaría, una artista visual que empezó a grabar paisajes sonoros en ... 2007 y a utilizarlos en sus instalaciones. Por primera vez aísla esas frecuencias y las muestra exentas, sin soporte plástico. El resultado se llama 'ranDom' (en el sello vallisoletano Vestíbulo), un disco en torno a los paisajes sonoros y a la improvisación cuyo leit-motiv es la aleatoriedad, el juego con el azar.
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Los botones, los juguetes que encuentra abandonados y arregla, el motor del coche, el discurrir del agua, los relojes antiguos son algunos de los 'instrumentos' con los que Mayte Santamaría improvisa. «'Silueta' y 'Hexagrama', el primer y última tema, surgen de la guitarra. Yo no soy música, busco los sonidos de la madera, de las cuerdas, al raspar y tocar, la manera de hablar de la guitarra, representar su silueta, su forma. Los hexagramas los tomo de John Cage, improvisaciones con las seis cuerdas», suena Santamaría.
Banda sonora del viaje
Graba sonidos en sus viajes que luego edita. El paisaje sonoro articula parte de la tesis que presentará en septiembre. «Es un trabajo documental que recopila lo hecho hasta ahora en Castilla y León en escultura sonora, paisaje, poesía, improvisación e instalaciones, que es mi manera de expresión habitual. Busco los sonidos del pasado y los traigo al arte contemporáneo, al momento actual, analizo cómo se muestra eso al público, como se expone». En el disco hay un tema llamado 'Viaje', con los ecos de una estación de tren, los mensajes de megafonía, los raíles chirriantes. «Cada uno lo escuchará de una manera, son los paisajes sonoros que ido grabando desde China a Europa, buscan poner de relieve la idea de movimiento, de desplazamiento, pero cada cual tiene su imagen y sonido de viaje. Quizá le remita a los que ha vivido o quizá le sirvan los míos».
Santamaría, licenciada en Bellas Artes e ingeniera técnico industrial, apunta que «el concepto de belleza es relativo, cultural. No hay educación de escucha del paisaje. Hay sonidos más allá de las armonías y la organización de la música. Por ejemplo una banda sonora o la música electrónica han demostrado que el sonido de las máquinas es bello, solo demandan una escucha distinta, tener los oídos abiertos. El títulos del disco, random, hace referencia a que nos puede gustar algo más allá de lo bello o lo correcto. Espero quitar prejuicios y animar a estar atentos a los sonidos que nos rodean».
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El arte sonoro entronca con la experimentación musical. «Como definía John Cage, es todo eso que no es música, que no sigue unas pautas. Para mí el arte sonoro supone la incorporación del tiempo a las artes, que en las visuales ya logró el vídeo». Y aunque no menciona la palabra música, rememora el choque con las vanguardias, con la música atonal, en su momento rechazada y hoy incorporada a la memoria musical colectiva.
Gente común
Aunque se define como artista multidisciplinar, «me siento cómoda con todos los elementos», y no para de abrir campos, el último el de la escritura, su forma de trabajar encuentra en la instalación su cauce más natural y aglutinador. «La instalación te obliga a pensar en función del espacio y de su ubicación. Un disco no tiene esos condicionantes». Ahora trabaja en torno al silencio.
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Sus últimas instalaciones fueron 'Agosteros de sonidos empolvados', un proyecto amparado por la Fundación Villalar a través de sus becas, y 'Common people'. 'Agosteros...' está ligado a su trabajo teórico, a «la búsqueda de la huella sonora».
'Common people' que se expuso en el Centro de Arte Contemporáneo de Burgos (CAB) contrapone el sonido del mundo rural y la de las grandes ciudades en las que se desarrolla temas icónicos del pop y el rock, como Londres y Nueva York. «Trataba de indagar en cómo el hecho de vivir en un sitio te condiciona desde los sonidos que percibes». Si se le pregunta por la huella de Castilla y León, advierte que es «amplia, mezcla de muchos sonidos: los de las campanas, los del mundo rural, la explotación agrícola, la textil».
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Considera igual de exótico un pueblo de Oceanía que el más próximo a su casa, «me interesa la visión del mundo y la escucha de los otros».
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