roberto terne
Miércoles, 8 de febrero 2017, 09:18
35 años sobre los escenarios son los que el gaditano Javier Ruibal cumple y celebra con un doble cd y dvd repleto de colaboraciones, encanto y naturalidad tanto sonora como artística. Drexler, Kiko Veneno, Martirio y Miguel Ríos son solo algunos de los cerca de treinta artistas que se sumaron a los cuatro conciertos de aniversario registrados en Cádiz en septiembre de 2015. Su último disco y dvd 35 aniversario inmortaliza lo mejor de aquellas cuatro noches. Este viernes Ruibal, acompañado del guitarrista Iñaki Salvador, repasará en formato acústico uno de los repertorios más cultivados y a la vez populares de nuestra música mediterránea más cosmopolita.
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¿Le produce tanta satisfacción como vértigo estos lustros al servicio de la música?
Un poco de las dos cositas. Me produce satisfacción por todo lo vivido, claro. Y también vértigo porque realmente todo esto ha pasado volando. Uno no tiene la conciencia de los años que lleva en esto. Creo que cuando algo te gusta tanto, cumples años en ello de una manera seminconsciente. Y, bueno, creo que todo ha contribuido a que siga en la música y lo haga con verdaderas ganas de seguir creando.
Pertenece a los últimos artistas que conocieron los tiempos en los que un músico dependía de las discográficas. ¿Se siente ahora más libre con la actual manera de afrontar el oficio?
Me siento más libre en este sentido, claro. La divulgación independiente de tu obra es estupenda y creo absolutamente en la libertad individual del artista. Además, de esta manera tienes más conciencia de lo que estás generando y asumiendo. Siempre hay otras incertidumbres pero, al fin y al cabo, los números acaban saliendo más jugosos. Estamos en otros tiempos más independientes.
Decidió celebrar su 35 aniversario tocando cuatro días ante un aforo de 150 personas. ¿Por qué no lo hizo en una sola sesión ante una audiencia más numerosa?
Porque no quería celebrarlo como si se tratara de una manera estratégica. Y quería alejarme lo más posible a una exaltación de ego. Quería transmitir la emoción del momento pero de una manera natural, bonita y propia del toque familiar y popular de mi carrera. Sé que a mi hijo Javi (productor) esta intendencia y coordinación artística, ejecutiva y técnica se le hizo más llevadera (risas). Simplemente quería que se reflejara una fiesta de cumpleaños de las de verdad.
¿Le fue difícil coordinar a más de treinta artistas de tanta relevancia en esta grabación?
No exactamente. En la mayoría de los casos ya habíamos tocado esas canciones juntos. También pasó lo mismo con los músicos que nos acompañaron. Todos habían tocado conmigo en algún momento de mi carrera. Fue complicado el coordina las más de 30 agendas de estos artistas. Pero al final fue emotivo. Todos nos mirábamos como diciendo aquello de «hemos convertido una pequeña travesura en nuestro oficio». Y me complace mucho recordarlo.
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No es fácil seguir siendo amigo de toda esta gente tras tantos años. ¿Cómo ha logrado conservar la amistad con los compañero?
Desde el principio de mi carrera, nunca he tocado con nadie que no fuera amigo mío previamente. La música, luego, incrementa la amistad. Eso es algo que se lo explico tanto a mis amigos músicos como a los de otras áreas artísticas. Y me ha ido bien en ese sentido. En el mundo laboral creo que hay que aplicar el respeto y la complicidad que mantienes en la vida personal.
¿Mantiene fidelidad también con las musas después de todo este tiempo?
Bueno yo ahora cuando me faltan temas, pido a mis amigos que me cuenten algún asunto suyo sobre el que tratar una canción. Cuando uno sale de la fogosidad de la juventud, se sigue inspirando en el amor pero quizás desde otras ópticas. El amor y el desamor siguen siendo grandes fuentes, pero existen muchas perspectivas para tratarlo.
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También usted es de los que se documenta y cruza fronteras espacio-temporales. ¿Cómo logra fluir tan libremente entre tantas referencias artísticas?
Creo que es importante emplear un lenguaje adecuado con el contexto sobre el que estás trabajando. Para mí es como un juego en el que nunca se sabe si se está acertando o no, pero resulta divertido. Intento tener una paleta de colores amplia y usar el lenguaje, la cultura, la música de una manera coherente y también libre.
En Valladolid se le recuerda por colaborar con Celtas Cortos en su primer disco en directo allá por los años 90. ¿Continúa teniendo contacto con ellos?
Sí, claro. En aquellos años no había casi teléfonos móviles. Y hoy seguimos en contacto mandándonos mensajes, viéndonos en algún concierto. El otro día vi el vídeo de aquel directo en Valladolid. Desde el principio, ellos me dieron un abrazo artístico con mucho entusiasmo. Y su calor todavía perdura. Este tipo de abrazos son los que hacen bonito este oficio.
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