Victoria M. Niño
Sábado, 10 de octubre 2015, 09:27
Tiene big band propia, pero en el Miguel Delibes Pepe Rivero tocó con una prestada, la que forman los vientos de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León a las órdenes del trompeta solista, Roberto Bodí. El pianista cubano estará así «más libre para poder tocar». Sonaron sus arreglos y los de César Guerrero sobre temas clásicos conocidos.
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«Son obras populares como el Bolero, de Ravel, el Guillermo Tell, de Rossini, por supuesto Johann Strauss, El vuelo del moscardón, de Rimsky-Korsakov, no puede faltar Bach. Las cojo y las toco desde mi perspectiva, llevándomelas a Cuba, así como si cualquiera de ellos hubieran estado allí hubieran compuesto una rumba», sonríe Rivero. Pianista de formación clásica, desde que estudiaba tocó con orquestas y bandas profesionales. En 1997 fue requerido por Celia Cruz y Paquito DRivera y sus manos se pusieron al servicio de muchas músicas. Chopin siguió estando entre sus favoritos y andando el tiempo «tradujo» los Nocturnos del polaco al jazz latino. «No hay que olvidar que eso siempre ha ocurrido, no es de mi invención. La música clásica ha sido interpretada desde la popular. Por ejemplo Insensatez, de Tom Jobim, se basó en el Preludio 4 de Chopin, algo dicho por él mismo».Aunque cuesta imaginar al romántico en guayabera, Rivero combate raudo la melancolía europea y aquella salud quebrada, «en Cuba se le hubiera pasado la tuberculosis».
Tantos colores distintos
Lleva 17 años viviendo en España y Pepe Rivero siente la influencia flamenca. «Cuando compones dejas traslucir tus vivencias y desde que estoy aquí eso pesa». Cuando comenzó a hacer giras internacionales, España se convirtió en una parada anhelada. «Me gusta mucho la gente de aquí y los músicos son muy buenos. Allá se dice que el 90% de los cubanos es español y aquí ¿quién no tiene en sus raíces relación con Cuba? Hay un afecto especial entre ambos pueblos». Cuando se alinearon varias ofertas discográficas y musicales, dejó su trabajo en la Universidad de La Habana y se instaló en Madrid.
Está contento tras el primer ensayo. «Tengo una big band, pero no con tantos instrumentos como los que me he encontrado aquí. Sentir tantos colores diferentes de los músicos de la Sinfónica es impresionante. Desde el primer momento ha sonado. Aquí hay calidad y calidez».
Pepe Rivero habla de la fusión como «progresión». «Desde la Edad de Piedra estamos fusionándonos de forma natural desde niños, mirando lo que tiene o hace el de al lado. Cuando tienen un juguete, miran al del vecino y quieren probarlo. Es una manera de enriquecer las culturas y ahora con tanta información gracias a Internet, es más fácil». Rivero anda preparando con su banda un concierto para el 8 de noviembre en Madrid basado en su álbum homenaje al pianista Thelonius Monk. «Tocaremos con dos músicos noruegos también, ese formato y mezcla me encanta».
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En cuanto a lo de componer, reconoce que «es muy laborioso escribir para tantos instrumentos pero luego es una gozada escucharlo, es grandioso, como la música sinfónica. Esa impresión es imposible que no te guste, es universal».
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