samuel regueira
Domingo, 5 de julio 2015, 20:05
La voz de la soprano Barbara Hendricks (Arkansas, 1948) logró enmudecer anoche al aforo completo del Patio de la Hospedería en Las noches de San Benito, a lo largo del espectáculo que ha supuesto su único concierto en España para esta temporada. En esta oportunidad tan irrepetible, la cantante se ha visto arropada por el coro de Voces Blancas de Valladolid, que acompañó la velada con su espectáculo.
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Precisamente, la agrupación de 2007 dirigida por Clara de los Ojos Moral se encargó de dar el pistoletazo de salida de la noche con Glorificamus Te (Everybody sings praises), un tema que conjuga el latín y el inglés sin tartamudear.
No fue el único idioma con el que se atrevieron los jóvenes chicos del coro: temas ingleses como Wade in the water, islandeses como Alunde Aluia, populares latinoamericanos como Duerme negrito e incluso una versión italiana del Gabriels Oboe de Morricone, popularizado en La misión, de Roland Joffé. Su número terminó con dos clásicos conocidos por todo el público: The lion sleeps tonight, que provocó innevitables e involuntarios movimientos de las cabezas del público de un lado a otro; y Sing, sing, sing, de Benny Goodman, que acompañaron con una coreografía llena de sombreros, colores y sombreros de colores. Entre tema y tema, podía escucharse a Barbara Hendricks calentar la voz y hacer sus ejercicios para un turno que, cada vez, era más inminente.
Y, al fin, salió Barbara Hendricks y el público estalló en aplausos. Después se impuso el silencio, no sin que antes la propia soprano insistiera, en más de una ocasión, en que los espectadores guardasen sus teléfonos inteligentes y se abstuvieran de realizar fotos o grabaciones durante el espectáculo, que podrían distraerla durante sus intervenciones.
A lo largo de su colección de lieder (cancioneros) alemanes, que se desempeñó bajo el título Lamenti y espirituales, la soprano, con nacionalidad sueca, contó con los instrumentistas Björn Gafvert para el órgano y el piano, y Dohyo Sol para la tiorba y la guitarra. Ambos músicos también contaron con sendas oportunidades para improvisar y cautivar al público durante unos minutos en solitario.
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En los pasillos periféricos del Patio de la Hospedería, los niños del Coro de Voces Blancas se escondían bajo las mesas y escuchaban con atención muda a la soprano, que no tardaría en invitarles a cantar Tula Tula.
Al término del concierto, dos espectadores, Carlos y Rosa, afirmaron estar «encantados» con el resultado del recital: «Nos encantarían más cosas de esta categoría, un estilo clásico», aseguraba Carlos. La pareja había reservado las entradas con 20 días de antelación, rendidos tanto ante la «fabulosa voz» de la soprano como ante su «valor humano». También confiaban en el buen hacer del Coro de Voces Blancas, el grupo en el que Rosa había puesto sus mayores esperanzas.
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Una voz para los sin voz
Arkansas, 1957. La pequeña Babs, de 8 años, ve en la televisión del vecino que la Guardia Nacional y numerosos partidarios de la segregación racial han impedido a nueve estudiantes afroamericanos el paso al instituto en el que estaban matriculados. La pequeña de los Hendricks aún no lo sabe, pero está viviendo un episodio clave en la gestación del movimiento por los derechos civiles en EEUU. Sí que comprende que en su país están empezando a cambiar las cosas, y que con lucha y sufrimiento se puede conseguir aprovechar las oportunidades que, solo a partir de ahora, la sociedad está dispuesta a brindarle a una niña como ella.
Valladolid, 2015. La soprano Barbara Hendricks, de 66 años, corona un espectáculo único en España en el Patio de la Hospedería, en la segunda velada de Las noches de San Benito. A sus espaldas carga años de reconocimientos y galardones a su carrera musical, traducidos en premios como el Príncipe de Asturias de las Artes (en el año 2000) y la Legión de Honor francesa (en 1987). Pero la niña, aunque se hizo mujer, no olvidó jamás a aquellos valerosos muchachos y continuó su lucha por los refugiados y desheredados de todo el planeta, hasta convertirse en una de las figuras humanitarias de mayor relevancia mundial.
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