Victoria M. Niño
Martes, 5 de mayo 2015, 11:46
No todo lo que tiene forma de libreto y partitura de ópera es sublime. Los músicos del XIX que dirigía Berlioz sobrellevaban la mediocridad de algunos encargos con relatos que se iban contando en los silencios de su tarea. El compositor francés publicó un libro de ficción con aquellas historias que ha sido traducido ahora como Las tertulias de la orquesta por Enrique García Revilla. El profesor y músico burgalés ha hecho una edición crítica basada en las dos primeras ediciones de 1852 y 1854 que ha alumbrado la editorial Akal, y que presenta este miércoles a partir de las 19:30 en la librería vallisoletana El Árbol de las Letras.
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Después de La estética de Berlioz a través de sus textos, el filólogo y violinista sigue prendado del que considera «el mejor escritor de los compositores románticos» y empeñado en restituir su sitio en el campo literario. Como director, «es el padre de la dirección moderna, por eso busqué a Pablo Heras-Casado para hacer el prólogo. Entonces estaba dirigiendo Carmen en el Metropolitan de Nueva York y le gustó la idea».
El arte temporal
Berlioz escribió en los periódicos durante toda su vida. «Tenía un gran sentido del humor, era un poco gamberro. Este libro de ficción es una colección de relatos de todo tipo cuyo hilo conductor son los músicos de una orquesta que se aburren cuando tienen que interpretar obras malas o mediocres. Es una manera distinta de ver el foso, lo principal no ocurre en el escenario sino en el foso que nadie ve. En cambio cuando tocan buenas obras, no hay historias, solo música». El también violinista reconoce que hoy es impensable esa ficción, «aunque como dice Heras-Casado, te quedas con ganas de escuchar esas historias cuando la música no te atrapa».
Los cuentos van «desde un relato futurista, al estilo Verne, que lo sitúa en el año 2344, otro habla de cuando se erigió una estatua de Beethoven en Bonn por un celebrado aniversario con presencia de las casas reales de toda Europa a otro surgido de las memorias de Cellini». Las 25 historias se rematan con dos grandes epílogos. «Ahí también expresa parte de sus ideas estéticas y musicales. Es un artista romántico que defiende que la calidad musical y literaria deben ir parejas, no admite que cojee el texto y la música sea sublime, como ocurre a veces con las óperas italianas. Defiende la idea de arte total, de música expresiva, como Wagner».
Londres como capital donde más música se consumía en Europa, donde más sociedades filarmónicas había, el arte temporal «ese que transcurre paralelo en la vida, un concierto exige ese tiempo de escucha simultáneo a su producción» frente a las «arte plásticas que le dejan frío» o las preferencias operísticas son otros temas abordados en dos epílogos. Enrique García Revilla prepara ahora la traducción de las memorias de Berlioz, también para Akal, y más a largo plazo, una guía sobre el compositor.
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