Eloy de la Pisa
Viernes, 13 de marzo 2015, 16:19
Cuentan los biógrafos de Dylan que, un buen día, el artista que quería ser 'más grande que Elvis' se dio cuenta de que jamás sería capaz de superar a una banda inglesa que tenía revolucionado al mundo musical anglosajón. Fue, narran, durante un viaje en coche en Estados Unidos. En la emisora sintonizada en el automóvil en el que viajaba Dylan leyeron el Top10: 'The Beatles' tenía seis canciones entre las más escuchadas, y tres de ellas ocupaban las tres primeras posiciones. La cuarta era 'The Times they are a-changin'. Lo que quizá desconocía por entonces el emergente músico de Minessota es que, dos años después, dos de sus LP conducirían a los chicos de Liverpool -y con ellos a casi todo el mundo del rock-, a beber de fuentes distintas.
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Aquellos discos se titularon 'Bringing it all back home' y 'Highway 61 revisited'. El primero contiene 'Subterranean Homesick Blues', la canción que acabaría sirviendo de soporte al que está considerado el primer videoclip de la historia, y el onírico paseo de un adicto en busca de su camello: 'Mr. Tambourine man'.
El segundo se abría con 'Like a rolling stone', la considerada mejor canción rock de la música anglosajona de todos los tiempos, y se cerraba con una extensa canción que convertía Estados Unidos en una 'Desolation row'. Fueron dos discos grabados a la manera de Dylan: sin ensayar apenas, dando por buena la primera o la segunda toma, pero a la vez cargados de una magia y un poso que les convirtió en clásicos apenas salieron a la calle.
Pero vayamos por partes, como decía Jack el destripador.
El 22 de marzo de 1965 se publicaba 'Bringing...', el disco que convulsionaba el folk. El LP en el que el pope de la música tradicional se decidía a grabar varias canciones con el apoyo de guitarras eléctricas. Y, para más inri, lo hacía a lo grande y desde el primer corte del disco. 'Subterranean...' es una canción que rompió muchos moldes: Dylan canta con un aire rapero desconocido por entonces; las frases suenan hoy más como tuits que como versos; las guitarras eléctricas puntean de tal manera que la canción suena a una velocidad extraña para el momento... El caso es que la canción tuvo tal éxito que devoró al disco, y en muchas reediciones -oficiales incluso-, el título del LP era el de la canción emblema, no el que le puso el cantante.
Lo que nunca nadie se atrevió a cambiar fue la foto de la portada, en la que Sally, la esposa del entonces representante de Dylan, Albert Grossman, domina todo el espacio embutida en un espectacular vestido rojo. Hasta en eso fue rompedor el chico de Duluth. Su ego le hace protagonizar la portada de todos sus discos -las excepciones se cuentan con los dedos de una mano-, pero siempre supo encontrar la manera de cómo aparecer.
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Pero sigamos.
¿Qué impulsó a Dylan a mover las estructuras del folk? Mucho se ha escrito sobre ello. Y pocas certezas hay. Tampoco él ha dado una explicación que suene a determinante. Al final todo parece ser producto de una evolución natural, salpimentada con la influencia de los Beatles y la aparición en su vida de 'The Hawks', una banda canadiense de rockabilly liderada por Robbie Robertson y que con el tiempo acabaría siendo la mítica 'The Band'. Pero esa es otra historia
Y todo esto tuvo su punto de partida en Nueva York -¿dónde si no?-, el 28 de agosto de 1964. Ese Dylan se reunió con los Beatles. Allí Dylan encontró la fuerza para consolidar su salto al rock, y John Lennon la inspiración necesaria para girar sus letras hacia una mayor introspección. La rivalidad de ambos, bien entendida porque fueron amigos, mantiene viva la rueda del rock&roll desde entonces.
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Pero lo interesante, en este minuto del partido, es que de esa reunión es que para Dylan supuso la chispa que necesitaba para encender la mecha que llevaba tiempo desenrollando. Una mecha que conectaba dos explosivos. El primero ya lo hemos visto, 'Bringing it all back home'. Un simbólico título -'Trayéndolo todo para casa' podría traducirse- muy en la línea de mensajes que tanto gusta al cantante. No olvidemos, por ejemplo, que cuando fue abucheado en el Festival folk de Newport por salir al escenario con una banda eléctrica, el mismo año de publicación de los dos discos que ahora cumplen 50 años, pareció ceder a las críticas, se retiró y regresó parapetado en una guitarra acústica para cantar 'It's all over now, baby blue' ('Ya todo acabó, querida') y no volver nunca más a ese escenario.
Ese trabajo, publicado en marzo de 1965 irritó a muchos, descolocó a más, y tuvo efectos colaterales varios. Y no solo abucheos. Se dice que ese cambio de actitud le costó a Dylan la relación con Joan Baez. Algo probablemente falso. Para los dylanistas la Baez siempre estuvo enamorado del juglar, y lo que realmente pasó es que el artista, comprobado que la rein del folk ya no le aportaba nada, acabó por dejarla. Y es lo más creíble. Dylan siempre ha sido muy fan del amigo-kleenex, y Baez no iba a ser una excepción. Lo cierto es que hasta 1975 no se les volvería a ver juntos en un escenario, aunque luego Dylan grabaría una intimista escena con ella para su película Renaldo&Clara
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Pero me disgrego.
La aparición de las guitarras eléctricas en Bringing fue terrible para muchos, pero la salida el 25 de julio de 1965 del sencillo con Like a rolling stone fue el agua que ahogó los últimos rescoldos que aún pudieran quedar del idilio entre el folk y Dylan.
Glosar la canción, que la revista Rolling Stone ha considerado la mejor en lengua inglesa de la historia, sería largo y prolijo. Sus versos han sido dados las vuelta miles de veces en busca de pistas que descubran quién es cada uno de los personajes que describe; fue grabada quince veces y al final Dylan se quedó con la cuarta versión; fue escrita después de una agotadora gira por Inglaterra que puso al cantante de un humor de perros. Todo está contado muchas veces y las versiones que se han hecho de ella casi alcanzan las que se grabaron del Yesterday de los Beatles.
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En agosto, el 30, de 1965 se editaba Highway 61 revisited, el álbum que se abría con la mítica canción, y en la que las guitarras eléctricas, los teclados y la percusión lo dominaban todo. La Autopista 61 es una de esas carreteras míticas de Estados Unidos. Nace en Duluth, la localidad natal de Dylan, y muere en Florida. Quizá era un mensaje para decir que emprendía un nuevo camino sin vuelta atrás; quizá no quería decir nada. Es Dylan, ¿quién sabe lo que piensa?
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