Secciones
Servicios
Destacamos
Javier Aguiar
Viernes, 21 de noviembre 2014, 12:31
Es uno de los referentes del jazz español de las últimas décadas. Perfeccionista e incansable buscador de nuevos registros no se siente atado a ninguna fórmula o estilo y vive, compone e interpreta la música con una libertad inquebrantable. Presenta su último trabajo, Huellas, por el que obtuvo el premio al mejor músico europeo de jazz de 2013, en la Fundación Juan Manuel Díaz-Caneja. Sus saxos y sus flautas estarán acompañadas por la guitarra de Rycardo Moreno, la batería y el cajón flamenco de José Manuel Ruiz, Bandolero, y el bajo de Pablo Báez.
¿Por qué se relacionan tan bien el jazz y el flamenco?
Todas las músicas se parecen a la vez que todas se diferencian. Todos los músicos del planeta trabajan con la misma materia prima, que es el sonido y el silencio. A partir de ahí hemos construido intelectualmente diferencias musicales convirtiéndolas en estilos, pero la esencia es la misma y yo es lo que busco. El jazz y el flamenco tienen muchas cosas en común, como son ritmos, acordes, ciertas disonancias en los acordes. Tienen mucho en común.
¿Y un saxofonista cómo llega a esa fusión?
Yo me he metido en el flamenco con un instrumento que no tenía ninguna tradición ahí pero tiene una tradición jazzística increíble. Por eso he tenido que fijarme mucho en los grandes maestros del flamenco y en los del jazz para poder asegurar la calidad. Así que en mí esa mezcla está asegurada.
Se ha fijado en ellos y ha tocado con muchos de ellos.
Bueno sí tuve mucha suerte de encontrarme en mis principios en el camino del flamenco con Paco (de Lucía), Enrique (Morente), Camarón y con otros muchos con menos nombre pero igual valía. He bebido de buenas fuentes.
¿Es en la música de raíz donde se encuentran las esencias que tanto busca?
Sí, sí. Hay cierta tendencia en la élite musical, tanto en el jazz como en la música clásica, en los conservatorios... a la sutileza y a la triple pirueta con salto mortal intelectual y se olvida que la música es parte de un engranaje humano, y una de las cosas más bonitas de la música es compartirla. Hay un término medio entre la charanga, por así decirlo, y la sutileza de los compositores más elitistas que es donde hay que centrar el tiro y hacer música de calidad, sin límites para el artista pero que al mismo tiempo tenga su raíz y su enganche con la tierra, que se pueda compartir con la gente. Y eso para mí se manifiesta en el ritmo y en ciertos giros melódicos como muchas frases del blues o del flamenco, ciertos quejíos que llegan tanto a los huesos de un africano como de un esquimal.
¿Qué ha supuesto la fusión para el jazz?
El jazz en sí mismo es fusión. Como el flamenco. No es puro en el sentido de que haya bajado del cielo y se haya instaurado como jazz. Es un poco de compositores europeos, de las operetas de Broadway, del blues rural y de otras muchas cosas. Es una perogrullada pretender que sea otra cosa. El jazz nació bajo ese signo, del blues, el rythm&blues y un sinfín de pequeños microestilos en múltiples vertientes. El jazz sigue su camino porque su vocación es fundirse con cualquier otro estilo. Los que intentan preservarlo en su pureza y ponerle alambradas a lo que se hizo en los años 50 y 60 están en su derecho pero no sirve de nada. Y con el flamenco pasa tres cuartos de lo mismo.
¿En qué se inspira para componer y cómo se plantea el hecho creativo?
Carezco de un método concreto para componer y al mismo tiempo tengo muchos. El primero es la observación, dejar hablar al inconsciente y de ahí salen melodías y ritmos arraigados en lo más íntimo de ti mismo, que a veces no sabes de dónde han salido. Supongo que están en algún inconsciente colectivo. Hay veces que me siento al piano o pongo algunas secuencias en el ordenador y consigo grabar encima una melodía que me gusta. También extraigo melodías de mis propias improvisaciones y, en ocasiones, voy silbando por la calle y sale algo que me interesa y entonces lo anoto...
¿Cómo es Huellas, el trabajo con el que está de gira y que presentará en el Festival de Palencia?
Es muy difícil de definir. Tiene que ver con todo lo que hemos hablado antes. Con esa manera de comprender el jazz y el flamenco con una fusión de múltiples influencias personales y colectivas y una instrumentación basada en la guitarra flamenca, pero también con otros colores. En definitiva la gente que vaya se va a llevar un buen chapuzón de música sin fronteras, de improvisaciones, soniquetes del flamenco más hondo y de jazz. Habrá un montón de ritmo y de música.
Siempre habla de una música libre, sin ataduras y sin complejos. ¿Es esa su bandera?
Podría ser, el problema es que a mí no me gustan las banderas. No me gusta llevar ni siquiera la pirata. Pero sí, esa podría ser la nuestra... pero sin bandera.
¿Qué tal feeling tiene con Rycardo Moreno, el Bandolero y Báez?
Muy bueno. Es sorprendente el sonido que sale, la originalidad y la calidad de esta gente. Llevamos mucho tiempo tocando y hemos llevado Huellas por todo el planeta, así que tenemos muy buenas vibraciones porque además son gente de mucha solidez.
¿Qué supuso para usted recibir el premio como mejor músico de jazz europeo?
Recibir un premio así da mucha alegría y también te da ánimo para seguir. Otra cosa es que te lo creas. De que te sientas bien por recibirlo a que pienses que eres el mejor hay mucha distancia. Hay gente muy buena y un día te toca y otro no.
¿Qué recuerdo guarda de Paco de Lucía y de su herencia musical?
A final, de todo, yo creo que me quedo con su esencia. Con ese amor que sentía por el flamenco, de su empeño por hacer las cosas bien, de hacer música con criterio, con esfuerzo y con su método... era un mago en todo eso. Me quedo con eso entre otras muchas cosas que todo el mundo conoce.
Pedro Iturralde, que actúa un día después, es otro músico de referencia también para usted.
Sin duda, claro, ha significado para los músicos de mi generación un punto de referencia y dentro de mi instrumento es un saxofonista de gran nivel mundial durante toda su carrera, que también tuvo la vista y la intuición de unir el jazz y el flamenco y ha hecho un trabajo increíble para todos sus alumnos. Siento hacia él mucho agradecimiento aunque yo no haya sido un músico muy cercano a él en lo personal pero tenemos muchos amigos en común y admiro su labor.
¿Se ve como él subido a los escenarios tocando el saxo a los 85 años?
Pedro es navarro y yo no, con eso está dicho todo.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.