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Imagen de la pimera Coral Vallisoletana en 1924, en el patio de San Gregorio.
Noventa años de solidaridad cantora

Noventa años de solidaridad cantora

La Coral Vallisoletana, fundada en 1924 por Julián García Blanco, celebra su historia con dos conciertos

Victoria M. Niño

Jueves, 20 de noviembre 2014, 12:16

Son más mujeres que hombres, en la cuarentena avanzada de media, población ocupada hay quien solo ensaya los viernes porque trabaja en Madrid, que se juntan tres veces por semana para cantar en Cadenas de San Gregorio. Forman la Coral Vallisoletana de 2014 que, dirigida por Sara María Rodríguez Piñeiro, celebra este fin de semana los 90 años del orfeón.

La Coral Vallisoletana nace en la España de 1924, a semejanza de otros coros provinciales vecinos. La funda el maestro de capilla de la Catedral Julián García Blanco. Se presentó en el Cine Hispania, en la calle Muro, y su primera sede estuvo allí, en la Casa Social Católica. Con García Blanco este coro masculino estrenará obras de Antonio José, el compositor burgalés asesinado al comienzo de la Guerra Civil. «Tuvo un origen religioso pero siempre se alternó ese repertorio con el folclórico. Los directores eran grandes folcloristas. Por ejemplo el maestro Haedo era el Joaquín Díaz de Zamora y dirigía la coral de esa ciudad. El orfeón vallisoletano tenía lo que se llamaba el cuadro artístico que se dedicaba al folk, con dulzaina, tamboril y también bailaban en sus actuaciones. Se hizo El cuadro castellano con textos de Francisco Javier García Abril y música de Facundo de la Viña», explica María Ángeles Vázquez, secretaria de la institución durante un cuarto de siglo.

Del intercambio con otras corales viajaban a Zamora, Palencia, Burgos, Madrid, Santander hay huella en los repertorios, como obras del maestro Benedito. Poco a poco el archivo de partituras fue creciendo a medida que el prestigio de la Coral. Cuando estaba al frente el sucesor de García Blanco, Carlos Barrasa (1950-1993), el coro fue solicitado para estrenar en Madrid el Carmina Burana, de Orff, la Missa Paschalis, de M. Alonso o In expectatione resurrectionis Domini, de C. Halffter, entre otras obras. «La Coral cantó dirigida por batutas como Luis Remartínez, Mariano de las Heras, Odón Alonso o Jesús López Cobos, eso dice mucho a favor del trabajo de Barrasa». Los coralistas vallisoletanos eran elegidos por esas batutas. «Corrían tiempos difíciles en los que la ciudad no se podía permitir traer o tener una orquesta o coro profesional. Carlos Barrasa supo hacer de un coro de aficionados una coral importante. Nos enseñó esa música que no entendíamos. Éramos conscientes de nuestras limitaciones y cuando vives esa experiencia con esos directores da gusto. No teníamos horario, no importaban las correcciones que te hicieran porque sabíamos que solo lo conseguiríamos a base de repetir», cuenta Vázquez.

La actual directora, Sara (La Habana, 1969) es la tercera mujer que se pone al frente. A Barrasa le siguió Pedro Aizpurúa (1993-1999), otro maestro de capilla compositor. «Sus ensayos eran fantásticos, la coral sonaba distinto», pero al director del Conservatorio de Valladolid le tiraba más la escritura musical. En 1999 le proponen la ayuda de Mary Young Bragado, la directora que inicia la saga femenina. Sara hereda la dirección de María José Egido, tras dos años con Carlos Espinosa. «Siempre trabajé con aficionados, es más difícil que el mundo profesional porque tienes que transmitir la música que deben cantar, sin embargo los resultados son más rápidos».

La Coral siempre tuvo un ángel de la guarda, un conseguidor, el presidente. Francisco Plaza ocupa ese cargo y la vicepresidencia, Angelines Porres, cantora de Santa Cecilia pero «admiradora siempre de la unidad de la Coral». Y es que «cantar en un coro socializa, demanda una solidaridad indispensable para lograr el resultado perseguido», afirma Vázquez, sucedida en el cargo por Patricia Canal.

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