R. T.
Jueves, 17 de julio 2014, 10:10
Riqueza multicultural la que se vivió anoche en Universijazz con Chucho Valdés. Evidentemente, con el jazz cubano como punto de partida y con su The Afro-Cuban Messengers de cómplices arrebatadores de una noche repleta de química musical en San Benito. Border Free, su último trabajo, es un disco ambicioso en idas y venidas geográfico-musicales. Sin embargo, su resolución en directo supone una recreación repleta de sentidos, coherencias y trances que logran un ADN propio tras una mutación de estilos simplemente magistral, como no podía ser de otra manera.
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José Luis Gutiérrez (director artístico del festival) presentó a Chucho con una actitud más cercana a la celebración que a los protocolos de rigor en estos casos. Pidió al público que recibiera a Valdés no solo con un aplauso, sino además de pie. «Hoy no es un día más. Nunca había pasado algo así en la historia del Universijazz... Una leyenda del Jazz Latino». Está claro que el festival organizado por la Universidad de Valladolid y que patrocina El Norte de Castilla junto con el Ayuntamiento de la capital y la Cadena Ser, vivió anoche una jornada histórica que, por otra parte, aviva la repercusión del ciclo vallisoletano a nivel nacional.
Ataviado completamente de blanco, Chucho salió al escenario con ganas de mostrar toda la artillería de su banda desde el primer momento. Lógicamente, una banda con una elevada importancia de instrumentos de percusión, teniendo en cuenta que entre manos tenemos un jazz latino que, en este caso, decide planificar un viaje de ida sin retorno hacia músicas africanas, árabes o comanches. Congodanza sirvió para abrir repertorio otorgando un manual de intenciones así como espectacularidad, con Yaroldy Abreu Robles comenzando a sacar rendimiento a la percusión. No fue el único momento de Robles, aunque a lo largo del concierto compartió plano con el resto de percusionistas, especialmente con Dreiser Durruthy Bombalé, quien se encargaría de aportar las partes más africanas de la noche. Especialmente también con su voz. Rodney Barreto apareció en su inmensidad en la interpretación de Julián rescatando la época de Chucho Steps.
Antes de la subida al escenario de la vocalista Mayra Caridad, la jornada se debatió en torno a variaciones tan caprichosas como populares y magistrales, solo interrumpidas por momentos de sensibilidad como el de Caridad Amaro. Un tema brillante, sin duda alguna, en hermosura y talento con el que Chucho dio rienda suelta anoche a su naturalidad para improvisar y saber regresar como un maestro.
Tras una locura en la que no faltaron ni tangos ni pasodobles, salió a escena Mayra Caridad, quien comenzaría por swing viajando a Norteamérica y finalmente a Cuba tirando de cha, cha, cha, contando como invitado especial con el pequeño Julián Valdés. Lujo vocal para el final de una noche de leyendas.
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Y, lo más importante, una noche donde lo magistral se da la mano con la popularidad y el contacto con un público mayoritario y cultivado. Ambición al servico de la cultura y de la educación musical. Tras la despedida de Mayra del escenario, Chucho Valdés y su banda subieron de nuevo al escenario al cierre de esta edición, esta vez con Ángel Gastón cambiando el contrabajo por el bajo eléctrico. Fiesta final con tantas incógnitas como garantías.
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