da era una niña que vivía en la calle Muro: su padre era don Cándido, alférez provisional y mutilado de la guerra civil, y su madre, mujer minuciosa, pintaba preciosos cuadros. Eran siete hermanos en casa y, de pequeña, leía cuentos, como aquel protagonizado por ... un elefante que planchaba las camisas sentándose encima, el troquelado del país de las sequías y las inundaciones o aquel otro de Mariuca, la castañera, que siempre leía los domingos nada más levantarse. No recuerda ya si los cuentos se los leían sus padres o las tatas, pero sí rememora con especial cariño y nitidez aquel de Caperucita Roja ilustrado por Juan Ferrándiz, de cuya cubierta colgaba una cazuelita y que le habían traído los Reyes Magos.
Publicidad
«Las niñas más pudientes tenían la Mariquita Pérez y yo tenía la Maricris», nos comenta Teresa, chiquilla eterna y orgullosa septuagenaria de su espectacular colección, que nos confiesa que siempre lleva consigo la niña que fue. Docente de la Escuela de Arte número 2 de Madrid y acuarelista reconocida, ha obtenido el Premio a la Creatividad y al Bodegón de la Agrupación Española de Acuarelistas, y el VIII Premio Kurt Hotto Aeronáutica del Certamen Tormo (Cuenca) por su acuarela 'Brihuega' en 2008, y expone su obra de manera permanente en la misma galería donde ha reunido sus cientos de caperucitas. «Me influyó la exposición de la Biblioteca Nacional dedicada a Caperucita Ilustrada en septiembre de 1998, que organizaron los amigos del Libro Infantil y Juvenil con motivo del tercer centenario de la publicación de los cuentos de Perrault», comenta en relación a su gran pasión, junto a sus clases como profesora de Complementos de Cuero en diseño de moda, con las especialidades de conservación y restauración del documento artístico y cuero repujado.
En 1972, cuando terminó sus estudios de Filología inglesa en Valladolid en una de las primeras promociones universitarias de la especialidad, Teresa se marchó a Madrid como profesora de una guardería bilingüe, Los Ángeles, sita en el barrio de La Estrella, hasta 1987, cuando consiguió la plaza de interina en la Escuela para impartir docencia el bachillerato artístico. Por aquel entonces empezó a reunir cuentos para sus tres hijos, acaso evocando su infancia vallisoletana, y muchos de aquellos ejemplares, los propios de su infancia y los que fue regalando a sus retoños pueden contemplarse hoy en la galería.
Visitas Horario: De lunes a domingo de 9:30 a 14:30 y de 17:00 a 20:00, previa cita telefónica (627 737010) en un local de la calle Panaderos, 22-24. Entrada gratuita.
«El tema me atraía desde el principio y consideraba que era un cuento universal, del que se podía extraer una lección importante para que los niños, los más vulnerables, no se marchen con cualquiera, que tuviesen mucho cuidado», explica en relación a la importancia del relato recogido por Charles Perrault en 'Cuentos de antaño' (1697). «Yo tenía tres niños pequeños y no quería que se fiaran de cualquier persona –continúa – y, aunque creo que el cuento primitivo era un poco cruel, lo ha superado la versión que hizo el dibujante Asha para Sopena en la década de los años 20, donde se ve al lobo devorando los miembros de la niña a todo color».
Publicidad
Perrault dio forma final para la corte de Luis XIV al cuento popular de tradición oral, el único que no incluye algo mágico –ni hadas, ni varitas, ni ogros– y sí pasajes violentos, como el final trágico –nieta y abuela acaban devoradas por el depredador–, que después dulcificaron los hermanos Grimm en 'Cuentos de la infancia y del hogar' (1812), en el que un cazador acude al rescate de la niña y la anciana, llegando incluso en las versiones posteriores a sacar a la abuela del estómago de la fiera.
En el origen, Caperucita Roja era una adolescente que se metía desnuda en la cama con un lobo más antropomorfo que animal. Los hermanos Grimm la convirtieron en una niña y borraron cualquier alusión sexual y Teresa comenta cómo Ferrándiz se ajustó más a esta segunda versión, pintándola como una niña muy dulce e inocente a la que el lobo se quería comer, según las imágenes que el colectivo infantil tenía de ella en la posguerra española. «Ahora se ha tergiversado la intención del cuento; con el animalismo, por ejemplo, el lobo es el bueno, y hay versiones en que la niña ha crecido y ahora es una mocita empoderada que no necesariamente se porta bien con los lobos masculinos», explica en relación a las nuevas versiones que está descubriendo.
Publicidad
En su particular museo visitable guarda más de mil cuentos, cientos de muñecas y figuras, complementos, vajilla, discos, ropa y un sinfín de objetos que representan o aluden directamente al relato. Primero empezó completando sus propios cuentos con los que iba comprando a sus hijas eligiéndolos por sus ilustraciones, después continuó con las muñecas, luego con los zapatitos y zapatillas, y continuó con todo tipo de complementos. «Cuando me jubilé en la Escuela les sugerí a mis alumnos que no me compraran nada, sino que me pintaran sus caperucitas, veinte ilustraciones de 2014 que hoy forman parte de la colección», recuerda con cariño, en referencia al momento en que dejó la enseñanza y se centró en su estudio de la calle Juan Bravo.
El objetivo de María Teresa no es otro que alguien se interese por este pequeño gran museo de Caperucitas, una vez que el Ayuntamiento de Valladolid le dio una respuesta burocrática hace un año –«alguien me contestó que escribiese a otra persona, pero ya estoy muy mayor para tanta burocracia»–, pues la intención con la que ha ido atesorando estos seres y objetos de cuento no ha sido otra que los niños y los mayores los disfruten y que, sobre todo, continúe la tradición de los cuentos de hadas en las familias españolas, sobre todo para que el Lobo Feroz del mundo digital no termine por seducir y engullirse la imaginación de los más pequeños.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.