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Bajo el suelo de Castilla y León reposan vestigios milenarios en más de 22.000 yacimientos arqueológicos, restos de culturas y civilizaciones que levantaron castros, murallas, necrópolis, pueblos y ciudades de los que cada verano salen a la luz restos que ayudan a desbrozar claves ... del pasado. Frente a tanta historia a la espera de ser desvelada, la dispersión geográfica por las nueve provincias y la despoblación convierten el territorio en zona especialmente vulnerable ante los expolios. Una debilidad que en parte se trata de compensar con la acción de los recuperadores de la memoria arqueológica, profesionales y voluntarios que cada verano dedican unas semanas a excavar una pequeña porción de estos enclaves de los que siguen manando ajuares funerarios y restos arquitectónicos que añaden nuevas piezas en la recomposición del puzle de la historia pretérita.
Para la campaña de excavaciones de verano se han autorizado 113 excavaciones en yacimientos de las nueve provincias, «una cifra prácticamente similar a la del año pasado», explica Jesús del Val, jefe del Servicio de Planificación y Estudios de la Junta de Castilla y León. Las zonas arqueológicas que acumulan la mayor parte de solicitudes para realizar prospeccionesy excavar están relacionadas con el Paleolítico, la Edad del Hierro y la época romana y, por provincias, Burgos y León figuran a la cabeza con 27 y 24 proyectos respectivamente. «El tema medieval es el menos dominante en el catálogo de intervenciones», apunta Nicolás Benet, arqueólogo del servicio de Patrimonio.
Unos 310.000 euros en ayudas de la Junta de Castilla y León se repartirán entre el medio centenar de proyectos seleccionados. Una cantidad que se ha visto reducida a más de la mitad a raíz de los años de la crisis, aunque universidades, centros de investigación, ayuntamientos y diputaciones se han sumado a incentivar iniciativas de este tipo en el ámbito de sus territorios.
Hasta un millar de profesionales y voluntarios participarán en excavaciones autorizadas en Castilla y León en la época estival, cuando se dan mejores condiciones climatológicas y existe plena disponibilidad de alumnos y profesores. En cada intervención suele operar un grupo de seis personas como mínimo, aunque en casos como el de Atapuerca se convierte en multitudinaria la atracción de especialistas y visitas turísticas en las diferentes áreas de operaciones del enclave burgalés en la Sierra de la Demanda. Allí, hace 1,2 millones de años vivió una comunidad de seres humanos sobre la que cada verano aparecen hallazgos que se traducen en avances en su conocimiento evolutivo.
El yacimiento de Numancia en la localidad soriana de Garray, donde se conservan trozos de muralla y restos de casas romanas del siglo I además de arquitectura de la ciudad celtíbera, es uno de los más visitados y donde más se ha trabajado tras décadas de abandono. El año pasado la Junta aportó 17.908 euros destinados a dilucidar «la evolución del yacimiento, diferenciando los niveles estratigráficos de distintas épocas para entender la superposición de las distintas ciudades, uno de los problemas nunca superados en este yacimiento».
El interés que concitan entornos arqueológicos como Atapuerca o Numancia no es extensible a la mayoría de los yacimientos, donde los resultados de las excavaciones se reducen al ámbito de la comunidad investigadora o del entorno de la localidad. Un condicionante que no impide que en torno a ese patrimonio se aglutinen colectivos que ven en su defensa una oportunidad de dinamización para la zona. «Desde la Asociación Cultural Apia (Amigos de la Pizarra y la Arqueología) organizamos visitas guiadas gratuitas a la zona del dolmen de Santa Inés, en la localidad segoviana de Bernardos», comenta Jesús Pastor presidente de este colectivo surgido en el año 2000 con la idea de proteger y difundir los bienes arqueológicos de un entorno formado por el yacimiento de Domingo García –descubierto en 1992–, y el Cerro del Castillo de Bernardos. «El verano pasado se inició la excavación en el dolmen de Santa Inés y estamos en contacto con arqueólogos y universidades para hacer un programa más completo de arqueología».
Han solicitado permisos para investigar en el Cerro de Tormejón, en La Armuña; en el dolmen de Bernardos; en la Peña del Moro, en Navas de Oro, y en la villa romana de Matabuey, en Nava de la Asunción. Por el yacimiento de Domingo García aparecen dispersos grabados rupestres del Paleolítico Superior. «Estamos esperando a que se constituyan ayuntamientos, diputaciones y el gobierno de la Junta para reclamar la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC), porque lo que necesita el yacimiento y el conjunto de 115 grabados repartidos en ocho puntos desde Santa María de Nieva a Carbonero el Mayor es protección».
Cada verano Atapuerca despierta más expectación. Sus descubrimientos tienen un eco mediático fuera del alcance del resto los yacimientos de Castilla y León, al igual que su capacidad de convocatoria. Con 250 investigadores, será el enclave con más personal y medios para realizar trabajos en los yacimientos de Mirador, La Paredeja, La Sima de los Huesos, Cueva Fantasma, Gran Dolina y la Sima del Elefante.
En un ámbito más provincial, el yacimiento de la ciudad vaccea de Intercatia, en el término palentino de Paredes de Nava, prepara la quinta campaña de excavación Javier Pérez Rodríguez, también director del Museo de Palencia. «Intercatia fue una ciudad vaccea romanizada y citada por Plinio como el lugar donde se llevó a cabo un combate singular, entonces una forma peculiar de resolución de conflictos bélicos. Esta zona pudo ser escenario de un hecho histórcio, la toma en combate singular por Escipión contra un indígena intercatiense en el 151 antes de Cristo», explica.
La investigación se centrará este año en el centro de la ciudad para conocer la secuencia estratigráfica y su evolución histórica, desde sus orígenes en el siglo IV-V antes de Cristo hasta el siglo III-IV después de Cristo, con el propósito de conocer el proceso romanizador, así como la estructura defensiva de la ciudad, rodeada por una doble muralla. Seis arqueólogos y 22 estudiantes participarán en este proyecto que, al igual que la ciudad vaccea de Pintia, en Padilla de Duero, atrae cada verano a decenas de estudiantes nacionales y extranjeros que colaboran y aprenden con la extracción de material.
Bajo miles de estelas, en Pintia yacen enterrados ajuares funerarios y un amplio repertorio cerámicó extraído y analizado cada temporada. Este verano, el centro de investigación enfocará su actuación en la necrópolis de Las Ruedas, en una zona con tumbas de los siglos III y IV antes de Cristo y, en agosto, se documentará en los talleres el material extraído y se redactará la memoria de investigación. «Lo más complicado de una campaña es empezar y terminar», asegura Sanz Mínguez, quien echa en falta en la planificación regional de las campañas una apuesta clara. «Se hace un reparto de ayudas con política de café para todos, pero sería necesaria una selección de lugares emblemáticos con todas las perspectivas de museografía y difusión de resultados».
En Dessobriga, yacimiento vacceo y romano situado entre la localidad palentina de Osorno y la burgalesa de Melgar de Fernamental, investiga desde 2013 la palentina Margarita Torrione, catedrática de Historia de la Universidad de Saboya (Francia). La cronología del yacimiento abarca desde el siglo VIII antes de Cristo hasta finales del siglo II después de Cristo. «Dessobriga encierra una página importante de la Historia aún no escrita, en la medida en que probablemente este 'oppidum' sufrió un ataque en los prolegómenos de las Guerras Cántabras, quizás en el año 29 antes de Cristo, antes de que Augusto, recién nombrado emperador, llegase a los alrededores de Sasamón a comienzos del 26 antes de Cristo», expone la historiadora.
Dieciocho voluntarios de universidades españolas y de la de Burdeos participarán en las excavaciones, acometidas con ayudas institucionales y privadas, y actualmente centradas en una necrópolis prerromana de incineración y en un gran edificio que probablemente fue para los vacceos un importante centro recolector agrícola. A Torrione no deja de sorprenderle la «obsesión» que observa en España por favorecer yacimientos orientados a captar turismo. «El conocimiento que la arqueología pueda aportar sobre un territorio y su cultura es tan relevante como 'atraer visitantes'. Es esencial que se genere investigación al respecto gracias a una pluralidad de yacimientos que enriquezcan el conocimiento de nuestra historia. Alguien dijo que, para no morir, un pueblo debe conocerla…».
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