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samuel regueira
Valladolid
Martes, 8 de mayo 2018, 11:16
El fotógrafo Ángel Marcos llevó a cabo ayer una ponencia en la Casa Cervantes bajo el lema 'Hablemos de fotografías'; un recorrido personal a lo largo de la Historia por las distintas escuelas y personalidades fotógrafas que más han marcado e influido tanto su ... gusto personal como su visión profesional. El encuentro, desarrollado en el salón de actos de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción, se enmarcó dentro de la serie de actividades 'Los Lunes de la Academia'.
«No hay actividad humana que no haya sido tomada, contagiada o contaminada por la fotografía», arrancó Marcos, dispuesto a hablar de todas aquellas instantáneas que le originan esa ilusión, ese entusiasmo tanto en lo laboral como en lo personal. Y empezó, como no podía ser de otra manera, por la cámara oscura, también llamada 'caja mágica' en un cuento artúrico protagonizado por Merlín y Morgana («Solo funcionaba cuando su agujero se hacía mediante un cuerno de unicornio») y el que supone el más directo antecedente de la cámara estenopeica: «Bastaba una caja de zapatos, un agujero y un material sensible».
A sus palabras acompañaban imágenes de las fotografías que iba describiendo, como 'Punto de vista desde la ventana de Gras', considerada la primera fotografía conocida, obra de Nicéphore Niépce: «El tiempo de exposición del objetivo fue de ocho horas», relató Marcos, que enumeró, entre los materiales para aquella imagen, el betún de Judea. A continuación pasó a hablar del daguerrotipo, «cuya patente terminó rápidamente comprada por el Gobierno francés y liberada para que pudiera usarla todo el mundo»; un hecho que suscitó que la fotografía se divulgara con rapidez.
Pese a algunas visiones contrarias -como la de Walter Benjamin-, la fotografía fue ganando importancia como factor canalizador de los cambios de mentalidad. «Cada época social necesita su avance técnico y, tras la Revolución Francesa, la burguesía precisó un medio de reproducción más barato y más de masas». También aparecen las primeras mujeres fotógrafas, como Julia Margaret Cameron, artífice de imágenes muy vinculadas con la pintura que hoy resultan denostadas.
Para la historia local, Valladolid tiene el orgullo de contar con el hacer de Enrique Gilardi, «una gran persona», de acuerdo a Marcos que ejercía la fotografía como artista y también como quien se aplica en un encargo. Las vanguardias del almeriense Carlos Pérez Siquier demostraron que lo cotidiano y lo sencillo podían hablar a través de la lente. «En aquellos años, muchas personas empezaron estudiando arquitectura, contabilidad o secretaría… Si cayó una cámara en sus manos, fue por casualidad», rió Marcos, en referencia a Joan Colom.
El reporterismo bélico de Agustí Centelles, de imágenes tan potentes que muchas llegaron a usarse de propaganda y la rupturista Quinta Generación –encabezada por Jorge Rueda y Joan Fontcuberta dieron el cierre nacional para que Marcos concluyera con grandes nombres internacionales: Korda –con su imagen mítica del Che–, el dadaísta Man Ray o las bien distintas escuelas de Düsseldorf y Vancouver –capitaneadas por Hilla y Bernd Becher, por un lado; y Jeff Wall, por otro–, además de la audaz Cindy Sherman, que se sirve de utensilios forzados para cuestionar, simbólicamente, el papel que la mujer puede llegar a desempeñar de acuerdo a los roles que se han visto impuestos en la sociedad occidental.
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