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No es Arcón de Olid una compañía desacostumbrada a los galardones, pues ha recibido más de 200 a lo largo de sus 27 años de actividad, pero el éxito de 'El lindo don Diego', su versión de la célebre obra del Siglo de Oro de ... Agustín Moreto, les ha pillado por sorpresa.
Más de una treintena de distinciones han logrado los vallisoletanos con su versión, que ha sido reclamada por más festivales de teatro que ninguna de las suyas antes. Este domingo podrá verse por última vez en Valladolid en una función de celebración y de despedida en el Teatro Zorrilla (19:00 horas).
Entre las últimas distinciones recibidas, el Premio del Público del Festival Nacional Luis Molina, de Almagro, el hermano pequeño de uno de los más célebres certámenes teatrales de España.
«Es una obra que nos ha dado muchas satisfacciones, y queríamos hacer una despedida digna para el público de Valladolid», explica Juan Casado, director de Arcón de Olid. Aunque la obra, que se estrenó en 2019, todavía circulará un poco más por otras plazas de la geografía española.
'El Lindo don Diego' es la obra más popular de Agustín Moreto, un comediógrafo del Siglo de Oro cuya popularidad en su tiempo ha quedado eclipsada por los grandes maestros con los que le tocó competir: Calderón de la Barca, Lope de Vega, Tirso de Molina…
El protagonista de su historia es «un figurón», uno de esos personajes insustanciales que necesitan estar en todas las salsas para sentirse importantes. «El lindo don Diego es, a efectos del siglo XXI, un Pequeño Nicolás, alguien a quien le gusta figurar en todo sin pintar nada. Encarna a una persona narcisista que no hace daño a nadie más que a sí mismo», explica Juan Casado.
La trama nos lo muestra como vecino de Burgos y nos cuenta que, junto a su primo, viaja a Madrid con la intención de buscar matrimonio con dos primas de ambos. Pero una de ellas tiene ya novio y está comprometida, aunque su padre lo ignora, lo que da pie a las situaciones características de la comedia de enredo.
'Arcón de Olid' ha realizado un importante trabajo de depuración y adaptación del texto original. Sus tres horas de duración han sido condensadas en poco más de 70 minutos, eliminando casi todas las subtramas que suelen acompañar este tipo de obras. Y, asimismo, ha sido necesario trabajar concienzudamente el verso.
«El lenguaje del Siglo de Oro es muy particular; el público tarda en entrarle al verso, de modo que hemos realizado algo así como una traducción para que el texto fuera más comprensible», explica Juan Casado. «Creo que hemos resuelto bien el desafío que planteaba la obra, a la vista de la buena aceptación».
La puesta en escena es sobria, incluso podría considerarse desnuda, pero destaca sobremanera por un elemento central: el vestuario. Obra de Maribel Poza, es una perfecta recreación de la indumentaria de la época «salvo por la calidad de las telas, que no es tan buena como la original por un problema de costes». Pero el resultado es deslumbrante hasta el punto de que la indumentaria es la pieza clave de la puesta en escena de la obra.
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