Carlos Zanón, en Barcelona. Efe

Zanón: «El consumidor de cultura es conservador, quiere más de lo mismo»

Presenta 'Carvalho: Problemas de identidad', su recreación del detective de Vázquez Montalbán, esta tarde en Valladolid

Victoria M. Niño

Valladolid

Miércoles, 6 de marzo 2019, 08:01

Es un poeta fiel a sus amigos, por eso aunque Carlos Zanón (Barcelona, 1966) sea hoy un novelista policiaco de éxito que va por la tercera edición de 'Carvalho: Problemas de identidad' (Planeta), ha pedido a las libreras de El Árbol de ... las Letras, sus enlaces en Valladolid desde hace lustros, que le organicen la presentación. Acercará su recreación del personaje de Manuel Vázquez Montalbán al bar LaLupe (calle Francisco Zarandona), a partir de las 20:30 h. de este miércoles con música en directo. Porque aunque Carvalho «solo tiene el single de 'Penny Lane' que le tocó en una tómbola», Zanón sí es de poner banda sonora a la vida.

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Como pasa en el mundo de los cómics, heredó al Carvalho de Montalbán cuando se cumplen 15 años de su muerte, para cumplir el «ideal de todo escritor, que sus personajes le sobrevivan. Es algo más común en el mundo anglosajón, en Gran Bretaña pasa con Sherlock Holmes, y se llama 'pastiches', una palabra de connotación negativa en español». El escritor barcelonés, que había publicados tres novelas negras, se estrenaba en el género policiaco.

«En realidad es el género el que te elige a ti, necesitas una manera de explicar. En la policial hay investigación, algo que no había hecho antes. En mis novelas ocurrían cosas y lo que importaba era el por qué, no quién. En este caso tenía que manejar unas claves para mantener el interés del lector, que no supiera todo mientras va leyendo. En el fondo la policiaca maneja el mito del héroe, el dragón y el laberinto. El laberinto son las pistas y alguien te ayuda a descifrar las ciertas y las falsas.Eso te permite jugar con la realidad, incluir casos de la actualidad».

Un hombre en llamas

Una actualidad muy distinta a la que vivió Vázquez Montalbán. El Carvalho gallego-condal sí ha conocido la Barcelona regida por Ada Colau y la de la lucha de banderas. «Era evidente que un Carvalho sin una mirada a la sociedad no podría ser tal. Lo que pasa es que la capacidad de Montalbán como periodista y como pensador para entender las motivaciones de una comunidad yo no la tengo. Tuve la suerte de vivir momentos extraños en los que no sabías que ocurría, cambiaba de la mañana a la tarde. Y eso es complicado para una novela porque proyectas hacia adelante. Los personajes, como Pepe, se hacían las mismas preguntas que yo, pero él es un hombre en llamas, ambiguo, nada grupal, sin apego a la manada. Vázquez Montalbán le concede esa condición solitaria de quien no tiene ni 'compatriotas'. En esta época la realidad te exige definición, bandera y él no juega». «Cada vez queda menos espacio para los librepensadores, Carvalho, en estos tiempos de hambruna y penas de pobres más allá de las murallas», se dice a sí mismo el detective en el libro. Aclara Zanón que «el librepensador siempre está mal visto, todo aquel que rehúye lo comunitario siempre toca las narices, detecta los defectos, tiene el aire arrogante de quien va por libre. Es igual que el moderado, siempre es barrido en las revoluciones, siempre es la primera víctima». En cuanto a su vida en la ciudad que le vio nacer, Carlos reconoce que «aunque nunca he tenido problemas, esta situación no gusta a nadie. La sociedad está quedando tocada. No me influye en mi vida, si salgo es para hacer turismo». Lo piensa un poco más y añade: «bueno, me encantaría vivir en Nueva York».

Dylan y Binoche

Zanón eligió la primera persona, se lleva bien con Pepe, porque «me facilita hacer otro personaje, no estar pendiente de lo que hubiera escrito Vázquez Montalbán. Me gustó la idea quijotesca del autor creado por otro autor y del plagio. Fue una manera de respetarle, a través de la idea de un personaje coautor conmigo de la novela. Como si alguien viene a Barcelona cuando yo no estoy y le doy las llaves de mi piso. Está en mi casa, rodeado de mí, pero sin estar yo».

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Ahora que ha probado la policíaca, le gustaría «hacer algo totalmente distinto, lo que me pide el cuerpo es escapar, como hace Bob Dylan; cuando esperas que haga algo parecido a lo anterior te saca un disco de Navidad y después otro a lo Sinatra. Prefiero elegir yo, a que elijan por mí. Hay una parte conservadora en el consumidor de cultura, siempre queremos que el artista haga lo mismo, lo que nos gusta de él, y cuando lo hace, decimos que se repite». Los gustos de Zanón –la Binoche de 'Azul' o 'Los amantes de Pont-Neuf', Roberto Bolaño, los libros de Melville y Herbert– son adscritos a este Carvalho crepuscular, doliente, enamorado, que se enfrenta a la investigación de la muerte de una prostituta. Es vulnerable a las mujeres, rodea al poder y sigue tomando el pulso a los bajos fondos de la Ciudad Condal. Zanón mantiene su relación con la poesía cuando esta le ronda constatando lo que Carvalho dice: «este es un país de poetas».

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