Luis Mateo Díez, en el Círculo de Recreo donde pronunciará su pregón esta tarde. José C. Castillo

«Vivimos en un exceso de realidad que produce un saqueo de lo que somos»

Luis Mateo Díez, último Premio Cervantes, inaugura la 57 Feria de Valladolid con una defensa «del sosiego de los libros»

Victoria M. Niño

Valladolid

Viernes, 31 de mayo 2024, 19:54

Luis Mateo Díez ha venido con regularidad a la Feria del Libro de Valladolid. En esta 57 edición, su primera como Premio Cervantes, es el encargado de inaugurarla con el pregón. La defensa de la lectura suele ser el tema, el cómo y el por ... qué, las variables. Decidió el creador de Celama hacer un prólogo introductorio para defender la conexión entre el arte y la vida para extenderse después a la consideración del libro como objeto. Ni tiene «recetas para salvar nada» ni quiere más responsabilidades que las que puede asumir como «modesto novelista por muy premiado que sea». Sin embargo, el autor de 'El amo de la pista', su última novela, seduce con su oralidad aparentemente espontánea, llena de curiosos matices, y certeza en su cierre. El digresor Luis Mateo no suele perderse en las ramas.

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«Vivimos unos momentos en que los excesos de realidad y actualidad y el asedio de los medios tecnológicos producen un cierto saqueo de lo que somos, de nuestro interior», afirmó el escritor leonés. En esta circunstancia, «el libro puede ser un elemento para retraernos, para evitar esa invasión de la realidad». El libro es «un espejo de la creación de mundos que ha llegado hasta hoy y se expande en esta fiesta, en esta feria» y un «objeto especial que fortalece nuestra intimidad».

Esos «espacios de libertad personal son íntimos», fuera de los «compromisos políticos y sociales o viejas ideologías y creencias, si es que hay alguien que aún confía en ellas». Por eso defiende «el poder de la imaginación», del que hay una muestra infinita de tiempos, conocimientos, experiencias en los libros de la Feria.

En la defensa del libro como objeto reconoció la «tensión» que vive con los medios tecnológicos «que nos producen esa sensación pasajera de invasión. Sé que tienen posibilidades interesantes, el problema no es el medio sino el uso. El mal uso puede provocar el abandono del sosiego de los libros, por decir un sintagma bonito, y nos lleva al desasosiego de estos medios tan poderosos» . En ese sentido, lo que más le inquieta es su irrupción en la etapa educativa, «el gran problema que tenemos en España» y la «superación excesiva y frágil de la memoria. Los bienes de la memoria están en la base de nuestra capacidad de decir».

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Su materia novelesca

Por otra parte, «vivimos en un mundo en el que se ha perdido la figura del intelectual, aquel que analizaba un poco lo que ocurre para mostrar desde la ambigüedad y el sentido crítico alguna solución con la que podías o no estar de acuerdo, pero marcaba unas líneas. Ahora esa carencia se recarga en los escritores y un modesto novelista no tiene recetas para salvar nada. Todo lo que tengo que decir está en mis novelas». Prolijo en su escritura, afirma escribir «lo que me da gana. No me someto a las exigencias que puedan suscitar las modas o los asuntos en la cresta de la ola de nuestra sociedad. La migración o la guerra de sexos son preocupaciones de hoy, claro, y seguro que todas mis novelas son deudoras de su tiempo pero eso no quiere decir que sean testimoniales, para eso están los medios de comunicación», cuenta con seria sorna el autor de 'La fuente de la edad'.

«Lo que preocupa al cabo de cada día estará en el sustrato profundo de mis novelas pero lo utilizo de forma metafórica o simbólica. Será por exceso de ambición que no quiero contar lo que me pasa o lo que está pasando en el mundo. Mi reto novelesco mira hacia la eternidad. Tengo suerte con mis editores que nunca condicionaron mi libertad de escritor, tampoco soy autores de grandes ventas». Así que no esperen una fábula de la Real Academia Española, donde tiene asiento el leonés. «Es un espacio de trabajo con el material mas noble que tenemos, la lengua. España aporta el 7% de los hablantes. La unión con las academias americanas nos ha dado una conciencia común del español, dentro de su gran variedad». Y dentro de la RAE, los escritores «representamos la vertiente de la depuración creativa, eres un francotirador del lugar, te tomas libertades, distorsiones permisivas».

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Asiduo de las ferias, en ellas encuentra «lectores cómplices que te inquietan porque me doy cuenta de que saben de mí más de lo debido y me gustaría que me lo contaran. La otra parte de la creación literaria es del lector. Si tuviera que elegir entre ser lector o escritor, me quedaría con lo primero. Es una experiencia inagotable. Me he escrito todo Tolstoi, Dostoievsky y los 'Episodios Nacionales', de Pérez Galdós. Hay lectores que han leído novelas mías mucho mejores que las que yo he escrito».

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