Jorge Dioni López

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Jorge Dioni López
Si en 'La España de las piscinas' el modelo de urbanización cerrada servía para explicar el aislamiento y la individualización de la clase media; y ' ... El malestar de las ciudades' abundaba en esta idea partiendo del deterioro de las redes colectivas y las hostilidades del centro urbano, ahora es a través de la pornografía donde Jorge Dioni López (Benavente, 1974) profundiza en un enfoque nuevo para explicar su visión de la sociedad, nuestra manera de manifestar deseo y consumir contenido, o el cansancio endémico que invade nuestro día a día. El escritor zamorano cambia, así, el urbanismo por el audiovisual adulto, en su nuevo trabajo 'Pornocracia'; editado, como es habitual en sus obras, por Arpa.
«Podemos ver cómo ha evolucionado la pornografía en cuestiones para grabar o distribuir, pero también en los humores sociales o cómo se somete a la necesidad de convertir todo en un gran flujo de contenido», sintetiza López. Así, el libro pasa historia a los grandes nombres, títulos y modos de consumo de la industria a lo largo del siglo pasado, y cómo las figuras de estrellas y productores de cine X hoy «vienen más del mundo de la informática». Tampoco quienes se ponen ante las cámaras son hoy grandes estrellas, quedando atrás los nombres más reconocibles como Traci Lords, Nacho Vidal, Rocco Siffredi o Sasha Grey
También sus historias, sus modos de contarlas y sus apuestas por permearlas al gusto del público se relacionan con cómo somos hoy como sociedad: «Grabar en los mismos sitios de modo más rápido y con medios mínimos facilita una mayor productividad y rentabilidad», apunta. «Además, está la apuesta por ser más agresivo, más feísta»; algo que va de la mano del gusto por el conflicto que posiciona un contenido en medios digitales o redes sociales «y también con el 'malismo' que hoy considera la empatía como una debilidad, que solo concibe relacionarse con el resto del mundo a través de la economía y de someter a los demás o a hacer que dependan de uno», añade, en alusión explícita a la política arancelaria de Estados Unidos.
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«Es imposible que en una relación comercial de este tipo no salgan ambas partes dañadas, igual que en una ruptura emocional o entre amistades», señala. «Autoabastacerse sigue siendo una visión que nos lleva a aislarnos, nos aleja de la vida en comunidad y, al final, propicia nuevos problemas de salud mental», conecta el autor, en relación con algunas de las tesis de sus libros anteriores».
Otra de las reflexiones recurrentes es en torno a las tramas (o su ausencia) en este tipo de películas adultas. Si bien el filósofo Žižek decía que una película era puro argumento que encaminaba el contexto narrativo hacia una escena erótica que se simulaba mediante luces, sábanas u otros trucajes del cine, en contraposición al porno que prescindía de tales preliminares para ofrecer el sexo desnudo y sin simulaciones; López apunta que «mucho cine porno tradicional ha tenido trama: tal vez mínima, tal vez humorística o paródica, como modo de esquivar la censura pero que a la vez ya creaba una distancia interesante, un pacto de ficción con su público similar al que crea un libro con su lector». De nuevo, mirando a la actualidad, hoy abundan «películas con una habitación como la del espectador, con una iluminación y unos actores que podrían ser como él, lo cual convierte ahora ese pacto en uno con la realidad misma».
A lo largo de 'Pornocracia' el autor insiste en numerosas ocasiones que no se juzga en sus páginas los distintos gustos que se puedan tener a la hora de experimentar deseo. Sin embargo, el libro no escatima en críticas sobre cómo se experimenta, por ejemplo, en los hábitos de consumo desmesurados, aplicables también al margen de este tipo de contenidos: «Vivimos una época de estimulación constante», señala; «algo que ha afectado a nuestra atención y a nuestro deseo».
Y lo ilustra con un ejemplo bien accesible: «Si en el pasado hacíamos pocas fotos, y hoy hacemos varias a diario, perdemos la sensación del paso del tiempo: consideramos que hay muchos momentos para inmortalizar pero jamás volvemos a ellos», describe. «Nos satura, como tener a disposición constante toda la música, todo el cine o todos los libros... Podemos hacerlo todo, pero solo una cosa a la vez, y pensar en qué podríamos estar haciendo en lugar de dónde nos encontramos nos impide disfrutar de forma completa». Esto lo traslada, por ejemplo, al mundillo de las apps de citas, donde «nos agota pensar que podemos perder a otra persona con la que podríamos estar mejor».
No es ajeno López a otros fenómenos del mundo actual como el boom del feminismo, y apunta en el libro la aparente paradoja de que, mientras las mujeres eran las estrellas y protagonistas (generalmente) de este tipo de películas, sus narrativas eran esencialmente machistas: «El porno, como la historia del mundo, ha sido siempre una conversación solo entre los hombres», lamenta. «Hay tentativas hoy de un porno feminista, que trataría de ser el de la igualdad, el que reconoce a la otra persona como igual; pero el mayoritario sigue concentrando todo el poder en la parte masculina».
Jorge Dioni López
Una masculinidad que, como vemos en éxitos recientes como la miniserie 'Adolescencia', se encuentra cada vez más frágil: «Hay en la pornografia una manera de presentar a cierto tipo de macho alfa, un tipo bueno que la tiene muy grande, y ante el cual una mujer cae rendida mientras desprecia al cornudo de su marido, que es un prototipo de hombre más normal». Para López, es algo tan visual como el 'lambo' que tanto se estila en ciertos vídeos de influencers que apelan a esas masculinidades heridas, pero que son peligrosos porque «crean generaciones acomplejadas con problemas de comunicación, que crecen resentidos hacia las mujeres como quien odia a un migrante porque piensa que le ha quitado el trabajo o la vivienda».
Pero 'Pornocracia' no habla solo de sexo: también de otro audiovisual obsceno hoy a la orden del día: «El porno es solo un ejemplo; un punto de partida para hablar del mundo que vivimos, pero mucha de la comunicación que hoy recibimos es pornográfica», denuncia López. Se refiere a vídeos emitidos por la administración de EEUU con extranjeros expulsados y familias llorando, o soldados de Israel riendo entre calles y edificios derruidos de Gaza: «Es una coagulación de lo que se llamaba 'sociedad líquida'», añade, en relación al concepto acuñado por Zygmunt Bauman: «La especulación era una economía etérea pero se ha terminado concretando en cosas muy reales que afectan a nuestra vida; a la vivienda, al clima, a la sanidad o a las tierras de cultivo». Son, en definitiva, cosas, como el porno, muy reales y que cada vez vemos más de cerca.
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