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El cajero del banco es la última baja que añade Urueña a su registro de pérdidas. Sus 197 habitantes han visto cómo, tras la pandemia, la panadera amasaba su última torta y, tiempo después, la carnicería servía su último lechazo. Cerraron por jubilación. Al cajero ... de la plaza le sustituye desde el 1 de enero uno itinerante dos veces al mes, una vez por semana aparece el carnicero de Villabrágima y el panadero de Rioseco reparte a diario. El eco de la despoblación que no cesa en Castilla y León y sigue llenando camposantos, expulsando jóvenes a otras regiones, bajando persianas de casas y negocios iguala a Urueña con tantos miles de pueblos que a duras penas aguantan el mordisco demográfico.
Aún así, existen en el mundo rural pequeñas 'numancias' que resisten. Aquí son las librerías. En 2007 la Diputación Provincial de Valladolid apostó por crear la primera Villa del Libro en España, en la estela de las que ya existían en Redu (Bélgica) o Hay on Way en Gales. Bajo el mandato del entonces presidente Ramiro Ruiz Medrano se decidió habilitar una decena de casas con alquiler asequible para abrirlas como librerías. En este tiempo algunas han cambiado de dueño y otras siguen en pie desde 1993, mucho antes de la creación de la Villa del Libro. Es el caso de Alcaraván, cuyo dueño, Jesús Martínez, sigue a sus 67 años como jubilado activo trajinando entre pilas de papel impreso. «Raro es el día que no vendo un ejemplar de Miguel Delibes».Presume de ello y de contar con el mayor catálogo en España de libros del autor de 'El camino'.
Con la Fundación Centro Entográfico Joaquín Díaz, el Museo de Campanas y el Museo de la Música Colección Luis Delgado el pueblo dispone de atractivos culturales que complementan a las librerías. En los últimos tiempos ha aumentado la presencia de viajeros que acuden a ver atardecer con la espléndida vista de la Tierra de Campos expandida a los pies de la muralla de los siglos XII y XIII. «Si cada año pasan por la oficina de turismo 20.000 visitantes, son también miles los que acuden a lo largo del año para ver ponerse el sol desde la fabulosa vista del adarve de la muralla», afirma el alcalde, Francisco Rodríguez. La muralla cuenta con nueva iluminación y se ha habilitado un espacio con bancos, el mirador de El Roto, para contemplar la anochecida.El Museo de la Música Colección Luis Delgado con 1.300 instrumentos es otro de los atractivos asentados en Urueña desde hace 29 años. «El secreto para mantener viva la Villa del Libro es que la gente venga a vivir, se acomode a hacer la vida a quí, a pie de obra», opina Luis Delgado, quien considera que este tipo de iniciativas se nutren «del boca a boca y a largo plazo».
Urueña llegó a disponer de hasta doce establecimientos en torno al libro, aunque alguno de ellos no se incluía como librería específica al tratarse de negocios que añadieron el ámbito editorial como complemento. Entonces acuñó fama como el pueblo de España con más librerías que bares. En la actualidad son ocho las librerías abiertas, unas toda la semana, otras de jueves a domingo. Quizá contagiadas por la fortaleza de las murallas que las envuelven, siguen resistiendo con la venta presencial, por Internet y la asistencia a ferias. «Esto hay que tomarlo como un proyecto de vida, te tiene que gustar vivir en un pueblo y trabajar en él», afirma el dueño de Alcaraván. «De público estamos hasta arriba los fines de semana, no suele haber sitio para aparcar; aquí viene gente de sobra».
Ni en los escaparates ni dentro de estos locales hay rastro del último premio Planeta. Copan su espacio los libros de viejo, descatalogados, literatura de viajes, cine, gastronomía, poesía, ensayo y novela, con gran presencia de etnografía, música y tradiciones por influjo de la cercana sede de la Fundación Joaquín Díaz.
¿Ha contribuido la Villa del Libro a asentar población? «Sí», responde raudo el alcalde, Francisco Rodríguez (PP). «La mayor parte de los libreros viven aquí; hay dos bares, y sábados y domingos abren cuatro restaurantes y tenemos tres casas de turismo rural. Desde que está la Villa del Libro nos mantenemos sobre los 200 habitantes arriba o abajo».
Con todo, el próximo curso la escuela no se librará del cierre. Tres alumnos –el mínimo para mantener un colegio en Castilla y León– acuden al del pueblo, pero tras el verano dos de ellos cursarán la ESO en un instituto de Medina de Rioseco o Valladolid. «Al alumno que queda le derivarán al colegio de Villabrágima o donde decidan sus padres», apunta el edil.
Ajenos a esta realidad pasean por las calles de Urueña dos visitantes madrugadores a las diez de la mañana del pasado jueves. «Vamos de camino a Galicia y hemos decidido parar y no nos arrepentimos», señala Aarón García Peña, poeta, acompañado por Carmen Bengoechea Bernal, filósofa. «Este es un pueblo que está aprovechando el amor por la palabra, se ha autoconvencido de que leer además de un placer puede ser un negocio».
A lo largo de la mañana esta pareja se detendrá en los escaparates y departirá con los libreros. A uno de ellos –Roger Fariñas– le compran uno escrito por él mismo sobre teatro. Es dramaturgo y crítico de arte y trabaja en Páramo, donde su compañero lleva más de diez años especializado en el mercado de viejo, obras de ensayo, pedagogía, religión, historia y teatro. «El público aprovecha aquí para comprar lo que no encuentra en sus ciudades; nos va bien, se sobrevive sobre todo con la ilusión y el amor por los libros, hay épocas de primavera y verano que viene mucho viajero».
Si algo ha hecho en una etapa de su vida Fidel Raso es recorrer mundo. Cuando colgó la cámara con la que fotografió como enviado especial la caída del Muro de Berlín, la guerra de Irak o las secuelas de los asesinatos de ETA en el País Vasco, y su pareja Tamara Crespo dio esquinazo al periodismo local tenían claro estos vascos de Santurce y Sestao que en Urueña tendrían casa y algo más. Llegaron en 2001, hicieron un paréntesis laboral en Ceuta y Melilla y finalmente aquí, entre vigas y paredes de madera abrieron Primera Página, dedicada a publicaciones de periodismo, fotografía y viajes. El espacio se les queda pequeño, encogido entre libros y recuerdos de su etapa periodística. «Empecé vendiendo ejemplares de mi biblioteca que tenía repetidos», comenta Tamara Crespo después de despachar a varios clientes con los que demora la conversación, sin prisa. «De una librería se puede vivir en Urueña y donde sea, yo trabajo todos los días, vendo 'on line', por redes sociales, vivo de esto y estoy orgullosa, aquí entablas una relación con los lectores que nada tiene que ver con la librería de una ciudad».
Echa en falta Tamara la fibra óptica para comunicarse con el mundo «en condiciones» desde esta librería a la que David Trueba vino en 2017 a presentar su novela 'Tierra de Campos'. «Tenemos cable de cobre y es penoso; el puente de la Constitución, cuanto más gente había en el pueblo, me cortaron Internet por una avería en la centralita; es increíble que en 17 años no haya llegado aquí la fibra. Tengo una antena vía satélite del proyecto de Elon Musk y conseguimos un contrato con Correos para abaratar envíos entre varias librerías, eso nos facilita las cosas, pero hace falta transporte público para venir aquí; hay mucha gente que no puede llegar porque no tiene coche», cuenta «orgullosa de disponer de «una comunidad de amigos y clientes».
En 2020 llegó a la dirección de la villa romana de Almenara-Puras y a la del Castillo de Fuensaldaña y ahora se dedicará a la de la Villa del Libro, también bajo la órbita de la Diputación de Valladolid. Laura Martín Ramos (Valladolid, 1971), que sustituye en el cargo a Luis Enrique Valdés –trabajador de la Fundación Jorge Guillén al frente del proyecto cultural de Urueña en los últimos cuatro años–, es consciente de que ha asumido uno de los estandartes turísticos de la provincia. «Vamos a tratar de reimpulsar la Villa del Libro.Primero, viendo los proyectos llevados a cabo en estos 17 años, los que han tenido éxito y los que han pasado más desapercibidos entendiendo por qué; voy a hacer una escucha activa con todos: libreros, vecinos, responsables de museos... Urueña tiene muchas patas. Será algo poliédrico, porque tendremos puntos de vista diferentes y habrá que conjugarlos todos», anota esta licenciada en Geografía e Historia por la UVA.El rediseño del Centro E-Lea es una de sus apuestas. «Aquí hubo una exposición permanente sobre la historia del libro que era excelente, tenemos que retomar esa idea y convertir el libro en el eje central de la villa. Se puede revitalizar de muchas maneras, con visitas escolares, con más actividad... hay que trabajar por la internacionalización, con escuelas de español para extranjeros, hay que conseguir más presencia de visitantes de otros países, organizar eventos que sean interesantes y llamativos».
En Libros K vende Carlos Ramírez cómic, novela gráfica y artículos de coleccionismo (vinilos, playmobyl...). «Solemos abrir fines de semana y en el buen tiempo más días; esta es una lucha que tiene mucho de romanticismo», cuenta ese organizador de ferias residente en Valladolid.
Jesús Martínez
Librería Alcaraván
Persuadido de que el libro infantil tiene «el público más fiel», José Antonio Largo explica a quien entra en La Boutique del Cuento las últimas novedades. El colorido y las ilustraciones gigantes inundan mesas, estanterías y paredes. «Se puede vivir de esto, es una lucha conjunta en la que deben participar todas las instancias; ahora bien, un buen proyecto y una buena dirección pueden cambiar las cosas sustancialmente. Fue definitivo para que aquí viniera más gente que en la A6 se colocara el cartel de la Villa del Libro, supuso un antes y un después». Reclama que cuando llega un autocar con visitantes alguien los coordine «para que puedan visitar todas las librerías y no acudan solo a algunas».
Isaac García
El Grifilm
Desde Nueva York llegaron Isaac García e Inés Toharia. Allí trabajaba el barcelonés como programador informático y la madrileña restaurando películas. «Viajamos a Gales y cuando vimos que allí tenían una villa del libro dijimos: 'ojalá haya algo así en España'. Nos enteramos de que existía en Urueña y nos vinimos». Desde 2011 están al frente de El Grifilm, un local de dos pisos con vigas y escaleras de madera donde suena jazz mientras el lector curiosea relajado –hay sofás para hacer más confortable la búsqueda– entre volúmenes y publicaciones especializadas en cine, poesía de cineastas, literatura en varios idiomas y música. 'Caballos lentos', de Mick Herron, es una de sus últimas novedades. «Tenemos clientes que repiten y nos hacen pedidos por la web», cuenta Isaac, satisfecho con su negocio, con su vida en Urueña, interrumpida por su pasión cinéfila con alguna breve escapada a la capital para ver cine. Mientras lo dice, desembarca un autobús con viajeros del Iserso procedentes de Castellón. Después llegarán otros dos con visitantes de Murcia y de Canarias. A la efímera presencia foránea se aferra Urueña para no seguir perdiendo vecinos ni servicios.
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