Katy Montes, durante una de sus estancias en la Ciudad Segundo Montes, en 2008. A. Corbillón

Valladolid salda su cuenta pendiente con Catalina Montes

Una biografía indaga en la vida de la catedrática de Filología que dedicó 20 años a completar la obra solidaria de su hermano, el jesuita asesinado Segundo Montes

Antonio Corbillón

Valladolid

Jueves, 13 de mayo 2021, 12:40

Catalina Montes ha sido un puntal clave de la 'arquitectura' moral e intelectual de Valladolid. Una mujer de apariencia frágil pero con una determinación de hierro para echarse a la espalda todo el legado intelectual, social y solidario del apellido Montes. «Solo recojo lo ... que la muerte me deja», esbozó una vez para explicar su exhausta dedicación a la labor que inició su hermano, Segundo Montes, en El Salvador. Fue uno de los seis jesuitas asesinados en la capital San Salvador en 1989.

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Ella convirtió el dolor en esperanza y dedicó los últimos 20 años de su vida a llevar educación y futuro a la Ciudad Segundo Montes. Un asentamiento de núcleos arrancados a las montañas de Morazán (sur del país) y a los acuerdos de paz tras la guerra civil. Más de 12.000 personas viven hoy en un lugar al que la UNESCO se refirió en uno de sus informes como «un ejemplo cercano a la utopía».

Se acaban de cumplir 10 años de la muerte de Catalina Montes (1929-2011). Y Valladolid cumplirá con ella en unos días «un acto de justicia social». Así lo define el historiador y miembro del comité organización de actividades culturales de la Fundación Segundo y Santiago Montes Ignacio Guerra.

Ha dedicado los últimos tres años a rastrear en archivos, sobre todo los de la propia Fundación familiar, universidades y preguntar a personas cercanas aspectos de la vida de esta mujer. Una labor compleja por la propia personalidad de Katy, como la conocía todo el mundo. «Fue una mujer siempre en un segundo plano, con un pudor a veces excesivo. Merecía que alguna vez fuera ella la protagonista», resume Guerra, que lleva colaborando con la Fundación desde 2002.

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El resultado lo ha plasmado en 'Catalina Montes, Instantes de una vida dedicada al estudio'. Pretende ser, según su autor, un primer esbozo, una «puerta abierta al enorme legado de Katy». Una biografía inicial que ha editado el mismo Guerra y que ya está disponible (librería Sandoval). Por esta obra transita una mujer ligada a un apellido del que se declara deudora desde sus primeros años de vida.

Sus abuelos llegaron a Valladolid a finales del siglo XIX. Y ella vino al mundo el año del crack bursátil (1929). Tiempos convulsos en los que creció en paralelo al final del reinado de Alfonso XIII, la llegada de la república, la dictadura y, por fin, la democracia.

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Brillante y retraída

Por el libro transita una niña y joven Catalina que creció a la vez que su ciudad. Cuarta de la saga de los hermanos Montes, Ignacio Guerra descubre al lector una niña «aplicada, voluntariosa y obediente, aunque algo retraída, como su madre». Alumna aventajada en el colegio de Las Carmelitas, por entonces ya habían nacido sus hermanos menores Segundo y Santiago, que tanto marcarían su vida posterior.

Muy pronto, la joven Katy mostró una dedicación autodidacta al estudio, con especial inclinación al piano y a los idiomas, en especial el inglés. Su primer biógrafo concluye que «estuvo toda la vida preparándose para ser la mejor».

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Y los resultados, siempre desde su casi enfermiza discreción, cayeron por su peso. Además del título superior de piano (1956), su vida académica dio un salto cuando le ofrecen dar clases de inglés como profesora ayudante en el instituto Núñez de Arce. En paralelo, su hermano Segundo ya desarrolla su labor pastoral en Centroamérica como jesuita.

En 1970 inicia su vida universitaria con su matrícula en Filología Moderna en la Universidad de Salamanca. «Por entonces tiene una madurez intelectual muy hecha», asegura Guerra. Tanta que, tras su titulación, empieza a dar clases y se matricula en Geografía e Historia. En menos de 20 años, Catalina Montes será ya una catedrática de Filología muy respetada. Llega a dirigir más de 30 tesis doctorales.

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La suya propia sobre la obra del novelista John Dos Passos «es ya una referencia inexcusable para conocer a este autor», explica Ignacio Guerra. La poesía de Nathaniel Hawthorne, Oscar Wilde o Vladimir Nabokov fueron otros de sus objetos de estudio.

Aunque dedica un amplio capítulo final a su labor humanitaria en El Salvador, este texto ha tratado de profundizar en la faceta intelectual de Catalina Montes. Guerra no es el único que piensa que «esa labor solidaria ha eclipsado su labor investigadora y literaria».

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Educada en valores tradicionales, Katy Montes supo ponerlos acorde a los tiempos que le tocó vivir. Y por eso asumió la ciclópea tarea de su hermano en El Salvador. Allí cada año y desde 1994 esperaban los niños a «la señora de ojos lindos». Detrás de los caramelos que repartía, trató de ofrecerles la esperanza en un futuro que, como su trayectoria vital, solo podía crecer desde la educación. A la Ciudad Segundo Montes llevó casas, suministros para los mayores y, sobre todo, formación para que las nuevas generaciones puedan pilotar su vida. Como ella hizo con la suya.

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