San Valentín en los libros: el 'amour fou' en la literatura

De ello da fe 'Manon Lescaut', la novela de la que el Abate Prévost ya tenía una versión en 1728 y en la que narra las aventuras y desventuras del caballero Des Grieux, que conoce y reconoce a la mujer de su vida con solo 17 años y que la seguirá hasta el fin del mundo, o por lo menos hasta la América a la que esta es desterrada. Si el amor loco se inventó en Francia, París es la patria de este. Lo es para los personajes de Prévost y lo es para el André Breton que, en 'Nadja', reproduce la pasión real que vivió con Léona Camille Ghislaine, musa, prostituta y traficante de cocaína, siguiéndola por la ciudad del Sena. Resulta inevitable no ver ecos de esa creativa e iniciática relación en las surrealistas andanzas parisinas de Oliveira con la Maga en la 'Rayuela' de Julio Cortázar.

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El 'amour fou' está presente en el Cyrano de Bergerac del drama de Edmond Rostand, que posee una nariz ridícula que le acompleja y que se conforma con que le lleguen a la amada las cartas de fuego que le escribe aunque pase por autor de estas otro hombre. El 'amour fou' está en el Flaubert de 'La educación sentimental', en esa relación morbosa que Frédéric mantiene con Madame Arnoux. Como está presente también en el 'Rojo y negro' de Stendhal, en la naturaleza atormentada de los lazos que unen a Julien con Madame de Rênal; en el adulterio y la diferencia de edad a los que se enfrentan los amantes en ambas novelas. Y está también en otra obra de Stendhal, 'La cartuja de Parma', y en la negativa de su héroe, Fabrizio del Dongo, a evadirse de la Torre Farnesio, en la que le espera la muerte, porque ha hallado la felicidad junto a Clelia Conti, la hija del carcelero. ¿Qué locura de amor puede haber mayor que la de poner en riesgo la propia vida?

Desde que asoma por el Renacimiento, el amor loco halla su expresión más acabada en el coqueteo del Eros con el Thanatos, al que conduce la entrada en escena de un tercer dios griego: el Dionisos del delirio y del exceso. No es casual que el 'Romeo y Julieta' de Shakespeare termine con el suicidio de la pareja. Como no lo es que el Dante que a los 9 años se enamora de Beatriz sin haber cruzado una palabra con ella escriba la 'Vida Nueva' dos años después de que perezca, contagiada por la peste, su amada, ni que esta reaparezca en la 'Divina Comedia' para mostrar al poeta el Paraíso.

La literatura en lengua española responde a esa tradición erótico-tanática con una obra de referencia, las 'Noches lúgubres' de José Cadalso, que inaugura nuestro Romanticismo y en la que el protagonista se propone sacar a la amada de su tumba y llevársela a su casa para suicidarse junto al cadáver. En un breve resumen de los amores locos en la literatura universal, caben citarse el de Florentino Ariza por Fermina Daza en 'El amor en los tiempos del cólera', de García Márquez, que reproduce el patrón de las 'Cumbres borrascosas' de Bronte y de 'El gran Gatsby' de Fitzgerald en el afán del héroe por hacer fortuna para alcanzar la clase social de la mujer a la que ama. Como 'Una dulce destrucción' del belga Hugo Claus, la 'Lolita' y la 'Ada o el ardor' de Nabokov, el 'Vals en la oscuridad' del neoyorquino Cornell Woolric, la 'Bella del Señor' del greco-suizo Albert Cohen, el 'Werther' de Goethe o la misma 'Muerte en Venecia' de Mann, en la que un escritor maduro se queda en la ciudad apestada solo para poder seguir contemplando a distancia al adolescente con el que fantasea.