«Los ultraprocesados deberían llevar avisos como las cajetillas de tabaco»

«Llevo muchos años trabajando sobre el tema de la alimentación y hoy es evidente que preocupa mucho», declara García, autora también de 'El paciente impaciente' y 'El moco radiactivo y otros desvelos de padres primerizos': «Mi idea con este libro pasaba por escribir algo desde un punto de vista muy práctico: cómo puedo ayudar a que la gente tome mejores decisiones cuando acude al supermercado». Para la farmacéutica y nutricionista, «la buena alimentación empieza en el carro de la compra», y así lo defiende en un libro «amable y que no demoniza, que simplemente intenta abrir los ojos al lector contra aquellos productos que nos venden como saludables».

Uno de los trucos que ostenta Marián García es el de la 'regla 343', que aplica a los yogures: «El mejor es el que tiene un 3% de grasa, un 4% de azúcar y un 3% de proteínas». Este truco mnemotécnico, sostiene, contribuye a que el lector «haga un clic» cuando se encuentra frente al refrigerador de lácteos y se esfuerce más por buscar la opción más apropiada.

Son distintas tretas que se pueden aplican al pan, a los cereales, y a los procesados... mientras la industria, por otra parte, trata de 'disfrazar' como saludable, sin salirse de la legislación, productos o bien inofensivos o bien directamente perjudiciales.«La ley debería ser más férrea», se lamenta, aunque también concede que a los compradores «nos cuesta leer esa letra pequeña que dice que el yogur de fresa y plátano tiene un 1% de cada fruta» , y recuerda que en el caso de Chile los alimentos con más contenido en azúcar o grasas se presentan con una etiqueta negra que alerta al consumidor frente a su uso abusivo: «Nuestros ultraprocesados deberían tener avisos como los de las cajetillas de tabaco», sentencia.

Es esa otra cruzada particular que mantiene la autora contra los denominados 'superalimentos'; los productos 'detox', 'smoothies' y 'batidos milagro' que son un engaño tan pernicioso como los terribles 'ultraprocesados': «Hay un cambio social a todos los niveles en la proliferación de costumbres como el 'running' o la gente en los gimnasios: con las necesidades cubiertas nos preocupamos por vivir mejor y estar más sanos y hay quien se aprovecha de esto para vender 'superalimentos' con propiedades únicas e inigualables que no aportan más que lo que ya da una buena alimentación».

Marián García planta cara también a quien apunta que la pobreza de clases más bajas y los escasos recursos obligan a las familias humildes a consumir ultraprocesados con materia prima de baja calidad: «Los alimentos sanos no son caros», afirma, y defiende que las subidas de impuestos en ultraprocesados se complementen con una disminución equivalente en las frutas y verduras.