¿Qué significa tortolla? ¿Qué quiere decir cureco? ¿A qué se refiere alguien cuando dice el verbo esconzuñar? A eso llegaremos, porque antes conviene contar la historia del matrimonio que decidió escribir un libro a cuatro manos con las historias y palabras perdidas (o a ... punto de perderse) en León y Tierra de Campos.
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Llegó un momento en el que Jesús San José (Matadeón de los Oteros, León, 1957) tuvo miedo de un puñado de folios. «Al final, esto se va a perder», se decía, mientras miraba las pilas de papeles que se acumulaban en su casa de Cogeces de Íscar. Allí, mecanografiados pero sin encuadernar, estaban los escritos que durante años recopiló su mujer, Rosa María Rodríguez (Valladolid, 1952-2003), una apasionada de la escritura y de las tradiciones rurales que dejó, negro sobre blanco, mil recuerdos y curiosidades sobre Tierra de Campos.
Ese temor a que los papeles terminaran perdidos o en la basura empujó a Jesús, funcionario de la Diputación de Valladolid, a buscar una solución. Y fue así como se embarcó en una aventura editorial que comenzó con 'Las andanzas de Pico Amarillo' y que ahora sigue con 'Peripecias de Juan y Tasio' (Editorial Spica Siglo XXI, 16 euros). Jesús San José, que firma el libro junto a su fallecida esposa, lo presenta este miércoles 15 de febrero, a las 19:30 horas, en la librería Maxtor (calle Fray Luis de León).
Juan y Tasio, los protagonistas de estas historias, existen. «Son amigos del pueblo, personas mayores con las que mi mujer y yo manteníamos una relación. Hablábamos mucho con ellos. Cada vez que nos los cruzábamos por el pueblo (Juan en Cogeces de Íscar, Tasio en Matadeón de los Oteros) nos invitaban a un vinillo en la bodega y, a partir de ahí, empezaban a contar sus cosas», explica Jesús.
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Cuando la pareja volvía a casa de esos encuentros amigables, Rosa María se sentaba frente al papel y volcaba ahí las anécdotas, para que aquellas memorias del medio rural no se perdieran. Primero lo escribía a mano, luego lo pasaba a máquina en uno de esos muchos folios que guardaba en su hogar.
Así, por ejemplo, Juan les contó la historia de un compañero gallego con el que coincidió en la mili. Un día se quejó de que le habían desaparecido dos duros, que alguien se los había robado. Consiguió que el sargento pusiera a todo el pelotón en fila para que enseñaran el dinero que tenían en los bolsillos. El gallego fue uno por uno, oliendo la calderilla que mostraban en sus manos los compañeros hasta que se detuvo y grito: '¡Estos son! ¡Estos son mis duros!' Y lo supo, dijo, porque olían a ajo.
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Estas historietas recopiladas por Rosa María se nutrían además con las anécdotas que escuchaba en casa a sus padres y abuelos, procedentes de Cuenca de Campos y Cubillas de Cerrato. Y a ellas se suman los escritos de Jesús, quien ha ideado una «parte más autobiográfica», con unas memorias de la comarca leonesa en la que creció y que ha bautizado como 'Los años del pedo libre'.
«Los chicos llamábamos así, pedo libre, al pantalón corto que nos ponían en casa, sobre todo durante los meses de verano. Para evitar que lleváramos pañales o que se mancharan, estaban abiertos por debajo y bastaba con abrirlos un poco para hacer nuestras necesidades», rememora Jesús.
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Juan, pastor con ovejas, ya falleció. Pero Tasio, la otra gran fuente del libro, todavía vive en su pueblo de León. Tiene 97 años y en su vida laboral fue un gran agricultor que tenía contratados a varios empleados. Entre ellos, como fijo, al padre de Jesús. Pero durante las campañas más fuertes del verano se hacía con peones que también traían consigo historias curiosas, como la de ese jornalero que confundió un sapo requemado con un pájaro famélico.
«El libro es un recordatorio de la vida rural en Tierra de Campos y los pueblos de León. Juan y Tasio representan la forma de ser de la gente del mundo rural con la que se identificarán muchas personas que lean el libro. Y también hemos incluido un glosario con más de sesenta palabras que todavía se usan por estas zonas y que fuera de allí apenas se conocen».
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Por ejemplo, esconzuñar. «Es el verbo que usaba mi madre y otras vecinas del pueblo cuando anunciaban que se iban a echar una pequeña cabezada después de comer. ¿Has esconzuñado bien!?, le preguntábamos cuando se despertaba». Otra palabra es colado, que es como llamaban «al agujero en la base de las puertas por el que salía el agua de los corrales o que utilizaban los gatos para entrar y salir».
El repaso a esos localismos incluye también narrio («esos mocos espesos y verdosos de cuando estás acatarrado»), tortolla (el bulto que deja en el brazo la picadura de un mosquito) o cureco, palabra con la que se aludía a los animales que cojeaban. «Decíamos, por ejemplo, mira ese pájaro, va cureco», recuerda San José.
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'Peripecias de Juan y Tasio' es el segundo libro que sale de aquellos folios escritos durante años por Rosa María y Jesús. La primera cosecha dio como resultado 'Las andanzas de Pico Amarillo', una serie de cuentos ilustrados (también publicada por Spica) donde contaban la historia de un mirlo que durante muchos años frecuentó su jardín.
¿Todavía hay material para nuevos libros? «Para muchos más. A mí me gustaría que todos esos papeles que teníamos por casa y escribíamos los dos acabaran editados para dejárselos a nuestros nietos. No me quiero ir de esta vida con las manos vacías ni las historias perdidas», dice Jesús, quien además es un asiduo escritor de poesía.
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