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El chorizo se ha terminado.Esa el gran preocupación de Santiago Lorenzo. Acaba de llegar a las librerías 'Tostonazo' (Blackie Books), título inmunizador tras el ... éxito de 'Los asquerosos', y la maquinaria promocional está en marcha. Lorenzo no cambia peinado ni atuendo, habla con el mundo en zapatillas de cuadros. Le acompañan tres fotos; el rostro de 'El caballero de la mano en el pecho', «por su belleza», el retrato de Juana la Loca «pasó 46 años encerrada, es brutal», y otro de Solimán «con ese tocado de drag queen medieval». Nacido en Portugalete (1964), vive en un pueblo de Segovia y mantiene su vinculación con Valladolid. Le hace ilusión que le hayan pedido un texto para un libro sobre Juan Antonio Quintanay Mery Maroto. Entre las creaciones lingüísticas de esta entrega: metuconería.
–¿Es Castilla y León tierra de acogida para sus personajes tragicómicos?
–Después de un siglo en el que hablamos de despoblación, igual narrativamente es interesante hablar de repoblación a cuenta de un puto individuo, que soy yo, o mis personajes.Estamos repoblando Castilla con personajes de ficción. El protagonista de 'Tostonazo' va a Ávila. Todo lo que rodé lo hice en Valladolid, Palencia y un poco en Madrid. Conmigo siempre se han portado fenomenal en nuestra comunidad. Algunas de las novelas primeras están muy localizadas en Madrid, pero en todas hay un viaje a los límites de Castilla y León.
–Su protagonista es un meritorio de cine, como lo fue usted, en 2012, ¿por qué ese año?
–2012 fue un año pico, muy chungo, el central de la crisis de 2008. Fue un año de mucho desespero, debía ser el de la celebración del bicentenario de la Constitución de Cádiz, la Pepa, y resultó un año de zozobra. Es como en 1913, que no pasaba nada, y en 1914, un huevo de cosas, así que es mejor localizar en 1914.
–Elige a un joven que se obnubila ante la impostura de Sixto, ¿a qué se debe esa atracción?
–Como no tengo hijos ni tendré, uno escribe sobre jovencitos como si fueran sus hijos, los miro en la distancia sin tener que pagarles todo, ni aguantar sus borracheras.Son de ficción, solo te quedas con lo interesante de sus vidas. Este es mi protagonista más joven, cumple la mayoría de edad en estas páginas. En efecto es un hombre obnubilado ante un verdadero zoquete. Podemos quedarnos admirados ante alguien brillante, como su amigo Bertrand, pero me fascina la idea de quedarse encandilado con lo contrario, con un zote. Es un pasatiempo fantástico para la vida real. Sixto es un zoquete con balcones a la calle, no sé cómo se puede ser tan malo haciendo algo, ser tan soplagaitas, tan pelamanillas o tan pelele –como se dice en Valladolid–. Es una gozada.
–¿La antiejemplaridad?
–Que es otra forma de ejemplaridad, como cuando se despeja la incógnita de una ecuación.
–¿El desencanto que sigue a la lucidez es marca de la casa?
–Sí, para hablar de gente que le sale todo bien ya está la prensa rosa y las películas de Disney. Me gusta la gente a la que le ocurren cosas feas. Cuando yo me puse a hacer cortos tenía casi esa edad y sentía la misma perplejidad por el hecho de meternos en algo que no conocíamos. Ese protagonista bebe de mí en ese momento.
–¿Pacomio representa a los que se vacunan contra el fracaso no intentando nada?
–Sí, es ese tipo de triunfadores que se da entre la gente que no hace nada para fracasar. Su 'éxito' está inspirado en uno de mis vecinos que viene en verano al pueblo. Pacomio es real, esa gente católica que no va a misa, patriota pero que no sabe dónde está Cádiz o no sabe escribir una frase sencilla en este cojonudo idioma que tenemos. Nos cruzamos con gente inconsecuente.
–«Ávila era una estafa al revés: vendía monacato y daba erotismo». ¿De verdad?
–Fui allí la primera vez muy pequeño, porque mi padre había pasado allí su adolescencia y nos pegó su admiración por la ciudad. Nada más llegar sientes que tiene una novela. Fui a recoger un premio y percibí su misterio de nuevo. No hay más que ir a los sitios para desterrar los tópicos. Me pasó en el Madrid de la Movida, llegué en los ochenta y me encontré a sosos y pánfilos, como debían ser los padres de la presidenta. Luego en Valladolid, igual. Allí rodaba y todo el mundo quería participar. La novela fue una excusa para volver a Ávila y me gustó mucho.
–¿Le resulta «chocante» la libertad?
–A veces me da vergüenza caminar a las doce del mediodía un martes por una ciudad, cuando todo el mundo está trabajando. Siempre pensaba que era como vivir de un subsidio que no merecía y en qué pensarían los demás. Solo es consecuencia de optar por un oficio que te da cierta libertad aún a costa de la economía, lo cual está muy bien si estás dispuesto a ello. Siempre preferí la libertad al dinero.
–Pero su éxito con 'Los asquerosos' le habrá abierto las puertas a otros ingresos.
–Me han salido muchos bolos que suelo rechazar, tienen que estar cerca. No quiero moverme de aquí. Yen prensa también, he dicho no a la 'tercera' de 'ABC' y a otras cosas. Llevo fatal la fecha de entrega. Aunque quizá la liberta esté en aceptarlo.
–¿Le define la sátira?
–Es una traslación de cómo ves las cosas, y yo estoy condenado a la sátira como otros, a la lírica o al ensayo. A mí me puso Dios en esa caja.
–¿Cree en Dios?
–Lo cito mucho sí, pero no. Creo que debe existir algo así. Recuerdo cuando Teatro Corsario tuvo la osadía de llevar al escenario 'A la caza de snark', de Lewis Carroll. Es la historia de la búsqueda de un snark, un animal inexistente. El hecho de que tenga un nombre no implica que sea real. Sin embargo, existe el concepto. Pasé diez años en un colegio del Opus y logré que me apasionara el arte sacro y el constructo cultural de mitos como el de Adán y Eva. Quizá exista Dios, pero hoy por hoy, creo que no. Ojalá el tiempo me demuestre lo contrario, me sabría más rico el gótico castellano.
–¿Es devoto de Valle-Inclán?
–No sé cuántas veces habré leído 'Luces de Bohemia'. En el instituto dibujé a Valle-Inclán y me dejaron poner el dibujo en la pared. Le tengo un grandísimo amor. También a su enemigo, Pérez Galdós. Descubrir la literatura española me convierte en un patriota real.
–¿Teme que Santiago Lorenzo se convierta en personaje?
–Cualquiera que firme algo en público concede a la gente el derecho a pensar de él lo que le dé la gana. Mi vida no tiene ningún interés, no pienso en cómo me ven. Sigo sin tener redes.Aquí donde vivo todo está tan lejano. Hoy me he quedado sin chorizo, conseguir víveres es difícil y no conduzco. Eso es lo importante hoy.
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