Miguel Jesús Sánchez, en la librería de la Plaza de Santa Cruz. Carlos Espeso

Sandoval, librería decana de Valladolid, cumple medio siglo

A sus 76 años Miguel Jesús Sánchez sigue prescribiendo títulos en las librerías de las plazas de Santa Cruz y El Salvador: «La avalancha editorial nos abruma»

Jesús Bombín

Valladolid

Martes, 21 de noviembre 2023, 19:38

Volvió a su ciudad «desde la clandestinidad» en 1975. Estaba entonces pendiente Miguel Jesús Sánchez (Valladolid, 1947) de una denuncia del Tribunal de Orden Público por repartir propaganda y asociación ilícita. Desde años antes conocía a Amparo Sandoval, su pareja, que en 1973 había montado ... una librería en el número 10 de la Plaza de Santa Cruz. «Creamos juntos un proyecto en una zona universitaria donde entonces había más movimiento, estaba Filosofía y Letras, no existía el campus de las afueras... al final el local se nos quedó pequeño y años después decidimos abrir también otra librería en la plaza de El Salvador».

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Este otoño Sandoval anota en el calendario medio siglo de vida, un tiempo en el que Miguel Jesús Sánchez ha pasado de manejar libros censurados a disponer de falta de espacio para colocar la catarata de ejemplares que le llegan a diario, «más de 180». «Cuando empezamos se editaban en España unos 10.000 títulos al año y ahora estamos cerca de los 90.000. Es imposible digerirlos. En aquel tiempo podíamos tener un control sobre las novedades, conocer lo que salía y se reeditaba; en este momento, no. La avalancha editorial nos abruma», describe este jubilado activo que sigue recomendando autores y obras entre mostradores y estanterías repletas de libros en pugna por la mirada ávida del lector.

Desde sus inicios en el oficio ha visto cómo la visión«casi mítica» del libro ha menguado. «Entonces –sostiene– tenía un valor en sí que en este momento ha pasado para el sector editorial a tener un valor comercial en la medida en que se edita sabiendo que la mayoría de los títulos van a ser convertidos en pasta de papel porque no se van a vender. Hay una burbuja, se ha abaratado mucho la composición y las editoriales se pueden permitir pagar una edición con 300 ejemplares. Se edita a ver si hay suerte».

Instinto librero

Echa también en falta en el mercado editorial la presencia de filtros que discriminen entre tanta oferta. En este hábitat de superabundancia resulta más complicado formular recomendaciones, algo que algunos lectores buscan y agradecen. «Esa labor que antes podíamos hacer más directamente porque conocíamos los títulos hoy es casi imposible con tantas novedades; al final te guías por el instinto, estando atento a diversas fuentes... pero es difícil. A veces descubres un libro que lleva tiempo perdido por la librería y alguien te comenta que es espléndido y entonces lo recomiendas».

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En Sandoval nohan faltado en este tiempo las secuelas de la intransigencia con varias agresiones sufridas en sus locales. La primera en 1976, «por una rencilla, un acto de aquellos que se celebraban en conmemoración de la fusión de la Falange y todo eso. Vinieron gentes de fuera y tal. Y otra vez nos rompieron la luna por la presentación de un libro de Almudena Grandes. Creo que han sido cuatro las veces que ha habido incidentes así».

En la convivencia a diario entre papel y tinta percibe los enormes cambios en torno al mundo editorial que conoció en sus inicios. «La librería se está convirtiendo cada vez más en un almacén, los lectores vienen pidiendo un libro concreto que han visto reseñado en redes y registran menos las estanterías». Tampoco escapa a esa metamorfosis el papel del librero como prescriptor. «Antes ofrecíamos cosas más concretas, ahora es una dispersión total lo que se ve en los mostradores. En los escaparates los ejemplares duran dos o tres días, llegan tal cantidad que tienes que cambiarlos».

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Leer para recomendar

Con todo, un trabajo «bonito, gratificante», en el que puedes realizar un proyecto de vida por más incertidumbres que zarandeen el sector. Así sigue tomándose Miguel Jesús Sánchez una dedicación en la que es consciente de que la agenda del mercado editorial la marca «el criterio económico fundamentalmente». «Lara, el fundador de Planeta, era el más inteligente que había, aunque muchos le atacasen. Editaba el libro de las memorias de Santiago Carrillo y en paralelo las de Fraga Iribarne. Iba a lo que da dinero. Las editoriales pequeñas intentan cubrir un poco objetivos más bien culturales, no tienen que producir una cantidad de libros todos los meses, sino cumplir unos objetivos más acordes con su papel».

Por placer está leyendo en la actualidad 'Jóvenes antifranquistas' (Catarata), de Eugenio del Río, y por obligación otra ristra de títulos. A él mismo le llegan recomendaciones de sus clientes, una parte de los cuales conserva desde aquellos años setenta, «aunque se me mueren muchos, son gente de mi edad. Me alegra ver a personas que reconoces de tiempos pasados cuando entran a la librería». Al librero más veterano de Valladolid no deja de sorprenderle que a raíz de la pandemia «cierta gente joven» hagamayoritariamente los pedidos a través de Internet. «Yo prefiero decirle al cliente 'pásate por la librería y no nos obligues a mandarte un libro, que vives en las Delicias'».

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Para conmemorar este medio siglo de existencia, el artista Manolo Sierra presentará el viernes (20:00 horas) la carpeta de ilustraciones 'Leyendo estas hojas pequeñas que trae el aire'.

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