A Jesús Salviejo le gusta viajar y contar. 'Chankoro' (M. A. R. Editor) es el último fruto de esas dos querencias y hoy lo presenta en la Feria acompañado de Ignacio Martín Verona y Paco Díez.
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Jesús Salviejo (Valladolid, 1965) se estrenó en ... la novela con 'No sorprende la lluvia' (2009) y siguió con 'Un asunto de sombras' (2019). 'Chankoro' es la tercera.
«Pertenezco a la generación que conoció Portugal con sus padres yendo a comprar toallas. Luego cuando tuve posibles y coche empecé a conocerlo de verdad, Oporto, Coimbra, Lisboa. Son lugares con un gran patrimonio pero sobre todo la gente, en pocos sitios se vive este hospedaje de corazón de los portugueses», dice este profesor de adultos.
Stela Soares es una huérfana de la guerra de Mozambique, una niña entregada a dos tías residentes en Lisboa. Salviejo elige un año clave en la historia lusa, 1974.
«Es una novela sobre el desarraigo desde una mirada ajena, que es la mía, que se fija en un hecho histórico como es la Revolución de los Claveles. Por eso elijo los personajes, también son ajenos pero se ven inmersos en la situación. Allí encuentran cobijo una china como la señora Chan, un judío como el señor Cohen y una niña mozambiqueña, Stela».
Precisamente la voz de la pequeña, su candidez castigada por sus tutoras, marca el tono de la narración, poético, juguetón con las palabras a veces –«hay que rebelarse sin revelarse»–. «Su punto de vista me permitía acercarme con un cierto grado de ingenuidad a pesar de la sabiduría que hereda de los adultos. Hay dos narradoras, la niña y la Stela mayor que rememora su infancia. Es una ingenuidad verbal de quien está aprendiendo y una mirada adulta obligada por la realidad que evoca. Stela tiene una gran conexión con la señora Chan que también tiene una herida, un daño y un lengua que da risa».
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La otra pata de la historia descansa en Cohen, «cuyo oficio es ser anticuario, una persona que mercadea con el pasado. Este personaje me permitió acercarme al itinerario del desarraigo de la cultura judía. Pocos conocen el tiempo de la Viena de Shanghai. Pensamos que la II Guerra Mundial fue europea y olvidamos que fue mundial, que hubo tropas de otros continentes aquí y soldados europeos en frentes que ni soñaron podían existir».
Los tres proceden de la geografía colonial. «Stela es el nexo con un mundo perdido. Los portugueses, a diferencia de nosotros, sí sentían las colonias como parte de su patria. Stela lleva la diferencia escrita en su piel, como otros tantos. Por ejemplo, en las flotas pesqueras había muchos marineros de las colonias africanas». Otra particularidad lusa es su especial relación con Gran Bretaña. «La alta burguesía la abraza y prorroga, enviando los niños a estudiar allí. En España por ejemplo el pazo de Pardo Bazán en realidad imita las torres inglesas que ella tanto admiraba».
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Las flores y el papel, las figuras de origami, los pájaros, acompañan a Stela. «Representan su vena divergente, ella mantiene hasta el último momento la esperanza en el aprendizaje y la renovación, el espíritu de la Revolución de los Claveles. Cada 25 de abril saca una flor por la ventana y busca miradas de complicidad en quienes hacen lo mismo. Es como escribir nuestra novela y enseñársela a los otros, crear la comunión de pérdidas y esperanzas».
Entusiasta de Mia Couto y Lidia Jorge, Salviejo deja Portugal para buscar en Burdeos las huellas de Goya, protagonista de su próxima novela.
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