![Ana Ruiz: «El hecho de que exijamos vidas dignas debiera conllevar una muerte digna»](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202203/24/media/cortadas/Ana%20Ruiz-kiVB-U1601433811694ETE-1248x770@El%20Norte.jpg)
![Ana Ruiz: «El hecho de que exijamos vidas dignas debiera conllevar una muerte digna»](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202203/24/media/cortadas/Ana%20Ruiz-kiVB-U1601433811694ETE-1248x770@El%20Norte.jpg)
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Le gustaban más los pájaros a su padre que a ella, pero la vida de las aves le ha procurado la alegría de los últimos tiempos. Ana Ruiz Echauri (Pamplona, 1957), periodista de TVE jubilada, contó en redes la evolución de un nido en su ... alféizar. La crónica ha devenido en 'La ventana de los cernícalos' (Grijalbo), una novela que entrevera las alas llamadas a volar de los pájaros y las cortadas de un amigo pentapléjico, ficción y realidad.
–¿Sin confinamiento existiría el libro?
–No. El libro lo escribí después. La editora de Grijalbo me leyó en Twitter y le llamó la atención la repercusión de la historia. Creyó que había una historia que contar en una novela, pero sin confinamiento la historia de los cernícalos no hubiera tenido esa repercusión. Entonces todos buscábamos entretenimiento, diversión y las aventuras de los cernícalos en primavera distrajeron a muchas personas. Me planteé contarlo como crónica periodística, lo único que sé hacer. La vida de los cernícalos es curiosa; anidan, ponen huevos, nacen pollitos y hacen ejercicios para volar. Desde que son una miniatura hasta que vuelan solo pasa un mes. Pasas mucho tiempo esperando que ocurra algo y cuando ocurre va muy rápido. Ahí estaba el germen del libro, en esas cosas que nos ocurren de un momento para otro como el pollito que se atreve a saltar, volar y lo consigue y cómo la vida te cambia en un segundo a peor.
–En las dos historias hay un blog ¿ha prescrito el formato?
–Escribía un blog en el 2000, cuando no había redes. Allí conté un poco de los cernícalos pero los móviles de entonces no eran como ahora. Por otra parte, tenía muy claro que a mi amigo a J. le debía una historia. Ahora era el momento de poder contarlo con distancia y perspectiva, jugando con las alas de las aves y las alas cortadas del humano.
–Del blog a Twitter, ¿le gusta más?
–Twitter fue un descubrimiento, te abres una cuenta porque eres periodista y te tienes que enterar de lo que dicen los políticos, se ha convertido en un medio de comunicación. Lo abrí para leer. Luego escribía mis reflexiones. Cuando llegan más seguidores te das cuenta de que lo dices va ganado repercusión. Te escribe una persona desde otro lado del charco y te dice que sigue emocionado la vida del cernícalo. Una mujer que estaba aislada por una enfermedad oncológica me dijo que esta era la única ventana a la que se podía asomar. Te das cuenta de que en tu ventana hay muchas ventanas y las he intentado trasladar al libro.
–¿Tiene muchos seguidores?
–Ahora me siguen 24.000 personas. Me da mucha responsabilidad, cada persona que te sigue es respetable y te lee por algo, no me gustar llamarlos seguidores sino lectores. Si te preguntan tienes que contestar. Como forma de entablar una relación directa y recibir cariño me parece impresionante. Hay todo un mundo de solidaridad y otro de odiadores. En el libro se recoge un poco eso, Sofía está a agobiada por los mensajes de desconocido que le molesta y esos no compensan todos los que recibe de apoyo y cariño. En la novela no existe Twitter pero sí la figura de quien esparce su odio en redes desde el anonimato porque sí.
–En las dos parejas hay un miembro más reflexivo y otro de acción.
–Sofía está encerrada, viene de una serie de desgracias y está desubicada por la mudanza. Encuentra en el nido, en las aves un consuelo, un entretenimiento y un impulso para volver a escribir. La periodista está en un momento de hartazgo profesional aunque se da cuenta en sus conversaciones con J. que lo que ha hecho en toda su vida es acumular historias que le han contado otros. Como le hacen dos encargos importantes vuelve a encontrar el gusto por la profesión.
–Da alguna pincelada de la profesión, de los tertulianos, de las cebolletadas ¿cómo ha cambiado el periodismo?
–La mayoría de lo que se cuenta de periodismo es antiguo, es el periodismo sin redes ni tantos tertulianos que supieran de todo como parece que hay ahora.El que era experto lo era. Ahora da la sensación de que todo vale, todo va deprisa, la realidad y las noticias nos atropellan y no hay tiempo de charlar ni contrastar o tener un poco de calma. Todo tiene que ser ya, el clic, el tweet, el titular. La tecnología es estupenda para muchas cosas y mala para otras. No me gusta el periodismo del clic y el titular fácil.
–¿Qué le parece el testamento vital aprobado, hubiera sido distinto el final de J.?
–Entonces era un delito, desde hace un año no lo es. Las personas que se quieran ir con dignidad pueden hacerlo con la tranquiliza de que a nadie que les ayude le buscara la policía. La muerte es un tema incómodo y vivimos en una sociedad que no piensa en ella en absoluto, todo tiene ser vital, alegre, divertido pero la muerte esta ahí y nos va a tocar a todos. El hecho de que exijamos vidas dignas debiera conllevar una muerte digna, que las personas no tengan que vivir con un sufrimiento imposible. Ocurre como con las leyes del aborto o el divorcio, no es obligatorio pero el que quiera hacerlo podrá. Al menos se han ido pudiéndose despedir, acompañados y sin dolor. Eso me parece que es morir con dignidad. La reflexión está en el libro, en la simple comparación de que si tienes un animal enfermo lo llevas al veterinario para sacrificarlo, que muera sin sufrir y te despides de él. ¿Ylos únicos animales que sí sabemos que moriremos, por qué no?
–¿Pensó, como su protagonista, en ser médico?
–Ana pensó en ser médico o como mi padre, que está en la novela. Era abogado laboralista pero también se dedicó a recopilar el cine de Pamplona y con esas películas se ha recuperado la historia de la ciudad que estaba desaparecida. La Filmoteca de Navarra era un sueño suyo que no lo vio cumplido porque murió en 2003, pero allí está su legado. Una Pamplona en blanco y negro, unos 'san fermines' que nada tienen que ver con los de ahora, la gente famosa que iba. Los periodistas no nos damos cuenta de que cuando contamos lo que vemos dejamos una historia escrita que quedará ahí. Contamos la historia pequeña y la enorme. Con las prisas parece que da igual cómo se cuentan pero no, las pequeñas también son importantes. En la vida, con suerte te pasan dos o tres cosas importantes buenas y bastantes más malas y tu historia la cuentas con esas referencias. También marca la vida el día que te ha saldo la comida rica.
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