Sus impresiones diarias han acabado en un libro a petición del público. A la periodista Rosa Fuentes (Oviedo, 1962) le «robaron» el trabajo unos días antes del inicio del confinamiento. Las miradas perdidas a las calles vacías, los besos al cristal y los recuerdos ... de su pueblo a orillas del Narcea fueron licuándose en mensajes para el grupo de allegados. La opinión del editor terminó por decidirla y el diario de 'Un año sin trabajo' se ha convertido en 'Trasiego' (Editorial Fuente de la Fama). Este jueves firma ejemplares en la Feria.
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Acostumbrada a la disciplina laboral, el 'shock' inicial trastocó los hábitos y el confinamiento, la posibilidad de retomarlos. «La ausencia de trabajo me desordena el pensamiento», escribe. Yla escritura se convirtió en consuelo, en viaje, en las posibilidades que la realidad anegaba.
La frustración de ese presente dio paso al 'trasiego' de tiempos y gentes. Los recuerdos de la infancia, los de la Facultad en Madrid, los del Oviedo de primeros empleos o los de Valladolid, se entreveran de libros disfrutados, de citas, de películas. A Rosa le gusta Ricardo Darín y Luis Sepúlveda y bailar.
Hay reflexiones sobre el periodismo, sobre la profesión vivida en periódicos, sobre la desaparición de los correctores y la aparición de los consultores, sobre el horario de cierre, su última sección, y la maternidad. Del diario al mundo del vino, aunque «seis años en bodega no me otorgaron el don de saber envejecer».
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Abrazos, echar de menos, ventana, pueblo y vacas son palabras recurrentes en este dietario impulsado por su hermana médica con fines terapéuticos. El deslizamiento melancólico es detenido por un hijo más maduro de lo que presupone su DNI. Fuentes no cejará en su empeño de recordar al mundo su disponibilidad, «no ha habido semana que no enviará un currículum o contactara con alguien», explica quien ya se «reinventó» una vez y lo volverá a hacer si la dejan. «Sin un sueldo que nos mantenga perdemos la capacidad de planear, el deseo de dejarnos llevar...La falta de empleo nos priva de la libertad».
Las flores la llevan a su madre y viceversa; pelar una manzana, a su padre. El calendario se convierte en el almanaque de no lo vivido durante un año, ni Semana Santa en Valladolid ni San Isidro en Madrid. Por fin en junio visitó a la familia en la «tierrina», veraneó en ella, tardó en ver el mar y agosto se marchó sin «la decencia de arrastrar consigo el daño que nos hizo». Terminó el año como todos, el 31 de diciembre, pero no la periodista no osó hacer balance. Al cumplirse el año del despido publicó este 'Trasiego' que tantos otros mortales podrían suscribir con las palabras de Rosa Fuentes.
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