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Ramón García suele preguntar a los niños sobre sus trabajos, a parte de ir a la escuela. Las respuestas son casi siempre plurales. En ese afán rentabilizador del tiempo que exhiben los adultos hunde sus raíces Renata, la protagonista del libro con el que García ... Domínguez ganó el Premio Ala Delta de 1992 y que cumple ahora 30 años. Tres libros más y una coda han convertido a la niña en un clásico que celebrará el Colegio Amor de Dios este viernes a la sombra de la estatua del Conde de Lerma de Valladolid. Los 300 niños de Primaria de dicho centro retomarán la costumbre de la 'quedada literaria' que interrumpió la pandemia a las 12:00h. Esta primera tarta de cumpleaños tendrá otra a finales de abril cuando Edelvives publique una edición conmemorativa de 'Renata toca el piano, estudia inglés, etcétera, etcétera, etcétera', con ilustraciones de Javier Zabala.
«Siempre he sido un defensor del juego, es una escuela para todo. Pero los niños modernos están superocupados y pegados a las pantallas. Todos los libros de Renata giran en torno al juego, recogido en el artículo séptimo de la Declaración de los Derechos del Niño», explica Ramón García.
Renata es una niña juguetona «que lo mismo pinta las teclas del piano como piezas de dominó que se dedica a rodar aros, algo que hice mucho en mi niñez». Así vuelve el biógrafo de Delibes al mundo de los infantes. «Fue una gran sorpresa que viniera Miguel a la entrega del premio, en 1992. Dos años después le dieron a él el Cervantes y yo no pude ir porque tenía un compromiso en algún colegio. Él me lo reprochó diciendo 'estarás echando sermones a los niños».
La didáctica mata el placer
A García Domínguez el gusta el contacto con su público. «Los niños son asombro y espontaneidad, esas son sus grandes virtudes. Aprendo estando con los que te leerán o te han leído. En los encuentros con el autor te dicen de todo, hacen preguntas con mucho ingenio a veces». Para el autor, el libro es la disculpa para hablar bis a bis con los chavales. En estas tres décadas la oferta de literatura infantil y juvenil se ha multiplicado exponencialmente. «Se ha producido una eclosión en la que hay muchas cosas divertidas y mucha banalidad. No me gustan los libros que intentan hacer didáctica la literatura. Al niño hay que divertirle, la lectura es para mí, también como adulto, un juego, engancharle porque si no tirará el libro y hará bien». En esa banalidad Ramón destaca la moda de «hacer bueno al malo, a la madrastra, al lobo. Ano ser que escribas un cuento nuevo. Los cuentos tradicionales tuvieron su razón de ser y el niño la distingue, hay que ir con la verdad».
Reconoce que no le tienta escribir para sus coetáneos, aunque ha firmado novelas juveniles «y es difícil fijar fronteras, hay adultos que leen novela juvenil. Yo, por ejemplo, durante la pandemia. No escribí nada pero leí mucho». Con tres y cuatro visitas a centros escolares hasta hace dos años, Ramón tiene miles de adeptos. «En el colegio Elvira Lindo de Arroyo firmé un ejemplar a un niño que me explicó que su madre se iba a poner muy contenta cuando lo viera. Por la mañana había anunciado que yo iría a su cole y ella puso en duda que estuviera vivo», cuenta riendo. Yse resigna porque en casa «me leen por parentesco, no son muy entusiastas».
lu Cumpleaños de Renata
Ramón García Domínguez. Viernes, 12:00h. Plaza Mayor de Valladolid
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