Durante tres lustros fue autor de una única novela, 'Tiempo de silencio'. Luis Martín-Santos murió en un accidente de tráfico en 1964, a los 39 años. Entre sus papeles, el «magma» de 'Tiempo de destrucción', una segunda novela que vio la luz en 1975 ... de la mano del entonces joven profesor José-Carlos Mainer, en el sello Seix Barral. El exceso de notas y el planteamiento del material satisfizo una primera curiosidad pero el libro está agotado desde 1998. Galaxia Gutenberg se ha aventurado a una edición nueva que ha encargado a Mauricio Jalón, quien fue responsable de 'El amanecer podrido' (2020), experimento literario a cuatro manos de Juan Benet y Martín-Santos en su etapa estudiantil en Madrid. Esta tarde la presentan en la Biblioteca Nacional el propio Jalón, el editor Joan Tarrida y los hijos del escritor guipuzcoano, Luis y Rocío Martín-Santos Laffón.
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El reto suponía bucear entre el material que recopiló Pepa Rezola, amiga de juventud del escritor y compañera tras la muerte de su esposa ocurrida en 1963. Ella era la depositaria del material original que iba transcribiendo a máquina y quien organizó los inéditos con ayuda del cineasta Mario Camus. Aquella primera edición se gestó en esas coordenadas bajo la supervisión del hermano del psiquiatra, Leandro.
Y ese ha sido el punto de partida del profesor vallisoletano Mauricio Jalón junto a la correspondencia entre los editores durante la década que se mantuvo inédito además del archivo de la familia Benet. «Son casi setenta cartas entre la familia y los responsables de Seix Barral; primero Carlos Barral, que editó 'Tiempo de silencio', y luego Pere Gimferrer. El primero estaba por la labor de publicarlo dada la brillantez de su prosa pero parece que había reticencias», explica Jalón.
Socialista existencialista
Cuando muere Luis Martín-Santos es un reconocido médico que dirige el Psiquiátrico Provincial de Guipúzcoa y el éxito de su primera novela crece exponencialmente, a pesar de que la censura había cercenado una veintena de páginas. Afiliado al PSOE, había sido detenido cuatro veces y encarcelado dos veces. Afrontaba tanto su profesión como la literatura como un compromiso social, en la estela de su admirado Jean-Paul Sartre (uno de sus hijos se llamará Juan Pablo).
Tenía más obra inédita que publicada y la ambición de una estética propia le aventura por caminos nuevos que dificultan el orden cronológico o temático de sus escritos. «Dice de sí mismo que es un 'escritor a vomitonas'», apunta Jalón. «Se le ocurría una escena de noche y no paraba hasta desarrollarla. A los tres días escribía otra cosa completamente distinta, relacionando los episodios a posteriori. A veces ni coinciden los nombres de los personajes». El 'magma' de 'Tiempo de destrucción' son «tres libros» para Mauricio. «De hecho él comenta con Rezola que no consigue fundirlo todo. No había un corpus inicial. Ni Mainer ni yo hemos podido manejar originales».
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El planteamiento de esta edición parte de hacer accesible la novela póstuma de este innovador de la narrativa española al gran público. El exceso de documentación y de notas marcó como erudita y exhaustiva la de Mainer. Jalón recompone el puzzle con un pequeño ensayo de Luis Martín-Santos titulado 'Lo que quiero contar', una reflexión sobre su condición de escritor, de demiurgo que crea un personaje, lo que le mueve, lo que busca. Allí se pregunta: «¿Quién soy yo para atreverme a dar forma casi definitiva –tal es el privilegio de la literatura– a una vida que, aunque quise comprender, siempre se me escapó en lo más hondo? ¿no es fundamentalmente excesivo el intento de captar en palabra a otro hombre, de decir algo de él, su secreto quizá...?», mayéutica aplicada también a su condición de doctor de almas.
Y en su coqueteo intelectual reconoce «me agrada imaginar lo difícil que va a ser». Al igual que en 'Tiempo de silencio', un joven se abre camino en la España de los años cincuenta. Agustín es un joven nacido en un pueblo de Salamanca, en la Universidad de dicha ciudad estudiará Derecho. Su prosa se embarca en el sino de este futuro juez. «Solo en la sorpresa de lo inesperado se manifiesta la originalidad del hombre, lo que tiene de profundo y de digno de ser comprendido», afirma.
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Caso de ser mensurable, hay quien calcula que le faltaba un 20% para terminarla. Mauricio Jalón ha ampliado a cuatro las tradicionales tres partes y la numeración de los capítulos está acompañada por una palabra descriptiva. «Se pueden leer de forma autónoma. La novela es un continuo de episodios».
Las dos primeras partes –'Aprendizajes' y 'Enmascarados'– podrían ser «novelas exentas». Comienza con la vida en el pueblo salmantino (el escritor pasó varios veranos de su infancia en Topas, en la casa de sus abuelos), «se presenta el mundo idealizado de Demetrios y su conexión con Cataluña. Ahí he suprimido todas la información relativa a los ocho hermanos de aquel porque no añadía nada a la trama principal y dificultan la comprensión», dice Mauricio.
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La Iberia árida
Tras la «edad de mocear», la segunda parte se centra en la oposición a judicaturas, copadas por los estudiantes de la «Iberia árida», en las lecturas filosóficas de ese joven abocado al derecho para ganarse la vida y en el inicio de su carrera judicial en Tolosa. Los carnavales de la próspera ciudad vasca serán el escenario del crimen que vira la novela hacia una investigación policial.
'Exploración' es la tercera parte, «un pequeño apartado en el que Agustín cambia a través de las relaciones con las mujeres y los niños, las nuevas amistades y el ascenso social», para terminar con la crisis de 'Combustiones'. «Se interrumpe la narración. Ha sido testigo de unas gamberradas violentas de las que no participa. Y hay dos finales abiertos, la posibilidad de que muera en esa violencia o sea castigado por su cercanía».
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Narración y digresión conviven hasta las últimas páginas en las que emerge el Martín-Santos admirador de Joyce y su 'Ulises'. «Esas páginas son una prueba de escritura para él. Su sentimiento de descomposición del mundo traducido a la literatura es la destrucción verbal».
Ya lo advertía en su ensayo inicial el autor, sometería al «vampiro-lector» a las «progresivas fases de desintegración» de su idioma. Tanto el héroe como su lenguaje sufren la metamorfosis del 'Tiempo de destrucción'. En 2024 se celebra el centenario de su nacimiento, quizá con más inéditos.
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