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Mis juguetes eran los libros», dice David Galán 'Redry' cuando recuerda aquellas primeras tardes con el lápiz, el folio en blanco y la imaginación desbordada. «Soy hijo único;no me iban a regalar esos juegos de mesa que son para cinco y nunca puedes jugar ... solo». Así que, el pastel de cumpleaños y los zapatitos junto al árbol de Navidad solían venir acompañados de un 'Manolito Gafotas', de algún 'Mortadelo y Filemón', de novelas, cuentos y tebeos que luego vivían nuevas vidas gracias al ingenio del pequeño David.
«Con siete años, me inventaba nuevas historias para mis personajes preferidos». Guardados por los cajones –como otros conservan un 'monopoly' viejo o aquel parchís ya sin fichas– están muchos de los relatos que escribió David antes de que firmara sus escritos con el sobrenombre que le ha hecho famoso: Redry.
Cuenta que a los 13 años comenzó a publicar sus poemas y reflexiones en un blog. Que sus letras encontraron muy pronto acomodo en otras redes sociales (457.000 seguidores congrega en Instagram). Que una editora con la antena puesta le pescó en las aguas de Internet y que en noviembre saldrá publicado su próximo libro, una vez cerrada la 'Trilogía del invierno' que componen 'Abrázame los monstruos', 'Huir de mí' (premio Espasa Es Poesía 2019)y 'No quiero otro invierno sin mí'.
El juguete preferido de Javier Morales era –y tal vez lo siga siendo– un instrumento musical.Cualquiera. Estudió primero piano, pero muy pronto sus dedos se pasaron también por las cuerdas de la guitarra, por la vara del trombón. «Desde pequeño he escuchado mucha música, sobre todo de raíz negra. Reggae, salsa, soul». Desde 2011 toca el bajo con la banda vallisoletana Poseidonians y en 2016 entró a formar parte de Black Playmakers Sound, un colectivo de coleccionistas de música jamaicana en vinilo y con producción propia, como el disco 'Dr.in dub' (2021).
Las letras de Redry y la música de Javier se conocieron durante el instituto, en «el barrio», en La Rubia, a través de amigos comunes e inquietudes compartidas. Un sofá y unas cervezas fueron el escenario y la excusa para unir sus impulsos creativos. En el verano de 2016 dieron su primer recital conjunto, en Herminio's.
Los versos de Redry encontraban el cómodo colchón musical que proponía Javier. Yesa comunión artística tiene ahora resultado físico en 'Inviérname', el «broche a una trayectoria conjunta» en forma de cedé. Grabado en los Studio Salcedo (en la calle Loza de Valladolid), el disco ofrece «un recorrido a lo largo de los distintos estados emocionales del amor»y de los libros publicados por Redry hasta el momento.
El primer poemario le ponía letras a los inicios del amor. El segundo rimaba con el desamor. Y el tercero se fijaba en ese necesario enamoramiento hacia uno mismo. De cada uno de ellos, escritor y músico han elegido varios textos para musicarlos e incluirlos en el disco. «Son poemas que nos gustan a los dos, de los que ambos nos sentimos cómplices».
«Si lo escuchas de principio a fin, compruebas que hay una evolución en la historia», explican. Pero, como ocurre con los poemas y las canciones, también es posible la escucha aleatoria de cualquiera de las 36 pistas que conforman este trabajo. Hay cortes instrumentales, otros de solo voz recitativa y, la mayoría, en los que versos y música se abrazan. Las melodías coquetean con obras clásicas, con piezas del repertorio tradicional griego o brasileño o con composiciones propias que se inspiran en artistas por ambos admirados, como Extremoduro o Alton Ellis.
El cedé puede conseguirse en formato físico, con una portada de tintes azulados diseñada por Bárbara Plaza, por 12 euros en la web redry.bigcartel.com. También puede escucharse en las plataformas digitales Spotify, Tidal, Deezer, Amazon Music y Sondcloud. Y además, hay vídeos en Youtube con la firma audiovisual de Samuel Úbeda.
De este modo, en el proyecto se dan la mano el mundo analógico y el digital, algo que también explora Redry en sus redes sociales. Su perfil de Instagram es un catálogo de fotos donde una clásica máquina de escribir cobra todo el protagonismo. Con ella escribe pequeños mensajes, fogonazos románticos y de amistad que a diario lanza en Internet. «La escritura para redes es más rápida, efímera.Son versos cortos que tienen un trabajo y un concepto diferentes al de los libros», asegura Redry.
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