Peridis: «Vivimos en una época de urbanización masiva pero yo espero que el proceso se invierta»
El escritor, dibujante y arquitecto José María Pérez narra en 'Hasta una ruina puede ser una esperanza' la restauración del monasterio palentino de Santa María la Real
Nuria Estalayo
Aguilar de Campoo
Domingo, 6 de agosto 2017, 10:06
Entre novela y novela siempre encuentra tiempo para acudir a sus orígenes, y después de ‘La maldición de la reina Leonor’, José María Pérez, ‘Peridis’ se centra en el libro que repasa los cuarenta años de restauración del Monasterio de Santa María la Real, en Aguilar de Campoo, Palencia. Peridis acude al convento caído para desgranar a sus vecinos las claves de ‘Hasta una ruina puede ser una esperanza’.
- ¿Con qué tipo de libro nos vamos a encontrar?
- Es un libro difícil porque es un relato personal en el que se entremezcla la historia del Monasterio y de los eruditos y estudiosos que hablaron de él en el siglo pasado y hace dos o tres siglos y nuestra propia experiencia. Aquí hay un tapiz y la base del tapiz es el convento. Y el convento tiene una historia que se cuenta, una ruina que se fotografía y un relato de cómo lo hemos hecho. Y desde un punto personal, que es el mío, que he sido probablemente el principal testigo y protagonista. Era mi obligación contar lo que hicimos, cómo lo hicimos, porqué lo hicimos, para qué lo hicimos y un poco los resultados de lo conseguido.
- No había mejor forma de despedirse de la presidencia...
- No es una forma, es la despedida. Yo he llevado esta mochila durante 40 años y las cosas hay que saberlas dejar. Yo veo a los presidentes de Gobierno que parece que les cuesta, y luego siguen. Bueno, yo tengo que seguir con la Enciclopedia del Románico, que nos queda un año para acabarla, si es que no se hace Portugal. Si conseguimos patrocinio para Portugal que es muy posible, vamos a hacer el Románico de la Península Ibérica. No sería justo que este currito llevara la mochila durante otros diez o quince años y que lleve la mochila hasta el día que me muera. Yo creo que las cosas tienen un tiempo. Y ahora la Fundación está en el mejor momento de toda su historia.
- ¿Llegó a pensar que aquella restauración terminaría hoy en Fundación?
- ¡Ni soñarlo! Es como el que va por un caminito y por un monte que no conoce, y piensa ‘el monte éste me come’, y luego resulta que hay una coordillera, pero no sabe que está la coordillera. Y después del monte viene la cordillera y después otra. Y esto ha sido ir de monte en monte y de cordillera en cordillera.
- ¿Le satisface el resultado?
- Contento porque se ha hecho lo que se tenía que hacer. El sueño que estaba en la carta de los Reyes Magos que echamos cuando hicimos los estatutos y el proyecto de la asociación. Queríamos instituto de Bachillerato, lo escribimos. Queríamos un Centro de Estudios del Románico, un Centro de Formación de Adultos, cursos de verano… Todo lo hemos ido haciendo.
- ¿Qué balance hace como promotor de estos cuarenta años?
- Pues que a mí el monasterio me ha dado mucho más de lo que yo he puesto. Me ha hecho conocer mejor la sociedad, ayudar a mejorarla en lo que en mí dependía. Me ha dado experiencia para poder escribir. Y la posibilidad de poder hacer programas de televisión para contar el Románico. Era un sueño, una utopía. Soy lo que soy y quien soy en gran medida gracias al monasterio.
- ¿Qué papel han tenido los vecinos en la restauración?
- Pues un papel definitivo, porque no es lo mismo ir a pecho descubierto diciendo ‘Oye, que quiero hacer esto en el Monasterio de mi pueblo, que es Monumento Nacional’. Ten en cuenta que fueron quinientos socios de salida para un pueblo como Aguilar. ¡Un disparate! Estaba todo el pueblo detrás. Segundo, para el desescombro resultó fundamental. Y luego había que darlo vida. No tiene ningún sentido restaurar si no tiene vida y la misión del pueblo de Aguilar era darle vida. Y eso hacíamos, convirtiendo cada espacio que restaurábamos en un espacio cultural haciendo actividades como teatro o música. Sobre todo la música, por eso hay un capítulo que dice que la música es buena para las piedras, y el libro va en blanco y negro y hay un momento en el que empieza el color. Y ese color es de cuando empiezan las actividades culturales.
- De la restauración nació uno de los proyectos más importantes en la formación de los jóvenes, las escuelas taller. ¿Sigue vigente ese modelo?
- En España hemos hecho las lanzaderas de empleo que avanzan un peldaño sobre las escuelas taller, pero en América Latina están plenamente vigentes, forman parte de la colaboración española. En el libro, cuento como en Colombia, el presidente Santos tiene las escuelas taller como herramientas para la paz y van guerrilleros, paramilitares y sicarios a las escuelas taller para aprender un oficio ahora que se han desmovilizado.
- Usted ha trabajado con el patrimonio, con las piedras, con el pasado, pero el factor humano del territorio siempre lo ha tenido en cuenta. ¿La despoblación amenaza el patrimonio?
- Absolutamente, porque en los pueblos no queda gente. El propio pueblo tiene un gran valor histórico porque esta zona se repobló en la Edad Media, toda ella, por eso hay tantas iglesias románicas. No queda gente, afortunadamente la zona norte de Palencia es la que menos se despuebla gracias en gran parte a Gullón y en menor medida a la Fundación, que ha dado mucho empleo. Vivimos en una época de urbanización masiva, pero yo tengo la esperanza de que con las nuevas tecnologías el proceso se pueda invertir. Yo aquí, en este pueblo, trabajo en verano. Escribo, dibujo, y lo mando. Puedo estar en contacto con mi editora y con mis lectores a través de las redes sociales. Entonces igual se puede invertir el proceso y la gente no quiere vivir en la gran ciudad porque tiene trabajos intermitentes y puede hacerlos en cualquier lugar de la campiña con buenos servicios, buenas comunicaciones, mucho más tiempo y mucha más barata la vida.
- Después de las intervenciones del Centro de Estudios del Románico, ¿queda algún templo en mal estado en el Románico Norte?
- Los templos hay que mantenerlos siempre. Creo que en mal estado no hay ninguno. Algunos van teniendo averías o están muy viejos, con materiales endebles, y hay que actuar cada 10 o 15 años.
- ¿Qué supone para la comarca tener su patrimonio en buen estado?
- Primero es de derecho. En segundo lugar, nosotros hemos llegado donde hemos llegado porque entendemos que el patrimonio es una riqueza no una carga. Y hay que ponerlo en valor y la manera de ponerlo en valor es generando empleo, viendo el foco en el patrimonio. Creo que hay que hacerlo atractivo, hacer eventos culturales. Que se abran y se pongan en valor.
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