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Iglesia de San Miguel, en Villavellid. MAnuel Abejón

Literatura: los paisajes góticos donde nadie se para

Jorge Praga y Manuel Abejón cuentan su viaje de tres años, las voces y los hitos de esta comarca en 'Tierra de Campos infinitamente'

Victoria M. Niño

Valladolid

Domingo, 6 de junio 2021, 08:18

No esperaban nada y lo encontraron todo. Durante tres años a la pregunta «¿dónde vais de vacaciones?» Jorge Praga y Manuel Abejón contestaban «a Tierra de Campos», eso sí, en días de labor y fuera del estío. El paisaje que Praga había visto durante años ... desde la ventanilla del coche, ese en el que no se paraba nadie, se convirtió en el destino de sus viajes. El resultado es 'Tierra de Campos infinitamente' (Difácil), el envés de aquella 'Tierra mal bautizada', de Jesús Torbado.

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Quizá porque no había ningún vinculo con el paraje, quizá porque «hay pocos objetivos que movilicen menos, no existe ni una campaña turística de la zona» o porque obedecieron al impulso de «caminar sin prisa y sin plan», Praga y Abejón toparon con lo que le fue negado a Torbado: «gente amable con ganas de hablar, un patrimonio inmenso y una gran variedad dentro de los paisajes desnudos, entre la inmensidad de cielo, horizonte y luz», explican los dos.

Estructurado en 'Días', 'Voces' e hitos históricos y geográficos, «el texto surgió al compás de los viajes, al dictado de lo que nos iba pasando, sin plan. Hay una palabra clave: curiosidad y cada vez éramos más curiosos. El plan se definió solo. Llevaba un diario y las voces fueron inevitables. Al hablar con la gente sentía una comezón interior. No quería olvidar lo que me decían, con esas palabras precisas. Así que les pedí registrarlo. Son testimonios orales muy ricos», explica Jorge Praga. Voces que no tienen nombre, que trascienden la individualidad para componer un mosaico de vidas arraigadas en esa inmensa comarca entre Palencia, Valladolid,Zamora y León.

De una agricultora de Barcial de la Loma que dejó la urbe y tomó las riendas de las explotación familiar a uno melómano de Montealegre de Campos que organiza sus abonos sinfónicos y operísticos según el calendario del campo;de los que fueron niños en aulas llenas a los que han visto cerrar las escuelas; de los que ejercieron varios oficios en su pueblo a los que abarcan centenares de hectáreas y duermen en la ciudad gracias a la mecanización. Algún eco de la Guerra Civil suena, el lamento de la denuncia de algún vecino.

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La voz decisiva en cada lugar solía ser el «personaje de la iglesia, que obedece a dos tipologías: el afín, a veces un antiguo sacristán que conoce todo, y el anticlerical, pese a que alguno era cura, el crítico con la Iglesia porque no invierte en el mantenimiento de un patrimonio que el pueblo siente como suyo aunque no lo sea», afirma Praga. Lo inesperado tomaba forma de templo de Pink Floyd, el bar de la Lupe en Palazuelo, o de 'vietnamita' en Cuenca de Campos, la multicopista que imprimió las octavillas para repartir el 20 de diciembre de 1973, al inicio del proceso contra Marcelino Camacho y otros sindicalistas de Comisiones Obreras. Praga es de Langreo, conoce bien la historia de Belarmino Tomás, otro líder sindical; «Mi madre fue compañera de pupitre de su hija, hay varias biografías y cada poco se hace una película sobre él». Pero el asturiano figura en la Wikipedia como nacido en Aguilar de Campos. «Entramos en una peña y vi su foto. Comenzamos a indagar, no pudimos completar la investigación pero era hijo natural de una mujer de allí, luego adoptado por una familia asturiana».

La Capilla de los Benavente de Medina de Rioseco les llevó a Los Corral de Villalpando, artesanos del yeso policromado que como los de la 'carpintería de lo blanco' salpicaron con su talento la comarca. Los Berruguete en Paredes de Nava es hito insoslayable, menos conocido es Alejo de Vahía en Becerril de Campos.

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Delibes, Guillén o Martín Garzo precedieron a David Trueba en la escritura literaria sobre la zona. Las estaciones abandonadas del Tren Burra, los palomares hundidos y recuperados, los vestigios de un renacimiento esplendoroso, la mezcla de materiales en el declinante siglo XX, son captados por la cámara de Abejón. «Ha habido un cambio radical en las fotos del mundo rural. Hace una décadas todos posaban sonrientes aunque estuvieran descalzos. Ahora dicen 'a mí no me saques'». Nadie quiere singularizarse en la planicie.

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