Pablo D'ors durante la rueda de prensa en el salón del Círculo de Recreo. Carlos Espeso

Feria del Libro de Valladolid

Pablo d'Ors: «La literatura se ha enamorado del mal, pocos escritores hablan de lo luminoso»

El escritor y sacerdote 'best seller' reivindica la búsqueda espiritual y el humanismo en la presentación de 'Los contemplativos' en la Feria del Libro

Jesús Bombín

Valladolid

Martes, 4 de junio 2024, 07:00

Con una docena de títulos publicados, Pablo d'Ors (Madrid, 1963) aúna afán literario y espiritualidad. Defensor de la meditación y el cuidado de la vida interior, este sacerdote 'best seller' convirtió su 'Biografía del silencio' en un filón editorial con más de 200.00 ... libros vendidos. Ayer llenó el salón del Círculo de Recreo de lectores en la presentación de 'Los contemplativos', libro de relatos donde habla del cuerpo, del vacío, de la sombra, la contemplación, la identidad, el perdón. «Este libro es un homenaje al libro más importante de mi vida, 'Ejercicios de contemplación', del jesuita húngaro Franz Jalics. Estoy persuadido de que el paradigma de nuestro tiempo es la consciencia cuando hasta ahora el reinante ha sido el de la razón», señaló el escritor, que considera que está despuntanto algo nuevo «que incluye y trasciende la razón. Con esto quiero decir que nos estamos dando cuenta de que los problemas de la humanidad no están fuera, sino dentro de nosotros, y que en la medida que conocemos lo de dentro y lo arreglamos, el exterior resulta menos problemático».

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Habló también el filósofo de cómo su escritura está cada vez más interesada por el fenómeno de la interioridad, así como de su voluntad por «inaugurar una literatura de la luz. Porque hasta ahora la literatura se ha enamorado del mal, de la sombra. Ahí están 'Una temporada en el infierno', de Rimbaud, o 'El corazón de las tinieblas', de Conrad, y tantos otros títulos que juegan con lo oscuro; pocos escritores hablan de lo luminoso. Y este libro, al igual que otros míos, quiere hacer justicia narrativa a la realidad, que no es solamente bofetadas, también hay caricias, hay que contar esa dimensión».

«Mi generación y otras muchas fuimos educados en ser buenos, pero no en crecer por dentro»

El hacer literario del fundador de Amigos del Desierto está muy marcado por la divulgación del crecimiento interior, del desarrollo personal. «Mi generación y otras muchas fuimos educados en ser buenos, pero no en crecer por dentro. Me gustaría que mis libros ayudaran a quienes no solo quieren pasar un buen rato, sino a hacerse las grandes preguntas de la existencia humana».

«Francisco me parece un gran Papa»

Sobre las polémicas declaraciones del Papa sobre el «ambiente maricón en los seminarios» y la atribución de los cotilleos a «cosa de mujeres», Pablo d'Ors manifestó sentir «un poco de pena por el papa; todos podemos decir muchas cosas y a lo mejor sacadas de contexto pierden su sentido y se convierten en cosas que no es lo que tienen que ser. Yo soy un sacerdote del papa Francisco, me parece un gran Papa, aunque tenga sus límites. Yo no daría una importancia tan grande como se ha dado (a las declaraciones). Creo que es un Papa muy abierto a nuestro tiempo y sensibilidad, pero también es un hombre de su tiempo, no deja de tener los años que tiene».

Sus historias suelen transcurrir en torno a «la épica del individuo», siempre en busca de una trasnformación donde el personaje se encuentra con algo que le obliga a cambiar. «Mi literatura no quiere ser moralista, pero creo que el escritor y aquel que tiene una dimensión pública de alguna forma tiene una responsabilidad social. Hemos de recoger la realidad de manera expresiva pero también abrir otras puertas, pues no solo hay sombra, también hay espacio para lo luminoso».

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Una de las preguntas que a menudo se ha hecho estos últimos años es qué libros le han ayudado a ser mejor persona. «Soy un escritor muy marcado por las lecturas de la adolescencia, como 'El juego de los abalorios', de Hermann Hesse, o 'Los ojos del hermano eterno', de Stefan Zweig... ese tipo de libros que nadie calificaría como de autoayuda y a mí me ayudaron mucho no solo a ser el escritor que soy, sino a tener una visión humanista del ser humano, de búsqueda espiritual en el sentido más hermoso y amplio del término».

Recordó sus tiempos como capellán en el hospital Ramón y Cajal de Madrid para sacar a colación el día en que la bibliotecaria le pidió una lista de cien novelas que ayudasen a los enfermos a morir. «Le di un solo título, 'El principito', de Saint Exupéry, porque no hay tantos libros que puedan dar una visión menos cáustica y oscura de la condición humana».

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«Estamos dispersos, sometidos a una sobreestimulación de todo tipo que nos hace ir muy deprisa, pasar de una cosa a otra»

Observa el escritor un síntoma incontestable del cambio de mentalidad de la sociedad: el despliegue editorial y la proliferación de actividades relacionadas con mindfulness, yoga y meditación. «Revela una sed de algo más, de una cierta trascendencia, no solo la necesidad de estar mejor. Hay una nostalgia de absoluto, de algo trascendente y todo eso responde a ese fenómeno». Añade también que buena parte del malestar psíquico colectivo que revela el creciente consumo de ansiolíticos se debe «no solo a que la sociedad está enferma, sino a nosotros mismos que formamos parte de ella. La razón fundamental quizá sea la dificultad para estar aquí y ahora, para la atención, porque estamos dispersos, sometidos a una sobreestimulación de todo tipo que nos hace ir muy deprisa, pasar de una cosa a otra. Muy pocas personas son capaces de estar veinte minutos leyendo un texto. Esa incapacidad de permanecer es un síntoma de nuestro desorden interior, por eso creo que disciplinas como la meditación y la escritura te ordenan dan un ritmo y una regularidad a los tiempos. Otra causa del malestar es la visión materialista y poco trascendente del ser humano».

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