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Escribe cuentos, como su padre los cuentaba y al igual que este, tiene repertorio específico para estas fechas. Pablo Andrés Escapa se siente un eslabón más de esa tradición filandona y por eso titula 'Herencias del invierno. Cuentos de Navidad' (Páginas de Espuma) su último ... libro. Escapa (León, 1964) trabaja en la Biblioteca del Palacio Real, en Madrid, y a María Luisa López-Vidriero le debe el empuje para esta colección de cuentos. «Nacen para este libro pero el origen de estos relatos navideños tiene que ver con encargo de ella para el boletín 'Avisos', de la Real Biblioteca. Nos animó a escribir un cuento Navidad, perseveré y llevo 25 años haciéndolo. He seleccionado diez».
Con media docena de libros de cuentos en su haber, la querencia por el género es evidente. En cuanto al asunto, ¿existe eso que llamamos espíritu navideño? «Para mí la Navidades es un estado de ánimo que aprendí a reconocer de niño.Queda de la infancia una ilusión especial y una predisposición hacia la bonhomía que no hacía el buenismo. Y tiene que ver con los cuentos que nos contaba mi padre en estas fechas. No puedo disociar la Navidad de su voz», dice el Premio de la Crítica de Castilla y León de 2020.
Quien comenzó hace un cuarto de siglo a fabular la Navidad no encuentra demasiadas diferencias entre la de los noventa y la de ahora. «He pasado por las dos orillas: la de ser un niño con esa ilusión por lo excepcional y lo maravilloso que son los Reyes a la del padre de pequeños con los que he podido mantener la herencia». Yes el que el título se refiere «a la voz de mi padre, a su herencia y mi propósito de dar continuidad a ese patrimonio de cuentos, fábulas y fantasía. Me ha gustado preparar los reyes y esa ilusión la renuevo aunque no viva en Villaseca de Laciana donde descubrí su magia. No estoy alejado de aquel espíritu, de aquella disposición a lo posible y lo excepcional fomentada por mi padre y apoyada por mi madre. Mientras haya gente menuda a mi alrededor, la mantendré».
Cuentos de chimenea, de montañas nevadas y ritmo lento conforman esta selección alejada del bullicio de la vida urbana predominante. «Escribo lo que siento que debo escribir. Vengo de esa herencia y respondo con coherencia. Hay un trasfondo de memoria, por eso tiendo a ambientar mis historias en pueblos y uso un lenguaje poético y cuidado que conviene al género. El frío es más poético que el calor. La nieve es poética, eso crea un tono en la narración».
El autor de 'Fábrica de prodigios' considera que «por encima de escenarios hay unas historias que trascienden el tiempo navideño. Son cuentos que hablan de personajes que en algún momento, ya sea un niño o un marinero, tienen contacto con lo prodigioso o excepcional y les cambia su vida. Eso no tiene fecha precisa».
'Ceniza', 'Semillas', 'Surcos', 'Escarcha', 'Fuelle', son cuentos que custodian palabras como 'murnias' o 'madreñas'. «Hay una labor de rescate y una intención de que todo remita a un tiempo mítico, el de la Navidad, que se renueva, las figuras evangélicas se renuevan. Hay pruebas históricas de que Jesús existió pero son figuras que permiten un tratamiento suspendido en el tiempo, lo propio que se hace con un mito y el lenguaje intenta recuperar ese sabor intemporal».
Pertenece a la estirpe de los cuentistas leoneses formada por Mateo Díez, Aparicio, Merino, Llamazares, Pereira... «Hay una deuda con la fabulación común al noroeste de la Península. Hay una tradición oral fértil e imaginativa. Eso se ha asentado en el imaginario popular. En mi caso crecí oyendo cuentos, mi padre es un gran fabulador, ha sido testigo de filandones. El cuento me gusta como lector y especialmente como escritor. Es en la distancia que me siento más cómodo. Me permite acercarme al lenguaje figurado, la concentración dramático, su proximidad con el lenguaje poético. Precisión e intensidad me interesan y el que mejor recibe esas prácticas es el cuento».
En el año que se celebrará el centenario de Antonio Pereira es debida una parada en su consideración. «Su voz es muy peculiar, parece natural, compañera, buscaba la cercanía del lector. Esa naturalidad es fruto del trabajo de depuración y del lenguaje. Junto a esto, tiene aspectos muy modernos incluyendo la metaliteratura dentro del desarrollo de las tramas y también de la autoficción. Pereira aparece muchas veces y es reconocible dentro de su obra. Esos juegos apelan hoy a la modernidad de su escritura y a su gusto por el texto breve. Se lleva lo corto y lo efímero. Con esas referencias a Villafranca y al noroeste peninsular es un escritor de público universal, en parte por su modernidad». Escribe porque es una necesidad, «procuro encontrar tiempo para fabular», y a veces la Real Biblioteca le ha brindado historias. «Veo epistolarios antiguos, documentos del XVI. Estar en contacto con los mejores escritores, impresores y encuadernadores me permite saberme parte de una tradición».
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