Once estampas de Castilla y León que hicieron historia

Fernando García de Cortázar elige los paisajes y monumentos que mejor explican el devenir de España a lo largo de los siglos

Víctor Vela

Valladolid

Domingo, 5 de diciembre 2021, 08:31

Hay ocasiones, defiende el historiador Fernando García de Cortázar (Bilbao, 1942), en las que «pasamos por nuestros pueblos y ciudades como por Salamanca pasaba Gabriel Araceli, el personaje de Galdós». Miss Fly, la intrépida dama de 'La batalla de Arapiles', le preguntaba con sorpresa:«¿Para ... vos no dicen nada esos cien colegios y conventos, obra de la ciencia y de la piedra reunidas? ¿Y esos palacios de los grandes señores, esas paredes llenas de escudos y rejas, indicios de soberbia y precaución?». Pues hay veces en las que las iglesias no dicen nada, ni los palacios ni los conventos siquiera. Hay paisajes y monumentos a los que convertimos en mudos por desidia, por ignorancia o desinterés. Escenarios que un día fueron claves, fundamentales en algún episodio histórico, y que hoy atravesamos con la mirada sin prestarles excesiva atención.

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García de Cortázar ha escrito un libro ('Paisajes de la historia de España', Espasa editorial), para combatir tantos descuidos. Para reivindicar, también, rincones de este país que tienen especial significación histórica. «El paisaje (y me refiero también a las ciudades, a los pueblos) es el lugar donde tiene lugar la historia –piensa, por ejemplo, en Villalar, tumba de los comuneros–, y a la vez es hija de la historia», asegura el historiador. Ycontinúa:«De ahí que España esté llena de bellas iglesias y no de mezquitas o de que Lerma guarde aún el recuerdo del poderoso valido de Felipe III». Entre tanta estampa recopilada y encuadernada en este libro, Castilla y León adquiere un protagonismo especial. Once puntos de la región, convertidos en escenario para relatar el devenir histórico del país.

Restos arqueológicos de Numancia. EL NORTE

1. -De Numancia dice: es uno de los parajes más desgarradoramente bellos de la Península Ibérica. 

-Eso digo, cierto, y también que es nuestra Troya, la ciudad de las heridas y la nieve, la capital de los duros celtíberos que plantó cara a las legiones romanas. No hay duda de que los celtíberos quedan muy lejos y que España, más que heredera de su resistencia, es hija de Roma. Pero también hay que reconocer que resulta muy difícil visitar el cerro de Garray y no sentir, como en carne propia, los versos de Cervantes: «Oh muros de esta ciudad! Si podéis hablar decid…»

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Yacimiento de Clunia. FÉLIX ORDÓÑEZ

-¿Clunia es ejemplo de la importancia de la memoria cuando los escenarios no se conservan? ¿Cuántos paisajes históricos hemos perdido?

-Muchos, hemos perdidos muchos. Pero la historia es implacable. ¿Qué queda de la Córdoba de Séneca? Decía Hemingway que España tiene tanto y tanto patrimonio que lleva ocho siglos destruyéndolo y todavía le queda.

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San Miguel de Escalada, en León. GABRIEL VILLAMIL

-Elige dos iglesias de León para hablar de los mozárabes. 

-San Miguel de Escalada y Santiago de Peñalba, dos prodigios de arquitectura mozárabe, dos milagros de conservación que nos abren la puerta a un mundo perdido, el de aquellos cristianos que conservaron su fe bajo la dominación musulmana. Algunos de ellos emigraron al norte cristiano, donde impulsaron la cultura, iluminaron los Comentarios al Apocalipsis del Beato de Liébana y ayudaron organizar los reinos de León, Castilla y Aragón.

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San Isidoro, en León. César Manso

-León fue, en el siglo XII, «un lugar situado en el primer plano de la política peninsular»

-Sí, en efecto. León, además, fue la sede de las primeras Cortes de Europa. Unas veces se ha exagerado aquella asamblea presidida por Alfonso IX. Otras se ha relativizado su importancia. Hay que recordar, ante todo, que las modernas ideas de libertad no habían sido aún formuladas y que el gran paso que representa aquel episodio está, sobre todo, en lo que deja entrever: una sociedad en plena expansión, cambiante, con pequeñas villas cada vez más dinámicas y un rey obligado por los tiempos a integrar sectores sociales más amplios en los procesos de decisión de la Corona.

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Catedral de Burgos. MILOS KUBUS

-Con Burgos reivindica que la sociedad castellana de la Baja Edad Media «no tenía nada que envidiar en refinamiento a la del Reino de Granada». ¿Ha llegado hasta nosotros una imagen distorsionada de entonces? 

-Sí, claro que sí. ¿Cuántas veces hemos oído que Granada fue conquistada por los rudos e incultos castellanos? Ni el reino de Granada era el paraíso llorado por Lorca ni Castilla el soberbio erial del que hablan algunos ignorantes. Antes al contrario, la última etapa constructiva de la catedral de Burgos, con los Siloé y los Colonia a la cabeza, reflejan un dinamismo cultural y artístico del que ya carecía el reino nazarí.

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Vista de Segovia desde El Terminillo. ANTONIO TANARRO

-Segovia: «No creo que haya muchas composiciones urbanas sobre la tierra  que iguale el impacto que produce Segovia cuando uno se asoma al mirador». 

-Sí, Segovia es la perspectiva más bella de Castilla. Quien se asome al mirador del Terminillo me dará la razón. Allí, en Segovia, evoco la guerra de las Comunidades, que conmovió Castilla entera y se llevó por delante la vieja catedral románica.

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Fachada de la Universidad de Salamanca. MARÍA MARTÍN SIERRA

-«Salamanca fue uno de los principales viveros de pensamiento europeo del siglo XVI». 

-Niña mimada de reyes y pontífices, la universidad salmantina vivió su mayor momento de esplendor entre 1480 y 1580. Corrían los años de la conquista de América y de las resonantes victorias de los tercios en el Viejo Continente, y en las cátedras de la universidad salmantina se discutía de lo divino y de lo humano, tratando de dar explicación a los graves problemas políticos, morales, económicos y religiosos suscitados por la epopeya americana o la Reforma luterana. Muchos, la gran mayoría de los españoles lo desconoce, pero no hay Escuela en el mundo que pueda compararse por su influencia internacional a la de Salamanca en cuanto a la definición de un pensamiento recio de derivaciones científicas, jurídicas, económicas y sociológicas, las más de las veces propagadas por pensadores extranjeros. Habría que dirigir la mirada a la Academia de Atenas fundada por Platón y considerada un antecedente de las universidades para medir el alcance de la Escuela de Salamanca.

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Iglesia de San Pablo, en Valladolid. RODRIGO JIMÉNEZ

-Valladolid habla de cómo la ambición de un hombre puede transformar un paisaje. 

El duque de Lerma. Ningún hombre de su tiempo, ningún valido, ni siquiera Olivares o Richelieu, alcanzó las prerrogativas de Francisco de Sandoval y Rojas, cuya firma sería equiparada por Felipe III a la suya propia. A este valido se debe el traslado de la corte a Valladolid, que durante cinco años fue el centro de la monarquía hispana y, gracias al patrocinio de Lerma y de una aristocracia volcada en construir grandes residencias, bellas iglesias y conventos, vivió un fabuloso desarrollo urbanístico.A mi Valladolid me dice mucho pues yo entré jesuita en Villagarcía de Campos y conviví con la atractiva figura de don Juan de Austria que habitó y recorrió los mismos parajes.

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Antiguo monasterio de Fresdeval, en Burgos. EL NORTE

-¿Por qué elige Fresdeval para hablar de la desamortización?

Su abandono, producto de las turbulencias del siglo XIX, resume el triste destino que sufrió parte de nuestro patrimonio artístico durante las medidas desamortizados de aquella centuria.

Varias personas caminan por Soria. ISABEL G. VILLARROEL

-Soria es ejemplo de la huella literaria de la Historia, del aliento de los tiempos en la creación literaria...

-Sí, Soria es una ciudad perfecta para evocar el 98. Soria entre 1907 y 1912, la ciudad cuyo recuerdo acompañará siempre a Machado, el poeta predilecto de mi generación, a través de cuyos ojos vimos nuestro pasado, no solo el que dio lugar a la guerra civil de 1936, sino también el que se hizo vida creadora en las primeras décadas del siglo XX. Ni Soria ni Castilla eran exactamente como los canta en los versos de Campos de Castilla. Sin embargo, y esos son los milagros que perpetra la literatura con mayúsculas, los versos del poeta sevillano han terminado por desplazar a la historia - sus visiones de la naturaleza y sus recuerdos más íntimos a la cruda verdad - y basta leer A orillas del Duero, Noche de verano o A un olmo seco para quedar convencido de que aquella Castilla vista desde Soria y a la sombra alargada del Desastre del 98 fue y sólo pudo ser así.

Parador de Gredos. RICARDO MUÑOZ

-Y llega hasta el siglo pasado con el Parador de Gredos, un lugar fundamental para la España democrática. 

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-Sí, Gredos guarda el recuerdo de una de las mejores historias de la historia de España. Allí, en el Parador de Turismo, re refugiaron los padres de la Constitución de 1978 para afinar el texto que debían presentar en las Cortes. La Transición fue la recuperación vertiginosa de lo que los españoles habíamos perdido. Y no me refiero sólo a la libertad, sino a su origen, a la voluntad de escribir el futuro en primera persona del plural - no España tuya o mía, España nuestra. En sucesivas convocatorias a las urnas certificamos, en sólo dos años, todo lo que habíamos aprendido, todo el pasado que dejaba de ser cautiverio para convertirse en la fuerza tranquila de una nación en marcha. En sólo dos años, en plena crisis económica, cuando tan fácil habría sido que todo se hubiera venido abajo, pasamos de ser súbditos a ciudadanos, de la libertad condicional a la plena libertad de una nación que no quería vivir bajo tutela en permanente sospecha de incapacidad.

-Zamora o Palencia no tienen paisaje en este libro...

-No sé la razón. A veces hay que elegir… Pero claro, Zamora está llena de historias, empezando por la capital, la bien cercada del lejano romancero y, sobre todo, la ciudad de doña Urraca y de la traición de Bellido Dolfos, del Cid mancebo y de la muerte del rey Sancho.Y además la ciudad de Zamora y su provincia tienen un románico prodigioso.

-¿Hubo algún paisaje, alguna estampa concreta que le inspirara para escribir este libro? 

-Ermua. El recuerdo de Ermua, un lugar que podía haber sido solo un ejemplo de la dura lucha por la vida de los cientos de miles de españoles que, huyendo del hambre de su tierra natal, se refugiaron en un norte industrial que parecía tener el monopolio del futuro; un lugar que podía haberse quedado en un mero espejo roto del deterioro ambiental, en escenario del lado oscuro del desarrollo, en modelo de crecimiento demográfico convertido en verdugo de sí mismo si la organización terrorista ETA no hubiese elegido a Miguel Ángel para desplegar sobre ella toda su vesania, todo su criminal ensañamiento, y sus vecinos no hubieran salido en masa a pedir su liberación, primero, y a llorar a lágrima viva su vil asesinato, después.

-¿Cómo lo ha articulado: a la hora de escribir, era primero el momento histórico y a partir de él elegía el paisaje... o primero buscaba las ciudades o escenarios y luego escogía un suceso histórico que allí hubiera tenido lugar?

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-La verdad es que, a la hora de escribir, ya tenía en la cabeza el libro, el índice del libro, quiero decir: los paisajes, los episodios históricos. La idea surgió, como ya he dicho, de un viaje a Ermua, que me hizo recordar cómo el paisaje conserva las huellas, el eco del pasado. Después pensé en la Ciudad Universitaria de Madrid, destruida por la guerra civil y vuelta a construir en la posguerra, y en otros lugares que evocaban las sombras y la luces de nuestra historia: Santiago de Compostela, Sevilla, Cádiz…

-¿Tiene algún paisaje preferido: por su significación histórica o por su belleza? 

-Salamanca, ciudad en la que estudié historia y que, sin duda, marcó mi gusto por la literatura. ¡Cómo no emocionarse ante el cúmulo de vida y cultura que atesoran sus piedras, cómo no sentir el impacto de la historia! «Luz de España y de la cristiandad», la llamó fray Luis de León. «Maestra de España y de la civilización», dijo Unamuno. La ciudad del Tormes es, junto a Alcalá de Henares, la universidad histórica de España. Y hoy, entre las paredes de sus edificios renacentistas y barrocos, aún retumban los ecos de los más brillantes pensadores de que pueda enorgullecerse la cultura hispana, desde el «Decíamos ayer» de fray Luis de León al «Venceréis, pero no convenceréis» de don Miguel de Unamuno.

-¿Ha redescubierto alguno durante la escritura del libro? 

-El monasterio de Sijena. Hoy es conocido por el embrollo judicial que ha enfrentado en los tribunales al Gobierno de Aragón y a la Generalitat de Cataluña, pero hubo un tiempo en que fue panteón real, una época en que sus muros fueron testigos privilegiados de la historia: el tiempo de Pedro II de Aragón, el de Las Navas de Tolosa y el desastre de Muret, que allí fue armado caballero y allí fue enterrado.

-¿Hay escenarios de España donde el peso histórico haya sido mayor? 

-Sí, claro. Piensa en ciudades milenarias como Cádiz, Córdoba, Oviedo, Sevilla, Toledo, Valencia, Zaragoza, Salamanca, Madrid, Barcelona… ciudades sin las cuales la historia de España quedaría incompleto. En este libro hablo de ellas. Pero también de lugares más humildes, aunque no menos significativos. San Millán de la Cogolla, por ejemplo, cuyo monasterio de Suso, hoy apenas un ermita, conjura los albores de las lenguas romances.

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'Paisajes de la historia de España'. Fernando García de Cortázar. Espasa. 480 páginas. 24,90 euros.

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