Pilar del Río es la presidenta de la Fundación José Saramago, cuya sede está en la bella Casa dos Bicos, no lejos del barrio lisboeta de Alfama. Durante casi un cuarto de siglo fue la compañera del Nobel portugués y su traductora, y hace apenas ... unos meses publicó 'La intuición de la isla', sobre los días que ambos compartieron en Lanzarote. Nadie hay más autorizado para hablar de su legado y el interés que su obra suscita doce años después de su muerte.
- ¿Cómo cree que ha evolucionado la visión que los lectores tienen de la literatura de José Saramago?
- Su obra se sigue editando porque tiene lectores y sé que a algunos que vienen a la Fundación, en Lisboa, o van a la casa de Lanzarote les produce emoción. Así que no sé lo que supone para todos los lectores pero creo que se mantiene el interés por su obra.
- ¿Y la posteridad? ¿Cómo se portará con él?
- Las cenizas de Saramago están enterradas junto a un árbol de Azinhaga plantado frente a la sede de la Fundación y hay una placa que recoge las últimas palabras de 'Memorial del convento': «No subió a las estrellas porque a la tierra pertenecía». Su obra nos explica, nos cuenta y nos atiende. No sé si doce años son posteridad, pero nos sigue explicando y gracias a esa obra sentimos que entendemos el mundo.
- ¿Cuál era la favorita de entre sus obras?
- Dependía del momento y raramente se releía. Y a veces además cuando se le preguntaba decía títulos diferentes. Algunos tenían especial significación para él. 'El viaje del elefante' le ayudó a seguir vivo, por ejemplo. Pero creo que hubo uno decisivo.
- ¿Cuál?
- 'El Evangelio según Jesucristo'. Abordar el mito fundamental no digo ya del cristianismo sino de nuestra civilización no es posible sin pagar un precio. Te enfrentas al 'factor Dios' con ese rigor y luego no te vas a tomar una copa. Lo que trata es de cómo nos ha afectado el mito religioso, toca las preguntas que tantos seres humanos se hacen.
- Y a la traductora, ¿cuál es que más impacto le causa?
- Cada día uno diferente. En estos últimos tiempos quizá 'Las intermitencias de la muerte'.
«Quedan aún por publicar algunas cosas de juventud, cuentos en revistas perdidas... No son materiales acabados»
- Mientras Saramago vivió usted fue 'la sombra de la sombra' por usar sus propias palabras. Este año, con la conmemoración del centenario, no puede ocultarse así.
- Pero ahora soy la presidenta de la Fundación, con lo que eso significa, de cosas buenas y de ganas de llorar a veces porque hay cosas que no salen.
- ¿Dónde se nota más interés por el centenario: en Portugal o en España?
- En ambos lugares, pero añada Latinoamérica y América del Norte, donde se están dando muchos actos en las grandes universidades. En España y en Portugal se están haciendo también muchas cosas, se leen obras suyas en los institutos, en Cataluña han puesto en escena 'Ensayo sobre la ceguera', se han publicado unos cuantos libros... Y en Brasil y en Portugal le han otorgado honores a título póstumo.
- Desde su muerte se ha publicado algún inédito y se ha recuperado alguna obra semiolvidada. ¿Quedan materiales por publicar?
- Quedan algunas cosas de juventud, cuentos en revistas perdidas... No son materiales acabados, como sucedía con 'Claraboya' o con 'La viuda', que recuperó el título original porque en Portugal fue publicada con uno que a él no le gustaba nada: 'Pecado'. Hay alguna obra de teatro aún sin publicar, como 'Los emparedados', 'La miel y la hiel'.
- ¿Y textos sobre él? ¿Se están elaborando tesis doctorales, ensayos...?
- Se están haciendo centenares de tesis. Hay alguna tan curiosa como la que ha escrito un evangelista, dirigida por un católico y sobre la figura de Saramago, que era ateo.
- Llama la atención que pese a la dificultad que sus novelas presentan, por la forma de narrar, incluso los temas, hay un puñado de películas y series a partir de las mismas.
- Y habrá más porque nos han pedido los derechos para hacer algunas series a partir de 'Ensayo sobre la ceguera' y 'Las intermitencias de la muerte'. Él reclamaba siempre libertad porque el lenguaje del cine nada tiene que ver con el de la literatura. No llegó a ver 'Enemy', que parte de 'El hombre duplicado' y que se toma muchas libertades, incluso desde el título. Eso a él le gustaba porque consideraba que las películas demasiado ancladas al texto, como 'Guerra y paz' y otras, consiguen un pésimo resultado.
«En cuanto a la guerra, decía que si hemos construido tantas armas tendrá que haber una»
- ¿Qué le pareció 'A ciegas', hecha a partir de 'Ensayo sobre la ceguera'?
- La vio en una sala con el director, Fernando Meirelles, a su lado. Le emocionó pese a que es una lectura demasiado secuencial de la novela. No la vio dos veces, de la misma manera que tampoco pudo leer dos veces la escena de la violación. Para esa escena, Meirelles puso unos cristales sucios entre los intérpretes y la cámara, porque eran víctimas violando a otras víctimas. Le gustó, como otras más modestas que se han hecho. La condición era que se hicieran con respeto. Al fin y al cabo, él había hecho lo mismo con Pessoa y con Jesucristo.
- Ha hablado alguna vez de situaciones de riesgo que vivió Saramago, también usted, por sus críticas a las violaciones de derechos humanos. ¿Cree que las cosas han cambiado o no, a la luz de lo sucedido con Rushdie en agosto?
- Rushdie ha estado en esta Fundación y él y Saramago se conocían... En mi libro he contado como la última entrada de Saramago en su blog fue cuando la flotilla de la paz que iba a llevar material escolar a Palestina fue atacada por la marina de Israel. Él ya estaba muy mal y cuando vio eso en la TV y se enteró de que Mankel iba en el barco me pidió que escribiera un mensaje en el blog: 'Obrigado, Mankel'. Murió cuatro o cinco días después. Él era de esos escritores que intervienen en causas sociales. En Israel hizo unas declaraciones criticando no a un pueblo sino a un Gobierno, y lo consideraron una traición. Denunció malos tratos y desaparecidos en los lugares en los que la gente desaparecía.
- ¿Qué pensaría hoy con una guerra y una pandemia que es casi como lo narrado en 'Ensayo sobre la ceguera'?
- Cuando vi la versión teatral de 'Ensayo sobre la ceguera' en el teatro me quedé patidifusa por eso mismo. Y en cuanto a la guerra, él decía que si hemos construido tantas armas tendrá que haber una guerra. Vemos la pasividad ciudadana, que solo nos importa que nos subirán el gas. Somos espectadores, como si no tuviéramos voz ni voto y no pudiéramos decidir. Hemos decidido esperar a ver cómo la bomba le cae al vecino.