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El 25 de mayo de 1975, con los ordenadores en pañales y los teléfonos móviles pura ciencia ficción, el escritor Miguel Delibes advertía, en su discurso de ingreso a la Real Academia Española: «La era de la supertécnica ha venido a descubrir que existen ... juguetes para entretener a los adultos y borrar de sus mentes cualquier idea de participación y responsabilidad». Aquel día de hace más de 46 años, el escritor vallisoletano –antes de las redes sociales, de los buscadores de Google y las 'cookies' de Internet– alertaba frente al tráfico de datos, a las invasiones cada vez más habituales y sibilinas a la intimidad.
«El hombre actual se sabe vigilado o, lo que quizá es peor, siente constantemente sobre sí la posibilidad de ser vigilado», decía Delibes, quien añadía que «el vacío, cada vez más profundo, entre la técnica y la ley, acrecienta nuestro desvalimiento, al tiempo que aumentan el desasosiego y el miedo». Y no faltaron en aquel discurso de 1975 palabras que conectan hoy, tanto tiempo después, directamente con el desarrollo sostenible, la obsolescencia programada, el agotamiento de los recursos, la emergencia climática.
«No es solo que no haya perdido vigencia, es que, según ha pasado el tiempo, comprobamos que hay un carácter premonitorio, oracular, en lo que decía Miguel Delibes», explica el poeta Fermín Herrero, autor del prólogo de 'Un mundo que agoniza'. Aquel discurso –convertido en ensayo– que pronunció en el año 1975 resuena ahora con más fuerza si cabe gracias a la nueva edición de un libro que es casi manifiesto.
La editorial Páramo ha rescatado del olvido editorial una obra «que se merecía una edición cuidada, en tapa dura», explica el editor Javier Campelo. Las que hasta ahora existían eran antiguas (la más conocida, ilustrada, de 1979, otra de 1984), estaban descatalogadas, sin reediciones posteriores o se correspondían con impresiones institucionales más cercanas al folleto que al libro en sí. «Queríamos que este ensayo de Delibes luciera en todo su esplendor», indica Campelo, quien, junto a Herrero, reivindica esta obra que, quizá, «había quedado relegada en la bibliografía del escritor».
«El Delibes novelista es tan poderoso que aplasta» los otros géneros en los que trabajó. Como los libros de viajes. Como el ensayo.Yen este libro «encontramos a un pensador que atinó en las principales cuestiones de nuestro tiempo». Las agresiones al medio ambiente, el determinismo tecnológico, el agotamiento de los recursos. «Delibes no está contra el progreso. Está a favor de la tecnificación de la agricultura, de la mecanización de los regadíos. No defiende una postura reaccionaria, pero sí que invita a pensar dos veces las cosas». En palabras de Delibes:«Valorar en qué medida lo que se avanza justifica lo que se sacrifica».
Más que un ecologista de pancarta, de consigna y soflama, Delibes respondería mejor a la calificación de 'ecósofo', un pensador que enraiza en el humanismo su preocupación por el medio ambiente. «Él nunca se dio importancia como pensador», cuenta Herrero, «pero estaba muy al tanto de por dónde iban las cuestiones esenciales de su tiempo». En el prólogo, pone un ejemplo.
Durante ese discurso de 1975, Delibes hace referencia a 'Primavera silenciosa', un libro fundamental en el movimiento ecologista –escrito en 1962 y publicado en España dos años después– que advertía de los efectos perjudiciales de los pesticidas. «Nadie puede anticipar lo que va a pasar si no se tiene buen olfato sobre lo que está pasando. Y aquí Delibes lo demuestra», indica Herrero, convencido de que este es un texto de gran valía para su lectura y comentario entre los estudiantes de Secundaria.
La nueva edición de Páramo acentúa el carácter ensayístico de la obra, con la eliminación de los saludos protocolarios del discurso y la ya probada organización en capítulos, que ordena la estructura de este texto de «fuerte componente ético y naturalista». «Posiblemente, Delibes ya concibió su discurso en la RAE con la idea de que se convirtiera después en ensayo», defienden Herrero y Campelo.
El editor destaca además la imagen de portada, una fotografía de Henar Sastre en la que, según explica la autora, se vislumbran las dos grandes facetas de Delibes, «el literato, en la parte superior de la imagen, y por debajo, su vertiente más cercana».
Había tantísima gente en el salón noble de la Real Academia Española, que, «por primera vez en la historia», el protagonista de la jornada tuvo que entrar por una puerta lateral. «El pasillo central, que es el recorrido obligatorio, estaba lleno de público», contaba la crónica de El Norte de Castilla que relató aquella velada. Comenzó a las 19:00 horas, estuvo presidida por Dámaso Alonso, y Miguel Delibes, de frac, pronunció su discurso de ingreso en la RAE, institución que lo eligió como académico el 1 de febrero de 1973 (con la letra e minúscula).
'El sentido del progreso desde mi obra' fue el título de un discurso que, en su vida literaria, adoptó el nombre de 'Un mundo que agoniza'. Los titulares –«hoy, como si nada hubiese ocurrido, Miguel Delibes está otra vez sentado en su mesa del periódico», decía el rotativo– destacaban: «El progreso comporta una minimización del hombre», «el hombre de hoy usa y abusa de la naturaleza sin pensar en el futuro», «todo lo que significa alterar el medio ambiente es retoceder», «gastar lo que no puede reponerse dice muy poco en favor del mundo contemporáneo».
La respuesta al discurso correspondió a Julián Marías. «Casi todos los escritos de Delibes se han preocupado por el progreso:lo ha deseado y lo ha temido, sobre todo no ha estado seguro de que sea progreso todo lo que se llama así o de que forzosamente haya de ir acompañado de la destrucción de tantas cosas valiosas. Siente el peligro que corren el paisaje, las especies animales y vegetales, las aguas, las formas urbanas...», decía Marías.
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