Entre su consulta pediátrica, la divulgación de programas de salud, su afición a la fotografía y el arte de la papiroflexia en el que era un referente repartió las horas de su vida el vallisoletano Nemesio Montero Pérez (1906-1981), protagonista de una publicación del ... Ayuntamiento, 'Templos de Valladolid', que reúne fotografías de hasta 60 iglesias, cofradías, santuarios, oratorios, monasterios, capillas y retablos tomadas entre 1953 y 1955. «Con este libro la ciudad, a través de su Ayuntamiento y de su Arzobispado, cierra una deuda y costea un tributo de admiración», apunta el historiador Jesús Urrea, autor de la edición y el estudio preliminar del libro.
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Nemesio Montero, fundador de la Asociación Fotográfica Vallisoletana en 1952 –que aún pervive con más de setenta miembros–, realizó más de 1.250 fotografías de 117 templos vallisoletanos y para ello contó con el apoyo del Arzobispado. «Era un proyecto muy ambicioso, que no llegó a culminar quizás porque colisionó con el trabajo del profesor Esteban García Chico que aparecería en 1956 como 'Catálogo monumental de la provincia de Valladolid'», agrega Paz Altés, jefa del Centro de Publicaciones y Programas de Promoción del Libro y Casa de Zorrilla.
El Arzobispado ha conservado 860 placas pancromáticas con soporte en vidrio que donaron las hermanas de Montero años después de su fallecimiento. La colección, guardada en 95 cajas, ha sido digitalizada por el Ayuntamiento y de ella se guardará una copia en el Archivo Municipal.
Diestro en el arte de crear figuras y geometrías doblando papel, Nemesio Montero fue un gran experto que publicó 'El mundo de papel. Trabajos manuales graduados' (1939), del que se hicieron hasta diez ediciones. Se convirtió en toda una referencia en el ámbito de la papiroflexia. El éxito del que gozaron las primeras publicaciones le animó a completar una colección de 86 modelos repartidos en tres grados. «Tuvo disposición, buen gusto, paciencia y tacto como para desarollar un curso de ejercicios, ilustrándolo con dibujos y figuras asequibles a la mentalidad infantil y encaminadas a iniciar en los trabajos manuales tanto a los niños como a los adultos», afirma Jesús Urrea. Entre sus creaciones más imaginativas figura un Nacimiento navideño construido con más de doscientas figuras de entre 8 y 10 centímetros.
El foco de sus máquinas Contax, Voigländer y Folleiflex captó en blanco y negro la riqueza monumental de los templos y el patrimonio que albergaban, con alguno ya desaparecido, transformado o emplazado en un entorno urbano alterado con el paso de los años. Es el caso de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Victoria, que aparece retratada sin edificios adosados, o la de San Pedro libre del tráfico rodado de la calle Real de Burgos. Por el libro desfilan imágenes de monasterios, retablos y elementos como la iglesia de San Ildefonso con la Gruta de la Virgen, desaparecida desde hace años.
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«Era divertido, ameno, cordial y profundamente enamorado de Valladolid, que compatibilizó su profesión médica de puericultor con la poesía, la divulgación científica, las conferencias, las excursiones y, sobre todo, el manejo de las cámaras», apunta Jesús Urrea.
Nació en 1906 en la calle Santa Lucía, parroquia de San Juan, en cuyo barrio ejercía como alcalde su abuelo, Nicasio Pérez Moreda, que da nombre a una calle, al igual que Nemesio Montero. Ejerció como pediatra en su consultorio del barrio San Juan, pasando consulta de forma gratuita de medicina y cirugía infantil en la Casa del Pueblo para hijos de trabajadores de la federación local de Sociedades Obreras. Desarrolló una gran actividad como conferenciante y creó una escuela móvil de puericultura que repartía el cuaderno 'Niños sanos, niños bellos' (1934), hizo divulgación radiofónica con programas como 'El raquitismo. Su origen y manera de evitarlo', y escribió el libro 'El arte de poner inyecciones'.
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Su interés por la imagen le llevó a fundar en 1952 la Peña Fotográfica Vallisoletana, convirtiéndose en el primer presidente de este colectivo que organizó exposiciones, concursos y talleres, lo que propició la creación de un laboratorio común. Sus fotografías de rostros del Nazareno en 1959, la Dolorosa de la Vera Cruz en 1960 y el Cristo de la Luz en 1964 ilustraron los carteles de la Semana Santa vallisoletana.
En los años sesenta filmó la película 'Bienvenidos a Valladolid', rodada en distintos meses de 1965 y que se puede ver en Internet. «Fue un momento en que se había cambiado la percepción de la figura del 'forastero' por la del 'turista', cada vez más presente en la ciudad, y tuvo la idea de realizar un documental que publicitara su historia, su arte y sus costumbres», agrega Urrea, satisfecho «porque de este modo se hace justicia a un personaje entrañable, muy querido por la gente», y al que conoció en la Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción.
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El libro, diseñado por Felipe Panedas, de Grupo Página S. L. y producido en los talleres de Gráficas Gutiérrez Martín, ha sido coordinado por el Centro de Publicaciones del Ayuntamiento de Valladolid y su precio de venta es de 25 euros.
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