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Luis Marigómez
Valladolid
Viernes, 30 de septiembre 2022, 19:51
Miguel Suárez, poeta y editor, activista político muy activo durante el franquismo, ha desaparecido definitivamente, después de estar retirado de cualquier tipo de escenario durante ... más de diez años.
Nacido en Vera de Bidasoa, por azares de la vida funcionarial de sus padres, en 1951, pasó la infancia en la cuenca minera de Matallana de Torío (León) y su primera juventud en León para pasar luego a estudiar en la Universidad de Valladolid. En León conoció a Ildefonso Rodríguez y en Valladolid a Tomás Salvador González y los tres decidieron convertirse en poetas a partir de los encuentros de la vanguardia, tan poco y mal conocida en España en los 60 y 70, sus años de formación.
Miguel rechazaba las formas tradicionales; a sus ideas revolucionarias y antifascistas les acompañó de unas maneras también nuevas, sacadas de los poetas modernos que iba conociendo, De Rimbaud a Celan, pasando por Eliot, Pound, Robert Lowell... En la universidad conoció a Miguel Casado y después a Gustavo Martín Garzo, Olvido García Valdés, Esperanza Ortega, Antonio Gamoneda… Con ellos funda la colección Barrio de Maravillas, cuya primera entrega apareció en 1986, con su primer libro, 'De entrada'. Su poema 'Diciéndolo de nuevo' fue puesto en escena por el Teatro Corsario. Ese mismo año aparece el primer número de las 'Ediciones portuguesas', unas carpetas serigrafiadas que incluían tres cuadernos, cada uno de un poeta distinto. Como editor firmaba Miguel Lastres. Son unos objetos artesanales, de pequeña tirada.
En 1988 recibe el Premio Hiperión' por 'La perseverancia del desaparecido' el título que quizá mejor defina al poeta. Para entonces dirige la revista 'Un ángel más', con Gustavo Martín Garzo y Carlos Ortega. Siempre tuvo una especial habilidad para manejarse de manera desastrosa con la realidad exterior, durante el tiempo universitario, su apodo era 'el ruinas', que nunca le abandonó del todo. Aun así fue capaz de estar presente en proyectos colectivos y personales de envergadura. Acabada la aventura de 'Un ángel más', en 1993 funda con amigos la revista 'El signo del gorrión´. En 1994 publica 'La voz del cuidado' y en el 96 recibe el Premio Leonor por 'Luz de cruce'. En 1998 aparece 'Nombrando el porvenir' un compendio de su primera obra (1970-1977). De mediados de los 90 a mediados de la primera década de los 2000, dirige la colección de poesía de la editorial Icaria, allí publica a poetas queridos extranjeros (Holan, Montale, Follain…) y a coetáneos suyos (Méndez Rubio, Canteli, Codesal…)
De su poesía, escribió Jean-Yves Bériou, «poder de enunciación a la vez preciso y perturbador, gusto por el «encuentro» verbal conjugado con una concentración emocional intensa, voz del mundo, voz del sujeto, voz del sujeto y el mundo.»
Por fin, en 2009 aparece su poesía reunida, 'La voz del cuidado'. Sus últimos poemas son de 1995. Cuando se presentó el libro en la Fundación Segundo y Santiago Montes, el autor no quiso estar allí. Decidió hace mucho retirarse de un mundo que no le gustaba, que no entendía o entendía demasiado bien y hasta llegó a realizar alguna tentativa de suicidio. Durante un tiempo vivió, con modestia, en la Plaza de S. Juan y a partir de la pandemia, se trasladó a la Valcueva, a la casa familiar donde pasó su infancia. Desde allí ha desaparecido para siempre.
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