«Soy un castellano de Bilbao», decía el historiador Fernando García de Cortázar (fallecido este domingo a los 79 años) en sus incontables visitas por estas tierras mesetarias en las que se fraguó su vocación religiosa –«en Villagarcía de Campos, como jesuita, está mi ... patria»– y donde enriqueció el currículo, con sus estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Salamanca. «Yo mismo me he hecho en Castilla. En Villagarcía de Campos. Allí escribí 'Los mitos de la Historia de España' y subía a los Torozos para ver esos mares infinitos».
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«No hay nada más parecido a un océano que esta tierra. En esa tierra desnuda junto al cielo grito como mi paisano Unamuno: 'Soy español de nacimiento, de educación, de cuerpo y espíritu, de lengua y hasta de profesión y oficio'». Así se explicaba en una de sus participaciones en el Aula de Cultura de El Norte de Castilla, que visitó, por última vez, el pasado 31 de marzo. Aquel día, en el Círculo de Recreo, volvió a subrayar sus lazos con Castilla.
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«Mi infancia casi universitaria y jesuítica está en Valladolid. Yo entré en la Compañía de Jesús en Villagarcía de Campos [hizo el juniorado entre 1961y 1962]». Y recordaba aquella primera jornada en la que llegó en autobús procedente de Bilbao. Los últimos kilómetros, desde Tordesillas hasta la colegiata de San Luis, los hizo en carro, «el mismo medio de transporte en el que los jesuitas tuvieron que huir de España tras su expulsión [por orden de Carlos III, en 1767]».
«Si el agradecimiento es la memoria del corazón, mi corazón tiene muchos kas de memoria vinculados a Valladolid», dijo en su última visita a la ciudad. «Y no es una concesión al localismo– advirtió–, sino un agradecimiento porque en Valladolid he sido muy feliz». Su siguiente destino fue Salamanca. Allí continuó sus estudios, que llevó siempre a gala por considerar a la Universidad charra como«uno de los principales viveros del pensamiento europeo en el siglo XVI».
«Salamanca fue la niña mimada de reyes y pontífices y vivió su mayor momento de esplendor entre 1480 y 1580», recordaba durante la presentación de su último libro, 'Paisajes de la Historia de España' (Espasa), donde rescata once lugar de Castilla yLeón que han sido significativos en el devenir histórico del país. Desde Numancia, en Soria («es nuestra Troya»), hasta el parador abulense de Gredos, donde «se refugiaron los padres de la Constitución de 1978 para afinar el texto que debían presentar en las Cortes».
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Y además, las primeras cortes de Europa en León, la memoria de Clunia o las guerras de comunidades, con escenarios en Valladolid ySegovia. De esta ciudad decía que «quien se asome al mirador del Terminillo, verá la perspectiva más bella de Castilla».
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