El poeta y profesor vallisoletano Arcadio Pardo murió la pasada madrugada en París a los 93 años de edad. Premio Castilla y León de las Letras, residía en Francia desde los años cincuenta y allí, «en el aislamiento personal y geográfico» encontró su voz. ... La última vez que participó en un acto público en su ciudad fue en 2018, cuando María Eugenia Matía Amor presentó el estudio 'Las dimensiones de la memoria. La poesía de Arcadio Pardo'.
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Arcadio Pardo (Besain, Guipúzcoa 1928) estudió en el Instituto Zorrilla y después en la Universidad de Valladolid. En aquella última visita fue entrevistado por los estudiantes del Zorrilla y la presentación tuvo lugar en la UVA. Pardo comenzó a publicar sus versos en la revista 'Halcón' (1945-49) con 18 años. En los cincuenta oposita y comienza a ejercer la docencia que le llevará después a Francia. Fue uno de los primeros funcionarios extranjeros del Ministerio de Educación galo. «Francia fue mi liberación, además tuve suerte en la vida laboral y en la familiar», decía quien se casó con otra profesora de historia. Juntos firmaron su 'best-seller', un libro sobre métrica española en francés. «Aquí hacíamos poesía agradable, academicista, correcta. Estar en un entorno lingüístico distinto al mío hizo que reforzara la relación con mi lengua materna por reacción instintiva. En 1960 mi lenguaje cambió y aparece uno brutalmente, el de 'Soberanía carnal' (1961)», contaba. Y su lengua se centra en hablar de «un tiempo único», de la «experiencia de vivir en lo ajeno», de una «identificación con el pasado histórico que se siente como propio aunque no lo haya vivido» y gramaticalmente opta por «lo neutro, lo masculino y lo femenino era para mi fragmentación, quería trascenderlo».
Le siguió 'Tentaciones de Júbilo y Jadeo' (1975), 'En cuanto a desconciertos y zozobras' (1977), 'Vienes aquí a morir' (1980), 'Poesía diversa' (1991) o 'Efímera efemérides' (1996), entre otros poemarios.
Comienza el milenio publicando 'Travesía de los confines', en Tansonville, editorial del también poeta vallisoletano Eduardo Fraile. Pardo acostumbraba a pasar en Valladolid algunas semanas en verano, costumbre que hizo cesura por la pandemia pero que retomó el pasado agosto.
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Consideraba que en Francia «la poesía siempre ha sido experimental, se lee y se escribe menos poesía, pero son más exigentes. En España hay una tendencia más sentimental». Y coincidía con Rilke en que «la poesía se hace con experiencia no con sentimientos». Cronológicamente pertenecía a la generación del 50, y se si le pedía adscripción a la poesía de la experiencia o más intelectual, no lo dudaba. «Me quedo con la segunda, tiene el riesgo de ser cerebral pero es más auténtica. El poema tiene que ser una sorpresa para el que lo escribe y para el que lo lee, y no necesariamente la misma». Su archivo personal está depositado en la Fundación Jorge Guillén.
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